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Columna de Álvaro Ortúzar: Amélie, Margaret y Frédérique
Amélie Nothomb, Margaret Atwood y Fred Vargas. Tres escritores enormemente conocidos por sus obras más que por sus vidas. Por ello y por lo interesante de sus personalidades e influencias, en esta columna hablaré de lo poco que sé sobre ellos y añadiré un par de recomendaciones.
Amélie Nothomb. Yo diría que lo que ella sufre se transforma en tinta. Su dura vida en Japón, por ejemplo, aparece oculta en “Stupor and Tremors”; La trágica muerte de su hermano se refleja en “Assassin’s Hygiene”. Se ha dicho que sus obras son mordaces y que parte de su fascinación consiste en llevar a sus personajes al límite del absurdo y, en ocasiones, del monstruoso. Estos días leo “Diccionario de nombres propios”, una novela corta que ha sido comentada como un “hermoso y sangriento cuento de hadas”. La niña Plectrude (el horrendo nombre con el que la bautiza su madre) es adoptada por su tía y desde muy pequeña muestra un carácter obsesivo a cuyo servicio pone la danza, con un talento excepcional y destructivo. La relación madre-hija y sus personalidades y patologías son inquietantes. Un libro en el que la belleza entristece.
Margaret Atwood, muchos de cuyos libros están traducidos al español, es una escritora cautivadora. El feminismo, la protección contra la debilidad, tiene sus raíces en sus rasgos personales y su prosa. Basta recordar “El cuento de la criada” para corroborarlo. En esta novela, convertida en serie de televisión, habla de un mundo imaginario amenazado por el colapso de la tasa de natalidad, como consecuencia de enfermedades, infecciones, contaminación, que explican por qué un régimen teocrático, fundamentalista y totalitario somete a la esclavitud a las mujeres fértiles. , pero peor aún, al sometimiento extremo. Son educadas y preparadas para servir en los hogares de líderes políticos que las obligan a dar a luz. Entre ellos, la doncella Offred, vestida de rojo como todos los de su casta y entregada a un político despiadado, sobrevive gracias a su recuerdo de la libertad. Y sólo por eso la vida tiene sentido.
Fred Vargas es el seudónimo con el que escribe Frédérique Audoin-Rouzeau. Su especialidad, como alguien dijo, es la novela “más negra”. Y por supuesto, los complejos entornos, la personalidad de los criminales y, sobre todo, el carácter sombrío y solitario del comisario Adamsberg y su equipo, incluido un arqueólogo que desentierra cadáveres ocultos. Leí “La Tercera Virgen” que, aunque antigua en su repertorio, tiene la magnificencia de la historia en la que aparece el fantasma de una monja asesina, fallecida en el siglo XV, crímenes cometidos contra mujeres que no conocían a los hombres y la capacidad. relatar hechos y personajes sólo propios del comisario inteligente. Sin embargo, la propia Frédérique ha sido protagonista de otra historia. Era defensora de un terrorista del Partido Armado por el Comunismo, condenado por cuatro asesinatos políticos en los años 1970, Cesari Battisti. Vale la pena buscar este episodio de su vida.
Por Álvaro Ortúzarabogado