Economia
Desconfiar de los buenos resultados y hacer preguntas incómodas: los ejes para avanzar en integridad en las empresas
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3 weeks agoon
El polémico Caso Audios, protagonizado por el abogado Luis Hermosilla, el empresario Daniel Sauer y la abogada Leonarda Villalobos, expuso un posible delito de tráfico de influencias que afectó a instituciones públicas y privadas y, con el paso del tiempo, abrió nuevas aristas que involucran a diversos ejecutivos, dando lugar a otros focos de investigación.
Un caso que dejó claro que la integridad y la transparencia siguen siendo un desafío dentro de las organizaciones en Chile.
Pese a ello, hay empresas que siguen esforzándose por hacer las cosas bien. Esa es al menos la lectura que existe al interior de la Fundación Generación de Negocios (FGE), entidad que desde 1995 se dedica a promover la importancia de la integridad en las organizaciones del país.
Para ello, la entidad, liderada por Janet Awad, ha desarrollado diversas herramientas, como el Barómetro de Valores e Integridad Organizacional, plataformas de líneas de denuncia y declaraciones de conflictos de interés, capacitaciones en normativa y cumplimiento, entre otras. Esfuerzos que buscan acompañar a las empresas en la implementación de una cultura organizacional integral.
Sin embargo, en la FGE son conscientes de que esto no es suficiente, y que para avanzar en integridad y, con ello, combatir eficazmente la corrupción, es necesario impulsar un cambio cultural. Es decir, prácticas de combate basadas en el “tengo un contacto que nos puede ayudar” o la filosofía del “saltarse la cola”.
Así quedó en evidencia en un conversatorio organizado por la FGE y parte de su directorio -Jorge Tagle, Carmen Román, Macarena Letelier y Tadashi Takaoka- y Diario Financiero.
“Si uno retrocede en el tiempo, esto primero fue como un tema que solo pasó en el mundo empresarial, y luego, con los últimos acontecimientos, es algo que también pasa en el mundo de las organizaciones sin fines de lucro, algunas empresas estatales y bueno. , hoy lo cubre todo”, dijo Janet Awad, quien agregó que esto demuestra que el problema es más profundo y que hay que abordarlo de otra manera.
Para Awad, el “dolor de la integridad” es un dolor de la sociedad y no es algo que sólo pueda limitarse a un grupo de personas, “es algo que comienza en la educación, en la familia”. agregó Awad, quien reiteró que hay que ser conscientes de que “es un problema social, es un problema de país y creo que por eso es importante que lo abordemos a niveles integrados. Esto no se solucionará sólo con organizaciones que se dediquen a estos temas y que pongan a disposición herramientas y protocolos. Se requieren políticas públicas relacionadas con el tema educativo, una prioridad social”, añadió.
Un diagnóstico con el que coincidió la directora de la FGE, Carmen Román, quien agregó que muchas veces el déficit o retraso que muestran las organizaciones en este tema se debe a que no saben abordarlo de manera eficiente.
“Hay una serie de instituciones y empresas intermedias que más allá de querer hacer las cosas no saben cómo hacerlas. No tienen idea de cómo bajar esto. Parece que son aspectos muy etéreos, muy difusos y que no hay forma práctica de abordarlos”, añadió el director.
Los desafíos
¿Cómo se detectan las deficiencias de integridad y cómo se debe iniciar el diagnóstico? Para la directiva de la FGE, la respuesta está en el talón de Aquiles de este tema: la dificultad que existe dentro de las organizaciones, y en las propias personas, para asumir que se puede tener poca integridad.
“Puedes reconocer que es poco productivo, miras las métricas y eso te puede ayudar a detectar falencias. Pero la única manera de saber que estás faltando a la integridad en general es decir: ‘oye, nos demandaron’ o ‘el gerente general está siendo juzgado’. Cuestiona eso y no es un ejercicio sencillo”, afirmó Tadashi Takaoka, director de la fundación.
Para él, además, también hay “una capa de miedo” en este tema, ya que se supone que reconocer un error o fallo implicará inmediatamente una sanción.
Para Carmen Román, si se quiere posicionar el tema de la integridad como un pilar central en el funcionamiento de las organizaciones y empresas, es crucial que cuestionen la forma en la que están actuando.
¿A qué apunta esto? Monitorear y mirar críticamente temas como, por ejemplo, los incentivos a ejecutivos y trabajadores.
“El tema de los incentivos a los ejecutivos es un tema grande, porque en la medida que los presionas para que hagan cosas y quieres más y mejores resultados… bueno, a veces los propósitos se desvían”, dijo, agregando que es crucial “cuestionar los buenos resultados y no sólo los malos. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué esto nos dio tan buenos resultados? “Algo podría estar pasando”, dijo.
No es lo único: otro aspecto crucial de esta cuestión es la falta de mediciones y datos al respecto.
“Hoy no estamos midiendo cómo las empresas resuelven sus conflictos. ¿Cómo me relaciono con todos mis stakeholders? ¿Cuál es la política de las juntas directivas para afrontar los conflictos?” cuestionó Macarena Letelier, miembro del directorio de Generación Empresarial.
El papel de las juntas
Otro aspecto en el que hubo consenso entre los directivos de la FGE es que para establecer la integridad como un pilar prioritario, y no sólo como algo decorativo en las empresas, es especialmente importante involucrar a los directorios. Un tema que ya está tomando fuerza en las empresas locales.
“Cuando uno gobierna bien en esas juntas uno ejerce el liderazgo, y ese liderazgo incentiva las buenas prácticas y de alguna manera te conmueve, porque el ejemplo está dado. Creo que ese es un cambio grande que se ve hoy, en cómo se relaciona la junta directiva con la organización. Antes sucedía que, cuando se reunía la junta directiva, parecía que había un ambiente diferente. Y hoy hay una interacción que creo que es más sana y que genera confianza”, afirmó Letelier.
De sus palabras se hizo eco Jorge Tagle, director de la FGE, quien agregó que la única manera de combatir las malas prácticas es “la cultura. La única manera es que esto penetre hacia abajo a través del directorio. Se debe comunicar constantemente cuáles son intransferibles. Qué no se puede hacer y qué no permite la empresa, y actuar en consecuencia. Si sabes cuál es tu infranqueable, la barra nunca será movida”.
Para Takaoka, un ejemplo que ilustra que con comunicación y reiteración se puede posicionar el tema es lo ocurrido cuando se empezó a implementar la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad en los vehículos.
“No es lo mismo, pero cuando se empezó a exigir el uso del cinturón de seguridad se transmitió que el no uso sería sancionado y funcionó. Ahora se usa. En la medida que la integridad se vuelve infranqueable y se transmite de esta manera, se avanza”, añadió.
Otro aspecto relevante, y que destacó Letelier, es que la mayor preocupación que han mostrado las juntas directivas ha ido de la mano de una mayor implicación de los sindicatos en la lucha contra la corrupción.
“Hoy tienen comités de ética, hay capacitación. Cuando aparecen estos casos, se llama a los involucrados y se les pregunta qué pasó. También hay cartas de conducta empresarial. Les diría que desde los sindicatos, así como desde la fundación, hay mucho trabajo para promover la capacitación y la prevención y el acompañamiento ante estas situaciones complejas”.
Sin embargo, para terminar, dentro de la FGE ven con más optimismo el posicionamiento de la integridad como un tema relevante para la sociedad en su conjunto, ya que -a juicio del directorio- algo que ilustraría esto es que actualmente existen recriminaciones contra quienes han estado involucrados en casos de corrupción.
“Hay una sanción moral mayor”, dijo Awad.
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