Noticias
¿Estamos ante el fin del sueño de la casa propia?
En noviembre pasado, el Índice de Acceso a la Vivienda -medición elaborada por la Cámara Chilena de la Construcción- nos alertó con un duro golpe de realidad: Para tener casa propia, una familia promedio en Chile necesitaría ahorrar el 100% de su salario durante once años para poder cumplir su aspiración.
Por otro lado, un estudio reciente realizado por la consultora inmobiliaria Colliers arroja otra cifra no muy alentadora: Sí Una persona quiere acceder a un crédito hipotecario a 25 años para comprar un departamento de 34 metros cuadrados en La Florida, debe tener un salario mínimo de $1.300.000.
¿Dónde queda entonces el sueño de comprar inmuebles para todas aquellas familias que ¿Viven con el salario promedio del país, que es de poco más de 826 mil pesos?
La actual crisis inmobiliaria, que además de hacer inaccesible la compra de una casa también provoca un déficit de un millón de viviendas en Chile, es un fenómeno con múltiples aspectos a analizar, según la visión del cuatro especialistas que protagonizaron una nueva edición de Sesiones de Directorio, ciclo de diálogos organizado por La Tercera y la Universidad Andrés Bello (UNAB) en el marco de Junta, proyecto que busca formar una comunidad de líderes en torno a los temas que marcan la agenda del país.
los arquitectos Ricardo Abuauad -decano del Campus Creativo de la UNAB- y Margarita Verde -profesor titular de la Escuela de Arquitectura UC-, junto al sociólogo Sebastián Bowen, director de Déficit Cero, y el ingeniero civil Guillermo Rolando, El ex subsecretario de Vivienda y Urbanismo, coincidió durante la conversación en un punto: el sueño de tener casa propia está al borde de la extinción.
Los motivos son varios y provienen de diversas causas. Uno de los principales es el aumento de los precios de la vivienda -producto del aumento del valor del suelo y la crisis de costos en la industria de la construcción-, versus una escala salarial que no ha crecido con la misma velocidad; un problema que afecta especialmente a clase media, “muy rica para el Estado y muy pobre para la banca”, ejemplificó Guillermo Rolando. “Hoy nadie tiene 20 millones por un pie”.
La ex autoridad de Gobierno destacó el robusto programa de subsidio habitacional que desarrolla la Política de Vivienda en el país. “Una política adelantada a los tiempos”, afirmó Margarita Greene, quien agregó que la crisis inmobiliaria no sólo afecta a Chile, sino al mundo entero. “En Londres, un joven de clase media no tiene ninguna opción para comprar un apartamento”.
“La situación es súper difícil para los jóvenes y no sólo para los grupos más vulnerables y medios, sino también para los grupos medios y medios altos”, añadió Ricardo Abuauad. quien destacó la pérdida de confianza en el sistema bancario, otrora facilitador de miles de familias que sí aceptaron tener un préstamo hipotecario, muchas veces con financiación del 100%.
“Las condiciones se han deteriorado enormemente. La mayoría de la gente calificaba para crédito e incluso no había pie. Podríamos confiar en un sistema con un préstamo bancario a 20, 25 años”, ejemplificó.
Por otro lado, Sebastián Bowen Quería visibilizar la realidad de 1,5 millones de familias que esperan una vivienda propia; muchos de ellos gastan un tercio de sus ingresos en alquiler, una realidad muy difícil de mantener. “Hace 20 años éramos 4,5 millones de hogares. Ahora somos 7 millones y la demanda está aumentando, pero la oferta es baja, por eso el precio aumenta”, reflexionó.
Para Margarita Greene, una discusión fundamental que debemos tener como sociedad es ¿Por qué es tan importante para los chilenos tener casa propia? La respuesta, afirma el arquitecto, es obvia: La vivienda funciona como una especie de seguro de vejez en una sociedad donde las pensiones son bajas y no son suficientes para vivir la vejez con dignidad.
“El problema es que vemos la casa como una pensión. Y vivienda y seguridad deberían ser cosas diferentes”, afirmó el arquitecto, para quien ese sueño de tener una casa para toda la vida “está pasado de moda”. “En los países escandinavos la gente alquila toda su vida. ¿Porque? Porque confían y saben que el gobierno siempre les dará acceso a una vivienda digna (…) Saben que tendrán un salario y una jubilación”.
¿Qué hacer entonces? La batería de soluciones prevé varias salidas. Uno de ellos es el Fortalecer un pilar de arrendamiento que se active de forma segura, por ejemplo, cuando las personas quedan desempleadas. pero también ayuda a quienes tienen muchas dificultades, por distintos motivos, para alquilar, explica Guillermo Rolando.
Asimismo, dijo Sebastián Bowen, una buena política sería establecer una especie de Fondo de Garantía de Vivienda, enfocado a sectores medios y a través del cual el Estado apoye a las familias que buscan ingresar al mercado crediticio.
¿Es este problema una carga que sólo debería ser gestionada por el Estado? No, dijo Ricardo Abuauad. “La vivienda de alguna manera es causa y consecuencia de una serie de crisis nacionales que deben abordarse como política pública. Pero la solución no vendrá exclusivamente de la acción del Estado; “No creo que tenga la capacidad de resolver este problema solo”, afirmó.
“La (mala) experiencia reciente del MINVU con las fundaciones generó la necesidad de limitar el número de fundaciones, pero no es así. Esto no se puede resolver aumentando el aparato público. Tenemos que preguntarnos cuáles podrían ser las interacciones del mundo público y privado”, afirmó. Además, agregó, habría que revisar los permisos de construcción y uso de suelo, y ahí los municipios juegan un papel fundamental.