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Juicio a la apertura constitucional de la derecha: tres intentos fallidos, tres grandes acuerdos y otras 60 reformas desde 1989

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Durante la sesión de la Cámara Alta, el pasado miércoles, el senador socialista isabel allende atacó a la derecha al anunciar su rechazo a la reforma que rebajaría el quórum para modificar la Constitución vigente.

“Es difícil de creer (a la derecha)… No es que llegaran tarde. Fracasaron una y otra vez. ¿Por qué debería creerles ahora, porque hicieron 10 principios generales, vagos, que no significan un compromiso concreto?”, dijo el parlamentario en referencia a los episodios previos a 2005, en los que los líderes de derecha se abrieron a cambios constitucionales que no no prosperar. .

Un debate que, además, revivió con fuerza la idea de plantear un Plan B en caso de que el Rechazo gane en el plebiscito del 4 de septiembre. Esto en un contexto en el que la derecha ha tratado de dar señales para demostrar que está dispuesto a modificar la Constitución de 1980.

En la retina socialista hay episodios, que también se recuerdan en la DC y el PPD, como las promesas rotas de 1989-90, 1996 y 2003, en el cual, en particular, las directivas de RN acordaron modificar la Carta Fundamental de 1980.

El gran problema entonces era la eliminación de los senadores designados (institucionales) y el fin de la tutela militar, desde los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. y el director general de Carabineros gozaba de la titularidad y tenía un rol político a través del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena).

Sin embargo, desde la derecha contrarrestan que en 1989, cuando aún no se había elegido el Congreso, se avanzó un pacto de 54 reformas (Ley 18.825), además de que había asuntos pendientes, que fueron resueltos 15 años después, en el segundo gran acuerdo constitucional de la transición, con las demás reformas de 2005, bajo el gobierno de ricardo lagos (Ley 20.050).

En los partidos de Chile Vamos, también agregan que un tercer gran gesto fue el pacto del 15 de noviembre de 2019, que firmaron los directivos de la UDI, RN y Evópoli, junto a partidos opuestos al gobierno de Sebastián Piñera, que habilitó el proceso constituyente (Ley 21.200).

Además de esas leyes, hay otras 60 reformas que inevitablemente requirieron votos de la derecha, que han modificado la Carta Fundamental. En esa cuenta -según datos de la Biblioteca del Congreso- hay reglas interpretativas, disposiciones transitorias (incluidos los retiros de pensiones) y el último proyecto, aún no publicado en el Boletín Oficial, que crea la potestad del Presidente de poner a las Fuerzas Armadas. en el cuidado de “infraestructura crítica”.

En todo caso, en las 63 reformas a la Carta Fundamental (incluidos los tres grandes pactos), la derecha no siempre actuó unida, a veces los que permitieron estos ajustes quedaron al margen.

El año 1989 es particularmente buen reflejo del dispar reformismo de los partidos de derecha.

Tras el triunfo del No en el plebiscito de 1988, el Ministro del Interior, Carlos Cáceresquien asumió ese año, convocó a las fuerzas de oposición a augusto pinochet acordar un marco de ajustes constitucionales que jugaría en consonancia con el nuevo régimen menos autoritario.

Sin embargo, en esas negociaciones, los representantes de la dictadura se opusieron a poner fin a los senadores designados y la tutela militar.

El entonces presidente de RN, Sergio Onofre Jarpapropuso a los partidos de la Concertación que apoyaran las reformas de 1989 -que finalmente fueron resueltas en un plebiscito de ese año-, a cambio de que una vez elegido el Congreso avanzaran en los demás puntos pendientes.

Sin embargo, con la llegada del gobierno de Patricio Aylwin y la reapertura del Parlamento, el compromiso encontró la resistencia de la mayoría de los senadores de Renovación y UDI (quienes se opusieron desde el principio).

“El mismo Jarpa nos dijo, miren, primero demos estos pasos y luego hacemos las otras reformas en el Parlamento. Y cuando salimos elegidos, nunca más, hasta 2005, no había posibilidad”, recuerda exsenador y exministro Andrés Zaldívar (DC), que participó en las negociaciones de 1989 en su calidad de presidente de Falange.

