Dado el aumento de eventos extremos como sequías o inundaciones y la destrucción de ecosistemas naturales por plantaciones forestales o condominios, sería difícil pensar que nuestra especie está en armonía con la naturaleza que todavía nos rodea. Desde la era industrial, hemos extinguido miles de especies cambiando los bosques a los campos de cultivo o ganado o al introducir nuevas especies que compitan por los recursos, anteriores o introducen nuevas enfermedades, particularmente en islas como las del archipiélago de Juan Fernández. Sin embargo, el impacto de nuestras actividades no siempre es tan obvio como la extinción de una especie.
Sorprendentemente, la diversidad local de ecosistemas terrestres no ha cambiado sistemáticamente desde la época de nuestros abuelos o grandes grandparentes. Es decir, si mañana uno sale para contar la cantidad de especies de árboles en una colina cercana, es muy probable que encuentre la misma cantidad de especies que hace 30 o 50 años. Pero la diversidad es mucho más que el número de especies, también incluye su identidad y el número de individuos de cada uno.
Y este componente de la diversidad es donde ha cambiado la evidencia más clara de cómo ha cambiado la biodiversidad en el siglo pasado. Las plataformas como los rasgos.Cl (cartera del Observatorio de datos) nos muestran que los bosques de hoy están dominados por otras especies que los de nuestros abuelos. Aunque en los bosques de Chile central había especies como la espina (Vachellia cueva), el litro (Lithrea causic), o BOLDO (Peumus Boldus), no eran tan comunes como lo son hoy. Por otro lado, especies como Frangel (Kageneckia Angustifolia) eran más comunes, y ahora se han vuelto relativamente escasos debido a la pérdida de hábitat, tala ilegal y cambio climático. Estos cambios en la diversidad de ecosistemas boscosos en el centro de Chile, como en otras partes del planeta, pueden atribuirse principalmente a actividades humanas que han permanecido en segundo plano frente a los impactos del cambio climático.
Durante los años más secos de Megeasequía, los grandes parches de cableado de bosques en el verano nos hicieron creer que el cambio climático había afectado fuertemente la diversidad de los bosques del centro de Chile. Y en el caso de varias especies emblemáticas del bosque esclerofílico, como Peumo (Criptocraya Alba), el megaser redujo su crecimiento y capacidad reproductiva, y aumentó su mortalidad, lo que resultó en importantes disminuciones en sus poblaciones. Pero con las lluvias de los últimos dos años, estos mismos bosques han reconstruido con vigor, demostrando así su resistencia.
¿Qué significa Megeasequía (u otros eventos extremos en el futuro para la biodiversidad de Chile Central? La desertificación (es decir, la pérdida de vegetación).
Por Dylan Craven, investigador asociado en el Observatorio de Datos, y profesor asociado Centro Gema, alcalde de la Universidad.