Economia
La economía argentina comienza a dar señales de enfriamiento a medida que se acelera la inflación
La economía de Argentina desaceleró su ritmo de recuperación en marzo debido a que la inflación se disparó en el país sudamericano, alimentando los temores de un estancamiento económico en los próximos meses.
Según informó este jueves el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el índice de actividad económica —un indicador que sirve como avance provisional para medir la variación trimestral del Producto Interno Bruto (PIB)— logró acumular una suba del 6,1% en los primeros tres meses del año.
Sin embargo, luego del buen desempeño mostrado por la segunda economía sudamericana en febrero pasado, los datos de marzo no fueron tan destacados y muestran un atisbo de enfriamiento en la actividad.
El índice anotó en el tercer mes del año un aumento interanual del 4,8%mostrando una notable desaceleración respecto a la tasa de crecimiento interanual que se había registrado en febrero pasado del 8,5%.
Además, la actividad económica se contrajo 0,7%, respecto al segundo mes del año, luego de que la economía lograra crecer 1,2% en febrero.
Ralentizando
Según fuentes oficiales, la actividad en marzo superó, por noveno mes consecutivo, el nivel “pre-Covid” de febrero de 2020, situándose un 5,1% por encima de ese mesy quedó un 3,3% por debajo del máximo registrado en noviembre de 2017.
Según el informe del Indec, los sectores que más crecieron en marzo en términos interanuales fueron hotelería y restauración (33,1%) y transporte y comunicaciones (12,7%), impulsados por la actividad turística en Semana Santa, y minas y canteras, con un aumento del 12,1%, que se explica en gran parte por la fuerte actividad en la formación de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta. El único sector que cayó fue la agricultura (-5,5%), actividad clave en Argentina.
Pero, aunque el resto de los 16 sectores que componen el indicador lograron mejoras en términos interanuales, el ritmo de expansión fue muy inferior al de febrero en casi todos los segmentos, mostrando signos de desaceleración.
Según Martín Calveira, investigador del IAE Business School, la escuela de negocios de la Universidad Austral, aunque la actividad tuvo un desempeño positivo en los primeros meses del año, “el alto nivel de incertidumbre del mercado en cuanto a la gestión económica, el precio relativo futuro los ajustes y el dominio político crean complejidades para su sostenibilidad”.
¿Punto muerto a la vista?
Argentina, que en 2021 logró una recuperación económica del 10,3% tras tres años de fuerte recesión, crecería en 2022 entre un 3,5% y un 4,5%, según la proyección incluida en el acuerdo de refinanciación sellado en marzo por el Gobierno de Alberto Fernández y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En tanto, los economistas privados que consulta mensualmente el Banco Central para su encuesta de expectativas pronostican que la economía argentina crecerá 3,5% este año, pero hay cálculos mucho menos optimistas que estos.
Para la consultora LCG, “en la medida en que la inflación continúe en los elevados niveles actuales, deprimiendo los salarios y, por tanto, el consumo”, se producirá una “desaceleración y caída de la actividad económica concentrada en el segundo y tercer trimestre”, con una crecimiento promedio para todo 2022 de solo 1.9%.
El consumo, de hecho, redujo su expansión interanual hasta el 4,8% en marzo, desde el vigoroso 8% registrado en febrerouna desaceleración que coincidió con el salto de la inflación del 6,7% que se produjo en el tercer mes del año.
Los expertos advierten que La inflación, que fue del 6% en abril, no solo afecta al consumo, sino también a la inversiónotro componente fundamental del PIB que, además, está condicionado por la incertidumbre que generan las disputas al interior del oficialismo, en particular respecto de la política económica acordada con el FMI.
“Los desacuerdos y las tensiones en el curso de la gestión económica exponen el desempeño futuro de la actividad económica a un potencial sesgo contractivo”, advirtió Calveira.
Según el experto, “la evidente falta de cohesión de un programa de estabilización macroeconómica que está asociado al ajuste de las variables nominales, principalmente en el manejo de la inflación, afecta no solo la gestión sino también su éxito”
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