“Siempre hubo reticencias en la derecha, sobre todo con ciertos reductos, que creían no poder entregar”, añade Zaldívar, quien cree que, pese a estas sospechas y a las nuevas señales que ha dado Chile Vamos, “nunca se debe descartar la casualidad”. avanzar.”

José Antonio Viera Gallo (PS), exministro, exdiputado y exsenador, quien fue el primer presidente de la Cámara con el retorno de la democracia, comenta que siempre fue difícil convencer a los legisladores de derecha. “La verdad sea dicha, que todas las reformas que se hicieron, en general, o muchas de ellas, fueron a regañadientes desde la derecha. Fue muy difícil de lograr. Algunas cosas nunca se lograron, en temas que ni siquiera se prometieron. Por ejemplo, nunca estuvieron abiertos a un reconocimiento constitucional de los Pueblos Indígenas. Nunca”, asegura.

En cualquier caso, en esos primeros años de transición, Viera-Gallo destaca dos reformas específicas: la que establecía la elección de alcalde en 1991 (hasta 1992 fueron designados) y el que permitía renovar la Corte Suprema en 1997para neutralizar el peso del “pinochetismo” en la máxima corte.

En 1996, Andrés Allamandcomo presidente de RN, intentó retomar el acuerdo Jarpa, pero nuevamente el sector conservador del partido, que tenía predominio en el Senado, se opuso a las reformas.

“Allamand fue destituido de la dirección de Renovación Nacional por revisar el tema en 1996, en un consejo general de ese partido. Luego, la derecha lo venció electoralmente en 1997 en la Región Metropolitana, lo que lo obligó a cruzar el desierto”, dijo el actual secretario general del PS, Camilo Escalonaen una columna publicada en el portal de la Cooperativa.

La pugna entre liberales y conservadores de RN tuvo un nuevo estallido en junio de 2003. En ese año, Sebastián Piñera presidió la comunidad y logró que la comisión política se abriera a explorar reformas con el gobierno de Lagos. Sin embargo, una vez más los senadores del partido, entonces encabezados por sergio romero, rechazaron la orden de la directiva. Y aunque Romero fue llevado a la Corte Suprema de RN, no pudieron romper la bancada de senadores.

En todos esos años, la UDI, que mantuvo una férrea defensa de los llamados “enclaves autoritarios”, no solo se posicionó frente a la tensión interna de RN, sino que también se benefició de la huida de algunos militantes disidentes hacia las directivas más liberales. que representó Piñera. y Allamand.

La Concertación, por su parte, solo tuvo que esperar alguna ventana de entendimiento, que recién comenzó a darse entre 2004 y 2005.

Un factor que incidió, a juicio de algunos, fue que los senadores designados ya no respondían mayoritariamente a la derecha y la Concertación había engrosado su bancada a su costa. Incluso si no hay cambios, Lagos iba a convertirse en un nuevo senador vitalicio, como Eduardo Frei.

Viera-Gallo añade que finalmente, “en las reformas de 2005 se acabaron los enclaves autoritarios, pero con bastante dificultad”.

Zaldívar, por su parte, recuerda que, a diferencia de RN, que estaba dividida, la UDI siempre “fue cerrada totalmente”, hasta el entonces senador “Hernán Larraín abrió algunos espacios para hacer reformas dentro de la Comisión de Constitución del Senado”.

Precisamente, el sindicalismo ha sido un factor que ha marcado la diferencia entre los intentos fallidos y los que terminaron en acuerdos (como los de 2005 y 2019). En estos casos, la UDI fue parte de esos pactos.

A juicio del senador y actual presidente de la UDI, Javier Macaya, “La historia no miente. La derecha ha estado disponible en muchas ocasiones a los cambios y, en otros casos, ha sido la extrema izquierda la que no ha estado dispuesta, como lo fue el acuerdo de 2019, incluida la actual ministra portavoz (Camila Vallejo, que no apoyó ese pacto) . La historia no puede ser vista con superioridad moral y no puede haber prejuicio para detenerse ante una negociación.

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