Economia
José Pablo Arellano: “Para cambiar de trayectoria de crecimiento se requiere, en primer lugar, creer que es posible”
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15 hours agoon
La semana pasada, la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales recibió al economista del Cieplan, José Pablo Arellano Marín, como nuevo miembro titular, en un acto solemne encabezado por el presidente de la Academia, Jaime Antúnez; el vicepresidente, Luis Riveros; y el secretario académico, Jorge Peña.
Es una organización de miembros titulares y honorarios, cuyo objeto es la promoción de las ciencias humanas en sus aspectos sociales, políticos y morales, a través de sesiones de estudio, seminarios y congresos.
El exdirector de la Dipres, expresidente ejecutivo de Codelco y exministro, José Pablo Arellano, reflexionó sobre los avances del país en las últimas décadas, la actual situación de estancamiento y exhortó a mirar el vaso medio lleno, porque, a su juicio, Chile tiene bases para un desarrollo sostenido.
Es posible lograr un consenso. Los ciudadanos lo exigen y lo han expresado en las urnas. “Está pidiendo a los líderes políticos que salgan de las trincheras, porque hay demasiadas emergencias”.
– ¿Por qué cree que es posible que Chile alcance el desarrollo?
– En primer lugar, somos conscientes de que atravesamos un período de relativo pesimismo sobre nuestra situación y nuestras perspectivas económicas. Entre 1990 y 2013, el PIB creció un 5,2% anual y, en cambio, en los últimos once años hemos crecido a sólo un 2%. ¿Significa esto que somos un “caso de desarrollo frustrado” como escribió Aníbal Pinto el siglo pasado? Al contrario, quiero proponer que ahora tengamos condiciones para pensar en un posible desarrollo. Es la reflexión que invité en aquel discurso.
– ¿Por qué Chile se ha estancado en su avance hacia el desarrollo en la última década?
– En resumen, puedo decir que hay tres variables clave para desacelerar el crecimiento económico: inversión, exportaciones y productividad.
La inversión se volvió menos rentable, debido a mayores costos, más dificultades e incertidumbres impuestas por los permisos y, sobre todo, mayor incertidumbre. Todo esto ha empezado a cambiar, pero todavía lentamente.
Las exportaciones desaceleraron su crecimiento debido a dificultades puntuales en la minería que, como sabemos, es muy importante en nuestro país. Los mismos problemas que han afectado a la inversión afectan a la minería, que es una actividad que requiere una gran cantidad de capital y es de muy largo plazo. En otros sectores exportadores también se ha producido una pérdida de dinamismo. Y, si bien es cierto que las exportaciones globales han sido más débiles en la última década, en nuestro caso hubo un debilitamiento adicional, porque hemos perdido participación de mercado.
– ¿Cuáles son las condiciones que permitirían avanzar en el desarrollo?
– Me concentro en tres. Parto de nuestra capacidad para evitar crisis económicas. Lo primero que se requiere para avanzar de manera sostenida es no retroceder, porque aparte de la pérdida que significa retroceder, se necesita tiempo para volver al punto donde estábamos. Hoy tenemos estabilidad macroeconómica, que no es fruto del azar. Se debe a cambios en nuestro funcionamiento y en las instituciones macroeconómicas relacionadas con las instituciones fiscales, la gestión del Banco Central, nuestra mayor integración a la economía internacional y una adecuada regulación y funcionamiento del sistema financiero.
Desde 1990 Chile ha logrado estos grandes avances y muchos otros, pero también hay que señalar un riesgo que se ha acentuado en los últimos diez años con el deterioro de la disciplina legislativa, producto de la fragmentación política. Este deterioro se manifiesta en la aprobación de indicaciones parlamentarias que no respetan la iniciativa del Ejecutivo en materia de gastos e impuestos. Se trata de una disposición constitucional que, fruto del aprendizaje del pasado, fue aprobada en 1970 y es básica para el equilibrio fiscal y el control de la deuda pública.
– ¿Es esta indisciplina un riesgo para la estabilidad macroeconómica?
– Creo que el populismo económico es un riesgo que se aprovecha de la debilidad de las instituciones. La actual fragmentación política representa una grave amenaza a la gobernabilidad. Hemos visto que dificulta los acuerdos para lograr políticas de largo plazo.
La estabilidad económica no es una garantía, pero es un requisito para el desarrollo sostenido. Por eso creo que es fundamental cuidar los avances que ha hecho el país en esa dirección.
– ¿Cuáles son las otras condiciones para lograr el desarrollo?
