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Más camellos y no sólo unicornios

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GINA OCQUETEAU

Siete de cada 10 chilenos adultos conocen a alguien que ha iniciado un nuevo negocio, mientras que un 53% tiene intenciones de emprender en los próximos tres años y un 49,9% cree que hacerlo es relativamente fácil. Esto, según el reporte “Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2023-2024: 25 years and growing”, donde participaron 46 países, entre ellos Chile.

La creciente actividad nos habla de una sociedad activa y en búsqueda de alternativas frente a la falta de oportunidades en el mercado laboral y la necesidad de obtener ingresos, acrecentada por la crisis económica y la inflación de los últimos años.

“Los camellos son los únicos animales capaces de sobrevivir en el desierto durante mucho tiempo sin agua ni comida, gracias a sus reservas acumuladas. Necesitamos más empresas así”.

Pero sospecho que este fenómeno se explica también por el boom de noticias y exposición que se vivió con las startups unicornios, valorizadas en 1.000 millones de dólares, que son el sueño de cualquier emprendedor y de las que en Chile contamos con tres ejemplos emblemáticos, NotCo, Cornershop y Betterfly. Está bien soñar en grande, pero también debemos tener en cuenta que los unicornios son una excepción y que, en la práctica, las pequeñas y medianas empresas que componen el 98,6% de las empresas del país (Biblioteca Nacional del Congreso) viven realidades dispares. A veces es más conveniente tener una trayectoria menos intensa, pero más estable.

Hace algunos días, un artículo en este diario planteaba que las startups tipo “camello” son las favoritas para sortear el actual escenario de ajustes que vive el ecosistema chileno, con menores cantidades de inyección de capital extranjero y el foco puesto en lograr una rentabilidad sostenible, más que alzas estratosféricas. ¿Por qué “camellos? Son los únicos animales capaces de sobrevivir en el desierto durante mucho tiempo sin agua ni comida, gracias a sus reservas acumuladas. En términos empresariales, podemos traducirlo en emprendimientos que en momentos de crisis pueden mantener sus actividades de manera independiente, priorizan la resistencia en el mercado, y equilibran su flujo de caja sin depender de vaivenes externos.

Convertirse en “camello” tampoco es fácil. Requiere de ejecutivos adaptables, resilientes y dispuestos a tomar decisiones que quizás pueden restarles visibilidad en el corto plazo, pero que a la larga serán más beneficiosas. El modelo de negocio es más mesurado y quienes están a cargo tienen las herramientas suficientes para sortear una tormenta. Pero también, un camello conoce el valor de acumular experiencia y de centrarse en los clientes. porque no sirve de mucho dar un salto disruptivo si estamos descuidando el servicio entregado y el propósito deja de ser entregar una solución que resuelva un problema real de las personas.

Hoy Chile está viviendo un período de ajustes en que la OCDE estima que el PIB chileno se expandirá un 1,8% en 2024 (el FMI calcula un 2%). Para concretar estas proyecciones es fundamental fomentar la presencia de empresas sostenibles y rentables, con estructuras más robustas que den garantías de empleabilidad a sus colaboradores y operen como un gran soporte dentro del ecosistema. Un buen ejemplo es crear más fondos de inversión que no busquen el crecimiento instantáneo, sino que confíen en la premisa de “lento, pero seguro”.

No se trata de prescindir de los unicornios, pero sí de combinar ambos mundos para equilibrar el ímpetu con la sostenibilidad y la visión de largo plazo.

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