El verdadero poder de la subsidiariedad

Fernanda García

La subsidiaridad postula que las personas, las familias y los grupos de la sociedad civil son los que están más y mejor capacitados para resolver sus desafíos vitales. Esta es su propuesta, su núcleo conceptual positivo. De ese núcleo sigue su dimensión negativa o de contención: la ciudadanía disfruta preferiblemente sobre el estado para resolver sus necesidades. Pero a diferencia de la caricatura que los detractores del dibujo de la subsidiaridad, la contención del estado es la consecuencia y no la base de su núcleo conceptual. Esta idea es crucial y la realidad, como siempre, es útil para ilustrarla.

“La subsidiaridad no busca prescindir del estado o reducirlo a su expresión mínima. De hecho, a diferencia del anarquismo y ciertas formas del libertarismo, lo necesita. “

El programa “Lectura es poderoso” de la Fundación First Familos, permite visualizar el verdadero poder afirmativo de la subsidiaridad. Desde 2023, “Reading es poderoso, ha beneficiado a más de cuatro mil niños de sectores vulnerables que buscan enfrentar el retraso del lector escolar serio. Durante las vacaciones, y el uso de metodologías australianas adaptadas especialmente para la realidad chilena, el programa articula la acción de los misioneros universitarios y escolares, de empresas privadas, y muy importante, de las familias y comunidades a las que pertenecen los niños. Es un programa de desarrollo, abierto a cada persona, comunidad, establecimiento o empresa que quiere unirse a la iniciativa.

En esencia, los estudiantes y los tutores capacitados enseñan a los niños a leer, pero siempre agregan a sus madres y padres como tutores activos del programa. En las zonas rurales, la comunidad colabora con transferencias. La empresa privada para su parte proporciona recursos, así como colacaciones, libros útiles e indispensables para el proceso de enseñanza. El impacto medido de “leer es poderoso” es realmente sorprendente. Así, por ejemplo, en la versión 2024, el porcentaje de niños que “leen e incluyen lo que lee” aumentó del 12% al 27%. El 41% de los participantes que estaban en la categoría “no leen ni escriben o simplemente identifican letras” disminuyó al 25%. El 68% de los representantes informaron que sus hijos aprendieron más de lo esperado durante el programa, y ​​el 93% lo recomendaría a otras familias. De esta manera, la evidencia muestra que no solo se mejora la alfabetización de los niños y la percepción de la lectura se transforma como una actividad cercana, sino que también se une a diferentes actores para construir una red de apoyo que impacta vidas y comunidades. Y todo esto sucede en meses que de lo contrario estarían “perdidos” desde el punto de vista educativo, lo cual es razonable asumir que se proyecta positivamente en los meses que siguen la intervención.

El ejemplo es elocuente: la subsidiaridad no busca prescindir del estado o reducirlo a su expresión mínima. De hecho, a diferencia del anarquismo y ciertas formas del libertarismo, lo necesita. Primero, garantizar una orden que promueva la autonomía de personas y grupos. Pero muy importante, también para actuar con vigor donde las personas y los grupos omiten o no actúan por desinterés o discapacidad, en busca del bien personal y colectivo. En esta segunda dimensión, la subsidiaridad no renuncia a su espíritu, sino que nos recuerda brillantemente que capacitar y empoderar a las personas y grupos, sin victimizarlos e incorporarlos a la solución de sus problemas, es indispensable para el pozo social y la efectividad del acción estatal propia. Un desafío que todos están siendo convocados hoy.

Exit mobile version