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¿Por qué nos gustan los escritores franceses?
Fue en el verano. En medio de las calurosas jornadas de enero, con el sol inclemente que suele golpear a Santiago, Elena Bahrs comenzó a notar algo. A su librería Ulises, ubicada en el corazón del bullente barrio Lastarria, mucha gente comenzó a preguntarle por la nueva novela de Michel Houellebecq. Ocurre que el diario El País –de España– había informado al respecto y se esperaba una publicación en castellano para el 2022 vía Anagrama.
Bahrs comenta que encargó una buena cantidad de ejemplares para su librería, una vez que Aniquilación llegó a Chile como parte de las novedades de julio de la casa catalana. La respuesta del público no se hizo esperar. “El libro se esperó mucho tiempo y se ha vendido bastante. Encargamos varios porque sabíamos que se iban a vender”, indica la librera a Culto.
Lo del comentado autor galo tiene que ver con un fenómeno interesante que se viene dando desde hace algunos años. A nivel mundial, la literatura francesa está teniendo una presencia fundamental desde hace al menos una década. Esto, con autoras y autores que han publicado libros destacados y que han obtenido reconocimientos importantes. Por ejemplo, Annie Ernaux -eterna candidata al Nobel- recibió el Premio Formentor, en 2019; Fred Vargas y Emmanuel Carrère recibieron el Premio Princesa de Asturias de las Letras, en 2018 y 2021, respectivamente; y Patrick Modiano obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 2014.
Elena Bahrs comenta que no solo Houellebecq desata una especie de delirio en los lectores, hablando en el terreno de la narrativa. “Carrère se vende mucho, sobre todo Limonov y El Adversario, también Jean Echenoz. Un libro que también estuvo muy solicitado fue El Consentimiento (2020), de Vanessa Springora, con el que se llevó a juicio a Gabriel Matzneff. Otro es Pierre Lemaitre, con su novela Nos vemos allá arriba (2013), y se leen bastante sus libros de género policial. También Annie Ernaux y sus libros Pura pasión y El acontecimiento”.
Desde el barrio Bellas Artes, donde se ubica su clásica librería Metales Pesados, Sergio Parra comenta a Culto: “Carrère y Houellebecq se están leyendo siempre, se venden bastante. No sé si es porque son franceses, pero sí son muy buenos escritores, han sacado buenos libros. Hay que pensar que editoriales como Anagrama han publicado muchos franceses pero que no tienen la repercusión que tienen esos dos. Ahora, en el género del ensayo sí hay bastante demanda de franceses”.
Cat Contreras, de la librería Catalonia Las Urbinas, tiene un análisis similar. “Se podría decir que actualmente hay autores franceses bastante destacados en el panorama de narrativa contemporánea, cuyos libros son constantemente solicitados por las y los lectores. Esto se ha hecho más notorio con el anuncio de nuevas obras, las cuales rápidamente son pedidas por este público que, de alguna manera, se vuelve seguidor de los autores y que acuden rápidamente a comprar los libros una vez llegan a librerías (a veces agotándolos en poco tiempo)”.
“En general se trata de autores que se han vuelto visibles, ya sea por la atención que reciben en los medios y las redes sociales, como también por el boca a boca y las recomendaciones entre lectores, dándoles una especie de estatus de clásicos contemporáneos”, agrega Contreras.
El crítico literario de Culto Domingo, Matías Rivas, contextualiza el surgimiento de una especie de “Generación dorada” de la literatura francesa. Para él, ha tomado la posta de un fenómeno que suele ocurrir cada cierto tiempo a nivel mundial, y que anteriormente surgía de otros lugares. “En los años 90, los que tenían el esplendor que tienen los franceses actualmente, eran los ingleses y los estadounidenses, que siguen teniendo grandes representantes, pero que no conforman grupo, ni una novedad como sí lo tienen Carrère, Houellebecq o Ernaux. A mi entender, lo más cercano fue el grupo de David Foster Wallace. Antes de eso estaban los ingleses: Julian Barnes, Ian McEwan, Martin Amis, eran el ‘Dream Team’. En algún momento fueron jóvenes, nuevos, publicaban todos a la vez”.
