Economia

Marketing en tiempos de elecciones: “¡Elígeme a mí!”

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Vuelven las elecciones. Un nuevo capítulo en este cargado calendario electoral que hemos vivido en los últimos años, y en este contexto, las campañas políticas entran al campo para jugar una nueva carrera contrarreloj.

Poco hablamos de marketing político electoral en nuestro país. En los medios especializados en marketing se puede abordar cada semana la última campaña de promoción de una marca de chocolates, el lanzamiento de un nuevo modelo de una marca de coches, o incluso hacer un reportaje en profundidad sobre el último día de charlas sobre los resultados de las empresas. . marcas al metaverso, pero poco o nada se dice del marketing en la política. No tiene espacio en los festivales de creatividad ni en la eficacia local, y no es un conocimiento que se incorpore de manera relevante en los programas académicos de las principales carreras profesionales vinculadas al marketing.

Al parecer, para el mundo del marketing chileno, elegir una cerveza o un supermercado parece ser mucho más relevante que un senador, un alcalde o, como ahora, un asesor constitucional redactando una nueva constitución. Sin embargo, las campañas políticas se hacen de la misma manera y requieren un nivel muy alto de pensamiento estratégico-creativo.

Aunque la evidencia nos ha dejado algunas campañas icónicas muy recordadas que se han convertido en grandes referentes, en la mayoría de los casos lo que vemos son campañas con fallas importantes. Sus historias son erráticas, no tienen un mensaje claro, sus conceptos son difusos o incluso inexistentes, y es fácil detectar un nivel muy bajo de habilidad y calidad en su producción. Todo esto desemboca en campañas con un candidato inseguro o invisible, que parece gritar desesperado: ¡ELÍGEME!, sin más argumentos que su foto y su propia capacidad de improvisación.

¿Cómo afrontar con éxito una campaña electoral?

En primer lugar, debemos entender que el éxito en esta área del marketing es mucho más raro. A diferencia del mundo de las marcas comerciales, en el que dentro de una misma categoría varias pueden presentarse como número uno en algún aspecto, o incluso donde ser la segunda o tercera marca se considera una buena posición, aquí la elección de los votantes es más contundente y no deja prácticamente margen para el reconocimiento a segundos puestos. O se gana o se pierde, y el resto de interpretaciones quedan en manos de analistas y especialistas de opinión.

Las campañas electorales se enfrentan casi siempre a escenarios competitivos muy complejos, y por eso, para aspirar a ser uno de esos pocos y rarísimos “casos de éxito”, hay que considerar muchos aspectos relevantes. Aquí destaco algunos:

1. El equipo: El diseño del equipo en campaña es sin duda donde más errores estructurales se cometen. La clave es integrar especialistas con mucho oficio en las diferentes áreas que intervienen en el desarrollo de una campaña (estudios, territorial, digital, etc.), y sobre todo elegir quién la va a liderar. Muchas veces se comete el error de elegir a alguien para un puesto de liderazgo cuyo nombramiento es más una señal política y mediática, y no se hace pensando en su verdadero rol. Otras veces el error es aún mayor, ya que el candidato en la práctica actúa como su propio director de campaña, siendo juez y parte de las decisiones. El liderazgo estratégico debe estar en aquellos que dominan a la perfección el pensamiento político-comunicacional integrado, y que desde esa capacidad logran liderar a todo el equipo de manera ágil y empoderada. Esta es una gran oportunidad para los profesionales del marketing, sin embargo, hasta ahora en nuestro país los casos más destacados han sido profesionales de otras ramas como periodistas y sociólogos.

2. Diagnóstico: Sin duda, esta es la etapa más decisiva de cualquier campaña. Siempre se desarrolla contra el tiempo, ya partir de esta fase del proceso todo sigue. Aquí lo más relevante es saber leer el contexto político, social, cultural, económico, emocional y saber sintetizar y rescatar lo más relevante. Las audiencias y sus comportamientos deben ser leídos no sólo electoralmente sino en un sentido integral. También es clave entender las características particulares de cada elección, la lógica de las listas, por ejemplo, los escaños disponibles, con quiénes realmente se está compitiendo, hacer una buena lectura de las fuerzas políticas, y todo esto con la perspectiva del tiempo, comprender la evolución y tendencias en el comportamiento de las personas a las que debemos cautivar.

Por otro lado, debemos ser capaces de encontrar las emociones y las razones detrás de los datos, es la única manera de entender cómo interactuar realmente con el público objetivo, esto combinado con un conocimiento profundo del candidato o candidata, una “marca/persona” que tiene fortalezas y debilidades que debemos gestionar para asegurar su conexión con las personas de manera creíble. En la mayoría de los casos, este diagnóstico debe realizarse rápidamente, detectando oportunidades y luego alineando a todos los actores que influyen de alguna manera en la campaña.

3. Estrategia: Muchas veces un área de la estrategia arranca antes de que el equipo de campaña estratégica la defina, ya sea por movimientos del contexto, por las marcas con las que compite, o incluso por la definición política de una alianza o una lista. Todo esto debe ser considerado desde el inicio del trabajo al momento de leer el contexto y definir el diagnóstico. Entonces La clave es establecer una estrategia clara, que apunte a conquistar ese espacio de oportunidad que se detectó, y que en su estructura base tenga los menores cambios posibles durante su desarrollo. Algunos confunden la estrategia con el plan, y en ese sentido lo ideal es mantener estable la estrategia y ser más flexibles con el plan. En carreras cortas como estas, cualquier giro estratégico o muy profundo es muy complejo de reconstruir a mitad de camino. Por otro lado, la contingencia es una ventana abierta tanto para amenazas como para oportunidades, y saber leerla y reaccionar a tiempo puede nutrir el contenido de la campaña, agregar textura y frescura, y en algunos casos incluso agregar ese elemento de sorpresa que define la elección. .

Hoy más que nunca las personas son marcas, y elegir a las personas que van a definir el futuro de un país nos debe obligar a contribuir de manera relevante para que esto se haga con los profesionales que mejor saben construir marcas.

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