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Crecimiento promedio del PIB en el gobierno de Boric sería el segundo más bajo desde 1990, según sus datos

Martina E. Galindez

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El camino económico del gobierno de Gabriel Boric, que recién comienza, ya se ve rocoso. La alta inflación que se ubica en 10,5% en doce meses y la perspectiva de desaceleración económica prevista en el Informe de Finanzas Públicas (IFP) para este año y el próximo, con una estimación del crecimiento de la Producto interno bruto (PIB) de 1,5% y 0,4%, respectivamente, anticipan un viento en contra que habrá que superar.

Y aunque para 2024 y 2025 las proyecciones de expansión de la economía mejoran a 3% para ambos años, en todo caso el promedio esperado para esta administración es de apenas 2% en su cuatrienio.

Así, de materializarse esta previsión, el periodo de gobierno de Boric sería el segundo con el crecimiento más bajo desde 1990, superando solo al del segundo mandato de Michelle Bachelet, que registró una expansión promedio del PIB de 1,8%, y algo menor al 2,6% de la segunda administración de Sebastián Piñera.

El crecimiento de la economía desde el retorno a la democracia, cuando el gobierno de Patricio Aylwin logró una expansión promedio de 7,4%, ha mostrado una caída bastante sostenida: el mandato de Eduardo Frei Ruiz-Tagle registró 5,5%, mientras que el de Ricardo Lagos concluyó con 4.8%. A su vez, el primer ciclo de Bachelet se despidió con 3,5%, mientras que la excepción estuvo en el mandato de Piñera 1, donde se anotó un promedio de 5,4%.

Ese es el cuadro de la historia y cada período tuvo algunas complicaciones externas, siendo la más aguda la crisis asiática que afectó el final del gobierno de Frei y el comienzo de Lagos. En la primera administración de Bachelet, hacia el final del período, llegó la crisis subprime. El segundo gobierno de Píñera enfrentó la crisis del Covid-19, el mismo factor que condiciona las perspectivas de actividad del actual gobierno bórico, más los efectos de la guerra en Ucrania.

Los analistas consultados advierten que la proyección de 2% para estos cuatro años tiene riesgos a la baja, y puede ser inferior al nivel esperado. Felipe Alarcón, economista de Euroamerica, sostiene que “si hay que añadirle un sesgo a esa proyección, es a la baja, ante un escenario interno y externo inusualmente incierto, y cuya resolución o desenlace podría demorarse”.

Mientras que Francisca Pérez, economista jefe de Bci, señala que “nuestras estimaciones son algo inferiores al 2%, con un crecimiento promedio cercano al 1,5% del PIB en el escenario base. El próximo año creceremos cerca del 0% y la recuperación será bastante lenta”. En ese sentido, destaca que “en este momento vemos que los riesgos negativos son mayores que un escenario positivo. Nuestro escenario negativo es que el período promedia alrededor del 0%”.

Carlos García, académico de la Universidad Alberto Hurtado, destaca que “el 2% es optimista, nos costará llegar a esa cifra”. Y Carolina Grünwald, economista jefe de Banchile, menciona que en su proyección base “tenemos un escenario bastante alineado con el IFP para los años 2022 y 2023. Sin embargo, los siguientes años el IFP incorpora una cifra de 3%, por encima del crecimiento estimado. tendencia Eso me parece un poco optimista “.

De esta forma, los consultados se inclinan más por un crecimiento medio en torno al 1,5%. De concretarse, sería el periodo de menor actividad desde 1990.

Los riesgos que ven los expertos son variados. Los hay internos y externos. Los primeros tienen su origen en una inflación que no cede y, por tanto, en un tipo de interés que seguirá subiendo, lo que podría provocar una mayor “ralentización” de la actividad el próximo año. A esto se suma la incertidumbre por el proceso constituyente, que más allá de que en septiembre se conocerá el resultado del plebiscito de salida, la implementación, en caso de que se apruebe el nuevo texto, no será de la noche a la mañana, lo que podría afectar decisiones de inversión.

Externamente, los riesgos están asociados a la extensión de la guerra entre Rusia y Ucrania, y la política monetaria de Estados Unidos, que podría ser más agresiva de lo esperado, afectando la recuperación mundial.

Marco Correa, economista jefe de BICE Inversiones, sostiene que “si el conflicto internacional sigue escalando o el proceso político social que enfrenta el país produce más incertidumbre, podríamos ver cifras más bajas. Algo similar sucedería si la inflación no disminuye y el Banco Central se ve obligado a mantener tasas de interés más altas por más tiempo. Por otro lado, entre los riesgos positivos se encuentra un ciclo donde los precios de commodities como el cobre continúen al alza, por mayor demanda de China o como resultado de la transformación energética.

Para Alarcón, uno de los factores que puede conducir a un menor crecimiento “viene de una eventual extensión del conflicto en Ucrania y sus consecuencias asociadas”. A esto se suma una posible recesión en Estados Unidos por el ciclo alcista de la Fed y una desaceleración más fuerte en China. A nivel local, los riesgos a la baja se concentran “en el proceso constituyente: uno, por las normas económicamente dañinas contenidas en el proyecto de Constitución, y dos, por un proceso constitucional que puede demorar una eternidad, ya sea por las constantes reformas si el I aprobar, o por un nuevo proceso si gana el rechazo”.

La visión de García apunta a que “este año tenemos un peor escenario internacional por el aumento del precio del petróleo, los alimentos y las tasas de interés internacionales, junto con una política fiscal menos laxa y un Banco Central subiendo tasas. Todos estos elementos indicarían un fuerte sesgo a la baja en las proyecciones de crecimiento”.

Francisca Pérez indica que “nuestro escenario base tiene como elemento principal un mantenimiento de la incertidumbre política, donde la confianza económica no se recupera y eso debilita las instituciones”. En ese contexto, agrega que “creemos que si gana la aprobación será por un margen muy bajo, dando poca legitimidad a la nueva Constitución y que si gana el rechazo se promoverá otro proceso constitucional, lo que mantendrá a los agentes reacios a invertir”. decisiones y consumo”. Allí menciona que “los principales riesgos que vemos son una mayor tensión social y un gobierno que no logra contener la violencia y pierde el control de la agenda económica”.

Rodrigo Montero, decano de la Facultad de Administración y Negocios de la Universidad Autónoma, afirma que “el balance de riesgos es negativo”, pero menciona que “la buena noticia es que aún hay tiempo de volver a poner el crecimiento en el centro del debate Personalmente, veo que la reforma fiscal podría hacer un guiño al crecimiento económico”.

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