Para llegar a buen puerto

Chile enfrenta una de las crisis de inversión pública y privada más complejas en décadas. Más de 200 megaproyectos por $ 65 mil millones de inversión son arrestados o pospuestos por la burocracia, la falta de claridad regulatoria o el rechazo de las comunidades, llamada “permisología”.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades para llevar a cabo un sector de permisos sectoriales, hay algo más profundo: muchos proyectos no están detenidos debido a la falta de recursos o la voluntad, sino porque estaban mal pensados, mal ubicados, mal diseñados y mal proyectados; Debido a la agencia, visión a corto plazo o silos del sector; Porque se pensaron primero en la ingeniería y luego los adaptaron a la norma; No dialogan con el paisaje e impactan negativamente en el medio ambiente; Debido a que no consideran el tejido social o la identidad del lugar, no anticipan conflictos ni ofrecen valor compartido.

Las megainfraestructuras siempre deben ser una contribución al desarrollo de su entorno y no solo cumplir con el fin en sí mismo, ya que puede ser la mayor inversión que estas ciudades o territorios reciben en años. Estudios recientes estiman que entre el 20 y el 30% de los grandes retrasos en los proyectos podrían evitarse con una mejor integración territorial, un diseño urbano más armonioso, una consideración temprana de los impactos visuales, sociales y ambientales, y una comunicación más efectiva con las comunidades.

El caso crítico es hoy el proyecto al aire libre de San Antonio, ubicado en el medio de las ciudades de San Antonio, Llolleo y Santo Domingo, en el espacio de uno de los ecosistemas mediterráneos costeros más importantes del centro de Chile: el santuario de la naturaleza humedal río maipo.

Como miembro del Consejo de Política de Infraestructura (ICC), soy consciente de lo crucial que es tener un puerto a gran escala en el país, pero al mismo tiempo, como director de la Fundación Cosmos -Administradora del Santuario. Anexo ambiental

Es un puerto necesario y urgente, de 4.400 millones de dólares de inversión, es la infraestructura pública más importante que se implementa en la provincia de San Antonio y alerta sobre el desarrollo económico local y nacional. Pero en un contexto de la crisis climática, es la oportunidad para un cambio de paradigma: que el puerto exterior es el desencadenante de un desarrollo local sostenible, que contribuye a la descarbonización de la provincia y sus ciudades; Eso se inserta adecuadamente en el centro urbano y social para impulsar la economía local (hoy en día, San Antonio tiene una de las tasas de desarrollo humano más bajas del país); Eso garantiza el desarrollo urbano para San Antonio, Llolleo y Santo Domingo basado en la naturaleza, mejorando los servicios del ecosistema que el humedal proporciona a sus habitantes desde el diseño del nuevo puerto.

Durante años, el puerto principal de Chile ha dado la espalda a las ciudades y ecosistemas del sector y, por lo tanto, sus habitantes. Una infraestructura pública como el puerto tiene la oportunidad de cambiarla. No se trata solo de procedimientos; Así es como se conciben los proyectos. Ahí hay un precisamente allí, es donde debemos enfatizar, en el diseño. No solo de la ingeniería o el modelo de gestión y negocios, sino de su arquitectura, inserción y diseño urbano, creación de valor compartido con las comunidades, soluciones basadas en la naturaleza e integración con la ecología del paisaje en el que se encuentran. Solo entonces llegaremos a buen término.

Por Pablo AllardDecano Facultad de Arquitectura y Arte UDD

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