Lecciones de 2022 | Diario Financiero

RODRIGO ARAVENA GONZÁLEZ

El cierre del año es una buena oportunidad para realizar un análisis detallado de los principales desafíos enfrentados durante el período, así como para extraer lecciones para el futuro. Esto es aún más importante hoy, dada la complejidad de 2022 y la gran cantidad de desafíos que enfrentaremos a partir de 2023. En este contexto, podríamos, de manera muy amplia, centrarnos en tres lecciones principales.

Para empezar, este año nos volvió a recordar, de repente, las fragilidades y vulnerabilidades que enfrentan los países y sus economías. Sentimos esto directamente el 25 de febrero, una vez que Rusia comenzó la invasión de Ucrania.

“Este año nos recordó la importancia del escenario político, principalmente en términos de sus fundamentos institucionales, y que los factores idiosincrásicos tienen un impacto creciente en la evolución macroeconómica”.

Más allá de los efectos que surgen en conflictos de esta naturaleza (como aumentos en los precios de las materias primas, caídas en el crecimiento y devaluación de activos de riesgo, entre otros), la profundidad de esta guerra ha generado innumerables interrogantes que superan con creces el perímetro del análisis económico tradicional. cuyas consecuencias estamos lejos de calcular. Entre ellos, no hay claridad en temas como la capacidad de suministro energético en Europa o el nuevo orden geopolítico en Occidente, lo que sin duda aumenta el riesgo de desglobalización. Esta discusión era simplemente impensable a principios de año.

A nivel local, el año que termina también nos deja lecciones muy importantes. Una de ellas es que la estabilidad que nos caracterizó en las últimas décadas, con una economía que solía tener los ciclos menos pronunciados de la región, no está en modo alguno garantizada. Además, las cifras macro nos mostraron cómo algunas políticas implementadas en apenas un par de años, como los retiros de fondos de pensiones o el aumento significativo del gasto fiscal, nos llevaron a ser una de las economías con mayor inflación de la región (solo por detrás de Argentina y Venezuela); y además pasar de ser uno de los países con mayor crecimiento en 2021, a ser el de peor desempeño esperado en 2022 (solo por detrás de Paraguay y El Salvador, según el consenso de Bloomberg), y probablemente el único en tener un recesión en 2023.

Eso sin contar que durante meses tuvimos una de las monedas más depreciadas del mundo y uno de los bancos centrales más activos en el proceso de subida de tipos. Estos y otros factores confirman que el esfuerzo por la estabilidad económica construido durante décadas puede verse amenazado por políticas de corto plazo mal diseñadas.

No puedo terminar esta columna sin mencionar la importancia del escenario político, principalmente en cuanto a sus fundamentos institucionales. Hemos sido testigos de cómo los factores idiosincrásicos tienen un impacto cada vez mayor en los desarrollos macro. Vale la pena recordar, por ejemplo, los esfuerzos que ha tenido que desplegar el Banco Central en el mercado cambiario luego de algunos episodios puntuales (como la crisis de 2019 o el proceso constituyente), así como las señales inequívocas que se pueden extraer de varios encuestas y estudios cualitativos (incluido el Business Perceptions Report), donde señalan el impacto de la incertidumbre política en las decisiones de inversión.

Es de esperar que en las próximas discusiones estructurales que tendremos, especialmente las relacionadas con temas constitucionales, el país dé muestras de haber aprendido las lecciones que nos deja el 2022.

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