“Lo de la lengua francesa ahora, es un fenómeno. Estos autores son muy vendidos, muy premiados y muy prestigiosos -añade Rivas-. Por ejemplo, Stephen King hizo el prólogo del libro de Houellebecq sobre Lovecraft, eso da cuenta del nivel que tiene. Carrère es otro superventas, sus libros se comentan. También las mujeres, la misma Annie Ernaux, a quien la consideran precursora de la ‘Literatura del yo’, en alguna medida es la madre de la autoficción francesa. La última novela de Houellebecq se va a la provincia, y Ernaux escribe desde ahí. Agrego a Jean Echenoz, que es uno de los precursores de este grupo; la Amelie Nothomb, belga que escribe en lengua francesa y es súper ventas; Leïla Slimani, marroquí que escribe en francés”.
¿Por qué la gente engancha tanto con estos autores? Hay un cierto consenso en que sus libros ponen el pie en los problemas del mundo actual, y eso genera identificación. Elena Bahrs señala a Culto: “Tienen un tipo de novela bastante aguda, que tiene mucho que ver con lo que pasa ahora. Si te fijas en Carrère, escribió una biografía de Limonov, y en El reino habla de la religión; Houellebecq es controversial. Piensa cuando Springora publicó El Consentimiento, en Francia salió una ley que fijó la edad permitida para relaciones sexuales, eso antes no existía. De alguna forma, van poniendo temas en la mesa”.
Sergio Parra señala: “Carrère trabaja una narrativa periodística, la crónica extendida como novela narrativa. Houellebecq tiene que ver con el cinismo de la sociedad contemporánea, los cruces de religiones, la denuncia del racismo, la xenofobia, todo lo que está viviendo la sociedad europea en este momento”.
Cat Contreras piensa: “Es posible que el interés particular por las autoras y autores franceses tenga que ver, por un lado, con la tradición que representa el mundo francés en la literatura, pero al mismo tiempo, no hay que perder de vista que hay quienes se han posicionado en este panorama desde un lugar más controversial. Por ejemplo, bajo la figura del enfant terrible, o desde lugares más personales, convirtiéndose en muchos casos en personajes del mundo literario. Esto último es importante, puesto que igual parece ir de la mano con el auge de los relatos autobiográficos, muy presentes en la obra de estos escritores, y el atractivo que suscitan estos en cierto público que tal vez, al interesarse por las y los autores en particular, ya no buscan novedad en el relato, sino ahondar más en las vivencias y opiniones de quienes escriben”.
“Son más liberados -explica Matías Rivas-. Hablan de temas actuales, yo creo que interpretan bien la incomodidad contemporánea, el cómo estamos viviendo. Todos escriben sobre la actualidad, el hambre, la sed, la inmigración, los problemas del mundo. Hablan mucho de amor, del sexo. Más que contar historias, critican la vida”.
Rivas también añade un factor que tiene que ver con la pluma misma de los autores: “Son muy claros para exponer, son entretenidos. Critican la vida contemporánea con humor, son radicales. Además, cada uno de los autores son personajes en sí mismos, por eso cuentan su vida en los libros, eso es clave. Todos estos escritores tienen en común que escriben y rozan lo autobiográfico. No son autores que pretendan tener ‘la gran voz’, como pasa en Estados Unidos. Por ejemplo, Johnatan Franzen trata de explicar su país, y de escribir ‘la gran novela americana’, pero estos franceses no, son más cosmopolitas”.
“Si los comparas con la literatura de Alemania o España, no encuentras una banda de autores tan grande publicando en la actualidad, y que todos se podrían ganar cualquier premio, que todos son esperados”, añade Rivas.
Elena Bahrs agrega otro factor. A partir del “Mayo feminista” de 2018, y el surgimiento del #MeToo, hubo un renovado interés por lecturas de autoras feministas francesas. “El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, se disparó y fluyó un montón. Mucha gente joven quiere empezar a introducirse en el feminismo con ese libro. También Virginie Despentes, con la Teoría King Kong, Yasmina Reza, Victoria Mas o Laetitia Colombani”.
Desde su experiencia, Cat Contreras también da cuenta del asunto. “Tal vez sería erróneo decir que hay una relación directa entre este auge de los movimientos feministas y la búsqueda de autoras francesas por parte de las y los lectores, sin embargo, es cierto que durante los últimos años ha habido un gran interés por las escritoras, tanto desde el punto de vista del público como de las editoriales. Ciertamente ha aumentado la solicitud de autoras francesas como Simone de Beauvoir, Virginie Despentes, Annie Ernaux o Delphine de Vigan, pero así también es notorio que lectoras y lectores buscan más obras de autoras en general, ya sean latinoamericanas como Mariana Enríquez, Camila Sosa Villada o Clarice Lispector o chilenas como Nona Fernández, María José Ferrada o Paulina Flores”.
