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El debate que dejó Ventanas: la fundición, un negocio poco rentable, pero estratégico

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La fundición Aurubis ganó 1.430 millones de euros en 2021, un 16% más que hace un año. Está en medio de Hamburgo. Dongy Ing, en China, obtuvo ganancias; mientras que Huelva, de Atlantic Copper, en España, fue la segunda más rentable del mundo en Ebitda, tras Aurubis. Las fundiciones más importantes del mundo no supieron de números rojos. La división Ventanas, en Puchuncaví, perdió US$ 20 millones, Hernán Videla Lira, en Paipote, reportó utilidades por US$ 22 millones, tras perder más de US$ 41 millones un año antes.

En Chile hay siete fundiciones; todas sobre la media de costos de la industria global. Si el promedio llega a US$ 100 por tonelada de concentrado, en el país llegan a US$ 188, según datos de Cochilco. Y las estatales se disparan con US$ 208 versus US$ 143 de las privadas. Información de Cochilco apunta a que, en promedio, deberían reducir sus costos un 47% para llegar recién a ser competitivas.

Un escenario económico que, de cierta forma, se contradice con los recientes anuncios que apuntan a generar nuevas fundiciones. “Yo soy un convencido que Chile necesita construir una nueva refinería. No de 400 mil toneladas como es Ventanas, sino de 1,5 millones, moderna, que capture el 99,8% de los gases, no en una zona de sacrificio”, señaló el presidente de Codelco, Máximo Pachecho, hace una semana en CNN. Ya se ha hablado de una inversión superior a los US$ 1.000 millones. Y, de hecho, ya han visitado fundiciones… no sólo ahora, sino en los últimos años. En 2019, por ejemplo, el entonces ministro de Minería, Baldo Prokurica, con el ex Enami, Robert Mayne-Nicholls, anduvo en Aurubis.

Ello, en un panorama donde China ha ido ganando terreno a pasos agigantados, con posibilidad de fundir más y a menores costos… bastante menores; la media mundial es de US$ 100 por tonelada de concentrado: en el gigante asiático es casi la mitad: US$ 56.

Dado ese análisis, ¿no es más rentable mandar todo el concentrado al gigante asiático en vez de fundir acá? “Probablemente en el corto plazo, sí”, responde el vicepresidente ejecutivo (s) de Cochilco, Joaquín Morales. Pero a renglón seguido, respalda su desarrollo: “La industria minera, además de buscar retornos asociados a todo el ciclo del negocio, debe ser un motor de desarrollo y con mirada estratégica y de largo plazo”.

Hoy, Chile exporta el 50% del cobre en formato de concentrado. Y las proyecciones apuntan a que será el 70% en la próxima década. “Todos los proyectos futuros son concentrados y si se calcula la rentabilidad que obtiene una minera al vender su concentrado es enorme comparado con lo que tiene una fundición”, subraya el profesor de la UC, Gustavo Lagos, un referente en minería.

Hasta 2003, Chile tenía el 13% de la capacidad de fundición del mundo, un primer paso clave en la industria cuprífera que se traduce en tomar el concentrado -que posee un 30% de cobre además de otros minerales- y fundirlo para obtener un 97% de pureza. Luego pasa a la refinación, donde se obtiene el cátodo, un producto con un 99,99% de cobre. En ese entonces, Chile era el líder junto a Japón.

En 2005, China comenzó a desarrollar fundiciones de manera acelerada. Y saltó de un leve 13% de capacidad a su actual 40%. Y bueno… Chile empezó a quedar atrás y descendió a un débil 7%. Hoy es más económico fundir en China que acá. Sin embargo, todos insisten en que desde el punto de vista estratégico es necesario elevar la capacidad de fundición local. ¿Por qué?

“Más allá del análisis de las rentabilidades de corto plazo, aumentar las exportaciones de concentrados de cobre nos expone a más factores de mercado que no podemos manejar, así como a desafíos normativos y regulatorios. Además, como principales productores de cobre, tenemos un compromiso de resguardar ambientalmente el planeta”, explican en Cochilco.

Existe un poder de negociación detrás de los valores que fijan las fundiciones a los vendedores de concentrado, los llamados cargos de tratamiento. Estas negociaciones las lleva adelante China y, según el poder de la contraparte, serán mejores o peores. “Es conveniente mantener un poder de negociación, aunque sea mínimo como el actual”, opina Gustavo Lagos.

Hace 30 años que Latinoamérica no desarrolla una fundición. La última se abrió en Chile, Altonorte en 1993, administrada ahora por Glencore. En el sector minero reconocen que la inversión en ellas ha sido escasa, una de las razones del porqué han ido acumulando pérdidas.

