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Economia

Las 10 claves del discurso de Boric, un intento por cambiar el ánimo político

Martina E. Galindez

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La búsqueda de otro clima

En su primer discurso ante el Congreso desde que llegó a La Moneda hace 11 semanas, el presidente Gabriel Boric trató de redescubrir sus mejores momentos como candidato. En un discurso de dos horas y 20 minutos, en el que no descuidó su estilo -las citas a autores y su reticencia a llevar corbata-, el presidente persiguió dos objetivos, utilizando sus habilidades en esta puesta en escena. Por un lado, retomar la agenda, que el gobierno no ha podido controlar en estos dos meses y medio en un aterrizaje forzoso en el Poder Ejecutivo. Por otro, cambiar un poco el humor político -el clima- con un discurso en el que no dejó de lado su narrativa de izquierda, pero con pasajes marcados por llamados a la confianza y llamados a varios sectores, como el empresario. . “En este momento histórico tenemos la gran tarea de consolidar e institucionalizar los cambios que demanda la ciudadanía y hacerlos en paz, con estabilidad y entre todos. Sin que nadie se quede fuera”, dijo Boric casi al comienzo de su intervención. “Que la esperanza y la confianza en un futuro compartido prevalezcan sobre el derrotismo y el recelo”, dijo poco antes de concluir.

Como lo había hecho en discursos anteriores, el Presidente trató de instalarse en una línea de continuidad histórica, reconociendo la dificultad de gobernar.

Señales a tus antepasados

Boric hizo diferentes menciones a sus predecesores. No solo a los cinco presidentes desde 1990 a la fecha, sino también a otros mandatarios chilenos y otros procesos complejos que ha tenido que enfrentar el país en otros tiempos. Como había hecho en discursos anteriores -los de la primera vuelta, la noche de la victoria y el día de su llegada a la presidencia-, Boric intentó instalarse en una línea de continuidad histórica, reconociendo la dificultad de gobernar. En ese acta hizo un reconocimiento –que no llegó a ser un mea culpa ni una disculpa– con las autoridades del Ministerio de Salud del gobierno anterior, por las críticas que su sector le hizo en un momento tan complejo como el actual. pandemia. Las críticas, dijo Boric, se hicieron desde la “buena fe”, aunque esa interpretación de las intenciones irritó a ciertos sectores de la actual oposición. En todo caso, se trata de un Presidente que, una vez más, revela públicamente las complejidades implícitas en el cargo.

los 30 años

A diferencia de lo que ha ocurrido con su propia generación política, acusada de prepotencia y de ignorar los logros del pasado reciente, Boric hizo varios guiños en su mensaje a los últimos 30 años, tan fuertemente criticados por su sector. El Presidente, en ese sentido, reconoció la política económica de responsabilidad fiscal, en materia de subsidios a los combustibles. Y aunque no se mostró complaciente con este período –“muchas y muchos fueron desplazados de las oportunidades de crecimiento de las últimas décadas y la política institucional no se hizo cargo de ese legítimo malestar que se estaba incubando”, dijo–, reconoció logros como “la reducción de la pobreza, mayor acceso al consumo, la ampliación de la matrícula educativa”, que calificó como “grandes logros de las últimas décadas”.

El presidente no fue atrevido con respecto a sus anuncios relacionados con el principal problema que enfrenta hoy Chile, es decir, la violencia en La Araucanía y sus regiones aledañas.

Llamadas a emprendedores

Lo dijo en varias ocasiones: a su juicio, como tantas veces planteó en la campaña, Chile es un país “social, cultural y territorialmente fragmentado”. Habló de una “fractura dolorosa” y, en esa línea, a diferencia de lo ocurrido en la toma de posesión del 11 de marzo, fue explícito al referirse a distintos colectivos, como los empresarios, que en esa ocasión no fueron invitados a la ceremonia. “Un país que está socialmente fracturado no puede crecer, por lo que una distribución más justa del ingreso es condición necesaria para que volvamos a la senda del desarrollo. Por eso, hoy quiero invitarlos a ustedes, trabajadores, empresarios, Congreso y Gobierno, a avanzar hacia un gran pacto tributario y productivo que nos permita tomar el camino del crecimiento justo, incluyente y sustentable”, aseguró Boric, cuando explicó la reforma fiscal que entrará este mes al Congreso. “Estoy convencida de que es posible reencontrarnos, sanar juntos las heridas que nos dividen y fracturan. Para dar estabilidad al camino de los grandes cambios, debemos hacerlo con la participación de todos. Quiero ser enfático, sin exclusiones. Y en esto, la participación de trabajadores y empresarios es fundamental”.