“Están las autoras feministas -dice Matías Rivas-. La Catherine Millet, la Virginie Despentes. Hablan de cuerpo, es otro tema que los cruza a todos, no dejan de pensar en eso”.
Sergio Parra comenta y agrega un punto que también ha recibido notoriedad, el de los libros más reflexivos. “Las dos áreas que circulan más son el feminismo y el pensamiento francés, que venía de la filosofía clásica, más que el inglés o el americano. La Simone de Beauvoir siempre se ha vendido. El ensayo es fuerte, con Michel Foucault, Jacques Derrida, Roland Barthes. Aún hay harta lectura de ellos”.
“Hay mucha gente que viene a buscar pensadores franceses de filosofía y sociología -asegura Elena Bahrs-. Piden harto a Georges Bataille, Simone Weil, Michel de Montaigne, Michel Foucault o Gilles Deleuze”.
Matías Rivas añade: “En Chile, la teoría francesa se ha leído mucho. Jacques Derrida estuvo en Chile y lo han traducido chilenos. Estuvo Jean Baudrillard acá también. Hace poco se editó el curso de Roland Barthes sobre el amor, también Élizabeth Roudinesco, que es sicoanalista. George Perec fue influyente sobre Bolaño y su generación. Parte de la riqueza cultural chilena tiene tradición francófila, desde Martín Rivas que hablaba francés, eso no ha muerto”.
En castellano, los libros de los autores mencionados han circulado por las editoriales españolas Cabaret Voltaire, Salamandra, Tusquets o Anagrama. De esta última, han llegado los libros de Modiano, Millet, Deleuze, Houellebecq y Carrère. Vía e-mail, Jorge Herralde, el fundador de la histórica casa editora catalana, cuenta a Culto cómo fue que conoció y decidió publicar al autor de El mapa y el territorio.
“Conocí a Houellebecq gracias al gran editor Maurice Nadeau, en París, completamente borracho, y desde entonces he publicado con enorme placer todas sus obras y nos hemos visto en Barcelona muchas veces bebiendo a mansalva”, dice Herralde.
Ademas, recuerda cómo fichó a Carrère. “De él, ya se habían publicado varias obras, pero cuando leí El adversario, gracias a Paul Otchakovsky, me quedé deslumbrado. Desde entonces, hemos ido incorporando sus obras al catálogo. Nos hemos visto en numerosas ocasiones, la última vez en Oviedo para la recepción del premio Princesa de Asturias.”
Pero también las editoriales chilenas han tenido algo que decir. Ediciones UDP publicó en 2015 Tiempo y presencia, de Jacques Derrida, con traducción nacional; además, este 2022 publicó Escritos sobre Roland Barthes, un estudio que la argentina Beatriz Sarlo hizo sobre el autor de La cámara lúcida.
En narrativa, la casa editora Los Libros de la Mujer Rota publicó La otra hija, una novela de Annie Ernaux, en abril de 2022. “Nos interesó cómo trabaja con el material autobiográfico y la memoria, haciendo de ello un proyecto literario complejo, íntimo y muy sólido”, cuenta a Culto su editora, Claudia Apablaza. Agrega que la posibilidad de publicar un libro suyo llegó gracias a la fallecida autora peruana Patricia de Souza, quien era amiga y traductora de la francesa.
“Patricia nos presentó este proyecto de traducción que fue inmediatamente acogido por la editorial al pensar temas, una estética y ética afines a nosotros -cuenta Apablaza-. Lamentablemente, Patricia de Souza falleció el año 2019 y no pudo ver concluida esta traducción. Como editorial tomamos la decisión de continuar con el proyecto, lo consultamos con Annie Ernaux y estuvo de acuerdo en trabajar con otro traductor. Así, fue Galo Ghigliotto quien llevó adelante este proyecto de forma tan comprometida como lo estaba realizando Patricia. Además, recibimos el apoyo del Fondo de Libro y del Instituto Chileno Francés para esta traducción”.
A pesar de su trascendencia a nivel mundial, Apablaza destaca la calidad humana de Ernaux a la hora de laborar con ella. “Annie es una persona muy profesional, comprometida con su trabajo y además muy amable en el trato”.
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