Hoy, las fundiciones ganan por dos variables: los cargos de tratamiento, y la posibilidad de extraer subproductos como el ácido sulfúrico y recuperar minerales por los cuales no pagan. Sólo se cancela por el cobre, oro y plata; pero el concentrado tiene múltiples minerales más. “Los chinos recuperan 19 metales”, dicen en el sector. Y aún más: generalmente la fundición paga por el 96,7% del cobre que está en el concentrado, mientras las fundiciones bien operadas pueden llegar a recuperar un 98%. Si recuperan más o menos que lo pagado, las pérdidas o ganancias son de la fundición. El 95% de los contratos son a largo plazo (TCRC benchmark) y se negocian anualmente. El resto es spot.

Según Cochilco, los ingresos de las fundiciones chilenas varían entre US$ 180 y US$ 230 tonelada de concentrado tratado, prácticamente lo mismo que su costo.

El informe “Análisis económico de las cadenas globales de valor y suministro del cobre refinado en países de América Latina”, de la Cepal, detalla el proceso: las grandes compañías productoras de concentrado, entre las que están BHP, Glencore, Codelco, Freeport McMoran, Antofagasta Minerals, entre otras, se reúnen en China con el representante de las fundiciones de ese país en diciembre y, usando los datos del mercado proyectados para el año siguiente, así como los antecedentes de los últimos años, negocian el TCRC benchmark que regirá el año siguiente.

El experto Gustavo Lagos explica que antes los cargos de tratamiento eran del orden del 20% del precio del cobre, hoy es menos del 10%. “Por eso, los mineros no quieren saber nada de fundir, porque les conviene venderle a China. Y eso explica que Codelco no haya hecho ninguna inversión en las fundiciones, salvo lo obligado ambientalmente”, dice. En Cochilco respaldan esa mirada: “Se ha invertido principalmente para cumplir con la normativa ambiental”, señalan.

Para las mineras, tener una fundición no es rentable. De hecho, las fundiciones integradas a la mina es un modelo en retirada en el resto del mundo. Quienes operan cada rubro son expertos en ellos. En Chile, todas están asociadas: Codelco maneja cuatro; Enami, tiene una; Anglo American opera Chagres, y Glencore, Altonorte.

Lagos, eso sí, apunta a que el caso de Anglo American responde a que Chagres venía incorporada en la compra del yacimiento a Exxon. Y que Glencore es un caso especial. “Es el trader más grande del mundo que compra y vende minerales y por lo tanto sabe operar fundiciones y por eso que puede sacar ganancias en Altonorte”.

Un análisis publicado por Cesco indica que en la década de los 90 se hicieron grandes inversiones en las fundiciones para mejorar el estándar medio ambiental. La captura de anhídrido sulfuroso se incrementó fuertemente, cerca del 72% en Potrerillos, y a máximos del 87% en Ventanas y Paipote, señala el documento. Estas capturas siguieron aumentando en todas las fundiciones hasta cerca del 90% en promedio en 2009. Sin embargo, entre 2003 y 2013 la inversión cayó en dos tercios frente al período anterior. El superciclo del precio del cobre hizo que las mineras se concentraran en el negocio más rentable.

El auge de China, además, hizo caer los cargos de tratamiento spot prácticamente a cero, entre 2007 y 2008, lo que significó pérdidas para casi todas las fundiciones del mundo, salvo algunas fundiciones chinas que recibían importantes subsidios. Cesco indica que los costos de tratamiento para fundición y refinación estaban a cerca de 20 centavos de dólar la libra a fines de 2019 y que bajaron a 16 centavos en marzo 2020. Y la tendencia es que, dado que el exceso de fundiciones irá reduciéndose, el valor estará en los 24 centavos en el largo plazo. Hoy, las fundiciones a nivel mundial están a un 72% de su capacidad.

En la industria refuerzan fuertemente que, más allá de las rentabilidades, Chile necesita contar con una nueva fundición, y no disminuir esa capacidad, dada la relevancia que tiene el cobre para el país. El expresidente de Codelco Óscar Landerretche, escribió recientemente que Chile no debe abandonar el negocio de la fundición, porque hacerlo “nos expondría a un cuello de botella con el Estado chino, que podría llegar a tener, potencialmente, un poder monopsónico sobre nuestros concentrados de cobre”. Por eso, Landerretche proponía crear tres megafundiciones de última generación en Valparaíso, Atacama y Antofagasta. Enami también pretende hacer un megaproyecto de fundición.

En la industria enfatizan que una fundición bien operada puede obtener un 12% de Ebitda sobre ventas. Y que el producto está asegurado: el alto valor actual del transporte global, de hecho, podría hacer que a las mineras nacionales les sea más rentable fundir en Chile. “Desde el punto de vista de las mineras, es más conveniente fundir en Chile, porque se ahorran una parte del flete; desde el punto de vista de las fundiciones, no es más conveniente que haya fundiciones en Chile porque son mucho más caras y con costos más altos que las chinas”, resume Lagos.