Sin grandes anuncios en dos temas clave

No hubo grandes anuncios en las dos preocupaciones fundamentales de los chilenos, según las encuestas: la seguridad y el alza del costo de vida, como destacaron sectores ajenos al oficialismo. Tampoco se detallaron las políticas públicas en torno a los grandes -y muchos- temas que abordó el presidente en su mensaje. No obstante, fijó fechas para la presentación de proyectos de reforma estructural -junio para la reforma fiscal y agosto para la reforma de pensiones- y añadió el compromiso de aumentar la productividad y el PIB potencial: “Debemos asegurarnos de que la productividad vuelva a crecer a un ritmo del 1,5 %. por año en lugar del estancamiento de los últimos 10. Si logramos esto, el producto potencial podría crecer por encima del 4% anual, lo que a su vez permitirá compensar el alza en los costos laborales que implican las medidas sociales con las que está trabajando nuestro gobierno. comprometido. , como el aumento del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral a 40 horas y el aumento de las cotizaciones a la seguridad social. A principios de la década del 2000, durante el mandato del presidente Lagos, se logró. Hoy también podemos”, aseguró Boric, en lo que se catalogó como una meta muy ambiciosa.

Optó por tomar un rol institucional y tomar cierta distancia: “El 4 de septiembre enfrentaremos una decisión trascendental: aprobar o rechazar (…) ambas opciones son legítimas”.

La violencia en la macrozona sur

El presidente Boric no fue atrevido en sus anuncios sobre el principal problema que enfrenta Chile hoy, es decir, la violencia en La Araucanía y regiones aledañas. En el esquivo equilibrio entre el uso legítimo de la fuerza por parte del Estado para controlar el orden público y no cerrar la puerta a una salida política –como ha sido la intención de este gobierno desde su programa–, en este discurso del 1 de junio siguió deambular entre ambas aguas, sin mayores sorpresas. Al abordar el conflicto, aseguró que “lamentablemente” tuvo que decretar el estado de excepción y justificó su decisión: “Soy consciente de que esta medida no resuelve el problema de fondo, que estamos abordando a través de una política integral de compra y reconocimiento de tierras”. antes detallado, pero como Presidente de la República tengo el deber de utilizar todas las herramientas legales para garantizar la seguridad de la población”.

Mensajes a tu sector

Al referirse al alza del costo de vida y las medidas que está tomando el gobierno al respecto, Boric se refirió a la “responsabilidad” y a “la tentación de soluciones supuestamente fáciles, pero que a la larga generan más problemas”, posiblemente en alusión a las retiradas del 10% de los fondos de pensiones, que él y su sector apoyaron como parlamentarios, pero que ahora ha frenado como presidente. “En los últimos años todos hemos estado tentados en algún momento de seguir este camino, cediendo a la presión de las redes sociales, al populismo oa la prepotencia de reinventarlo todo. Reunir evidencias, decir la verdad, trabajar duro y construir consensos, sin embargo, es la única manera de responder a las aspiraciones de nuestro pueblo y estar a la altura de este momento histórico”, dijo Boric, en un nuevo cambio de perspectiva desde que está en la presidencia. .

Guiños a su base de apoyo

A pesar de los reconocimientos de sus antecesores y los avances de los últimos 30 años, Boric no descuidó un discurso de izquierda dirigido a su base de apoyo de línea dura. Se refirió al estallido social como un hecho que no fue aislado –“fue una explosión de múltiples malestares y descontentos que fueron ignorados o minimizados durante décadas”, según el Presidente–, por lo que reiteró los compromisos de su gobierno en materia de “ verdad, justicia, memoria, reparación y no repetición”. Junto a hablar de “la concentración del poder en unas pocas manos y la persistencia de una sociedad en la que el lugar de nacimiento determina las posibilidades de desarrollo de las personas”, Boric enfatizó varios temas de derechos humanos y políticas feministas, en un guiño a la mujeres -especialmente mujeres jóvenes- que le dieron la victoria en la segunda vuelta.

Sin mención de su coalición.

En su triple rol de jefe de Estado, jefe de Gobierno y jefe de coalición, Boric no hizo mención de sus fuerzas de apoyo político en el Congreso, donde no tiene mayorías. Llamaba la atención porque, precisamente, será en el Parlamento donde deberá sumar votos para sacar adelante sus reformas estructurales y donde, al menos hasta ahora, sus dos fuerzas de apoyo (el Frente Amplio y el Partido Comunista más el Socialismo Democrático) han No ha sido todo lo disciplinado que La Moneda necesita y en varias ocasiones han mostrado sus diferencias. Con la conformación de un solo gran bloque político en el horizonte –como sería la intención del Presidente–, echó de menos el silencio en esta dimensión fundamental para la concreción de sus compromisos.

Un paso atrás en el plebiscito constitucional

No cabe duda de que el Presidente y sus principales ministros son partidarios de aprobar en plebiscito el nuevo texto constitucional, como han dicho el propio Presidente Boric, la ministra Izkia Siches o el ministro de Hacienda, Mario Marcel. Tampoco es que el destino del gobierno y su éxito esté muy ligado a que los ciudadanos den un voto de confianza al texto el 4 de septiembre, a pesar de la tendencia en las encuestas. En medio de la polémica por un posible intervencionismo en el proceso, sin embargo, Boric en su discurso optó por asumir un rol institucional y tomar cierta distancia: “El 4 de septiembre nos enfrentaremos a una decisión trascendental: aprobar o rechazar la propuesta de una nueva Constitución Ambas opciones son legítimas, y el gobierno tiene el deber de garantizar que los ciudadanos se expresen libremente en las urnas de manera informada”, aseguró sobre el proceso de mayor relevancia política que lleva a cabo Chile, marcando un cambio con respecto a sus últimas intervenciones.

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