– Un segundo aspecto muy relevante para nuestro desarrollo es la relación con la economía mundial. En el último medio siglo hemos atravesado un proceso de plena inserción a la economía mundial, que desató una dinámica de desarrollo de las empresas, de sus relaciones y de sus capacidades.
– ¿El tercero?
– Y el tercer aspecto que menciono es el Estado. Lo primero es que el Estado que tenemos tiene mayor solvencia económica. La recaudación de impuestos es mayor que a finales de los 80 y principios de los 90 y los ingresos dependen menos del cobre.
En cuanto a la estructura del gasto, destaco, en primer lugar, la importancia del gasto social y de las transferencias y subsidios a las personas y organizaciones de la sociedad civil, que son la base de la política social. En segundo lugar, la menor necesidad de inversión pública directa, ya que la mayor parte de la inversión en infraestructuras viarias, portuarias y aeroportuarias, energéticas, sanitarias y de comunicaciones la realizan empresas concesionarias e inversores privados. Y un tercer aspecto destacable es el importante crecimiento de los recursos gestionados por los municipios.
Además, hubo dos reformas modernizadoras con cambios de gobernanza de algunas entidades de la administración del Estado y empresas públicas que permanecen bajo un consejo o junta directiva plural.
– A pesar de estos avances, existe consenso en que se requiere una modernización más profunda del Estado para acelerar el crecimiento…
– Lo que trato de resaltar son los aspectos en los que considero que nuestro Estado está en mejores condiciones para contribuir al desarrollo que en el siglo pasado. Pero es cierto que, junto a estos avances y aspectos positivos, hay otros en los que el Estado está lejos de facilitar el desarrollo y, es más, muchas veces lo frena. El exceso regulatorio ha sido ampliamente diagnosticado, con múltiples permisos y autorizaciones que se superponen y tardan en resolverse, lo que se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo.
“Existe una tendencia a sobrerregular y estandarizar”
– ¿A qué atribuye el exceso de “permisología”?
– Hay una tendencia a sobrerregular y estandarizar. Creo que esta inflación regulatoria, que hace más compleja la gestión del aparato estatal, en cierta medida, es también el resultado de la fragmentación del sistema político, que resulta en múltiples demandas particulares.
Esta misma división hace muy difícil acordar reformas más ambiciosas que corrijan problemas que tienen diagnósticos compartidos.
Es evidente que este tercer pilar para hacer posible nuestro desarrollo parece menos avanzado que los dos anteriores. La modernización del Estado sigue siendo una tarea pendiente, aunque, en mi opinión, es más factible de lograr que en otras realidades, con Estados muy sobredimensionados, con estructuras mucho más pesadas o que enfrentan una mayor desconfianza.
-Si en su opinión Chile tiene las bases para lograr el desarrollo, ¿por qué no lo logra?
– Para cambiar la trayectoria de crecimiento se requiere, en primer lugar, creer que es posible y confiar colectivamente en que el desarrollo del país es alcanzable o, al menos, asegurar que esa confianza se alimente con acciones. Junto a eso, es necesario que se establezca una historia compartida. Cuando hemos compartido ciertos objetivos que nos movilizan hemos avanzado y, por el contrario, nos hemos estancado o retrocedido cuando predomina la polarización, enfatizando las diferencias en lugar de los puntos de acuerdo.
Espero que los analistas, comentaristas y dirigentes no se limiten a mostrar los problemas y las dificultades, que son muchas, sino que también llamen la atención sobre las condiciones que tenemos para superarlas.
– ¿Cree que es posible alcanzar estos consensos ahora, teniendo en cuenta que el año que viene hay elecciones?
– En la medida en que se forme una coalición para el desarrollo, esta será una transversalidad que coincide en entender que ningún Gobierno podrá avanzar si no se respetan ciertas instituciones básicas que se han construido en las últimas décadas, y que son un requisito para una economía moderna que progrese en democracia.
Estas instituciones deben perfeccionarse, reformándose sobre la base de lo construido, sin intentar refundarlas y rechazando la tentación del populismo.
– ¿No ve el riesgo de que las elecciones polaricen aún más las posiciones?
– Creo que es posible llegar a un consenso. Los ciudadanos lo exigen y lo han expresado en las urnas. Pide a los líderes políticos que salgan de las trincheras, porque hay demasiadas emergencias. La gente necesita seguridad, los jóvenes necesitan empleo, el déficit de vivienda no puede seguir creciendo. Y el mundo será más complejo en los próximos años.
Con todo, creo que estamos en mejores condiciones que en elecciones anteriores para que la competencia electoral respete aquellas ideas básicas que el país necesita para progresar.
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