Pero, más allá de ello, contar con una capacidad de fundir apunta a la necesidad de generar valor agregado, a la capacidad de investigación y, sobre todo, a una visión medioambientalista que, al final del día, podría jugar en contra si se envía todo a China. Las fundiciones nacionales son menos contaminantes que las asiáticas. China ha dicho que recién alcanzará la carbononeutralidad hacia 2060, por ende, si se aplican premios y castigos a la emisión de gases de efecto invernadero, Chile sería uno de los castigados.

Hacer una fundición rentable es difícil… pero posible. Lagos ha visualizado la posibilidad de generar una con capacidad de un millón de toneladas de concentrado, es decir 280 mil toneladas de cobre, dimensiones similares a las de Altonorte; con tecnología de punta y que capte más del 99% de los gases. Todo, por unos US$ 1.200 millones. “No podemos autocensurarnos, y dejar de hacer esto, porque los chinos lo hacen más barato y mejor”, dice Lagos.

Eso sí, en el sector hay consenso que debiera ser de la mano de un experto en la materia… y dejar a las mineras en su parcela, y a las fundiciones en la suya.

Un total de 956 productores mineros están registrados en Enami. De ellos, 260 entregan sus minerales para ser fundidos en Ventanas y en Hernán Videla Lira (FHVL, en Paipote)… la gran mayoría en esta última; solo 93 van a Ventanas. Uno de cada diez.

Desde 2005, Codelco maneja la fundición de Puchuncaví y por obligación debe procesar el concentrado de los empadronados en la Empresa Nacional de Minería; una normativa que está en vías de ser modificada ante el anunciado proceso de cierre de Ventanas. Seguirá siendo fundida por Codelco, pero una vez que se concrete el término de la instalación de la V Región se deberá hacer en alguna de las otras tres que maneja la estatal.

Según información de Enami, hoy son 77 los padrones de pequeños productores autorizados para vender concentrado a Ventanas. De ellos, 40 han concretado ventas este año. Además, hay seis contratos de mediana minería, cinco con entregas en 2022. Y diez llamados de representación, provenientes de plantas de Enami o de plantas maquiladoras de terceros.

En la solicitud de empadronamiento, los pequeños productores indican dónde quieren entregar -si en FHVL o en Ventanas- principalmente basados en su ubicación y en donde el flete sea más conveniente, explican en Enami. “En la normalidad, estando totalmente abastecida FHVL, toda la producción de concentrados desde Vallenar al sur tiene como destino Ventanas”, añaden. Y por acuerdo con Codelco Ventanas, toda la compra de precipitados y minerales de fundición directa de cobre y oro, realizadas en agencias de Coquimbo al norte van a FHVL.

En el caso de los productores cuyo mineral se procesa en Ventanas, los contratos son anuales. Los productores que aumentan producción y sobrepasan los límites establecidos por entrega pasan a ser parte de la mediana minería y por ende, tienen contrato. El resto vende cantidades por tarifa.

En FHVL, los contratos comprados a mediana minería y minería independiente -aquellos productores que entregan productos que provienen del reprocesamiento de relaves, residuos o chatarras-, son de largo plazo con duración entre 2 a 5 años, de forma de asegurar el abastecimiento futuro. “En los últimos años, por un efecto de menor apoyo en créditos individuales de la mediana minería se ha visto la partida de varios productores al sector privado, vendiendo a los traders, lo cual ha mermado la cantidad de entrega tanto en FHVL como en fundición Ventanas”, dicen en Enami.

La estatal paga a los productores una tarifa que depende del mineral -de acuerdo a precios internacionales- menos los cargos del proceso. Estos cargos permanecen inalterables durante un año y tienen como referencia el mercado nacional e internacional. Se realizan dos pagos: un anticipo con leyes estimadas todas las semanas y una liquidación definitiva con leyes definitivas de cobre, plata y oro. Para el caso de los contratos, anualmente se negocian los términos anuales de cargo de fusión y de refinación cobre utilizando el cargo internacional benchmark y se adiciona la franquicia de flete. Estos términos no varían en el año.

Para calcular el valor a pago de cada contrato, se valorizan las entregas en forma provisoria, tomando las entregas reales y leyes provisorias, valorizando el contenido de cobre, plata y oro, con un precio provisorio según el contrato y descontado los cargos de tratamiento. Normalmente, en contratos de la mediana minería se contemplan tres instancias: anticipo con pago desfasado una semana, provisoria y definitiva.

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