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Sin importar la verdad: así es la serie de los Sex Pistols

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El mundo cuelga al revés. El canal Disney, estandarte de los valores familiares, produce una película biográfica sobre la pandilla más peligrosa e infame de la historia, una amenaza a lo instaurado en la gris Inglaterra de mediados de los 70, como ejemplo de la higienización de cualquier relato por agudo que sea. Los Sex Pistols, jinetes del apocalipsis desde el momento en que maldijeron en directo por televisión, también fueron víctimas de una cadena implacable de actos de censura y cancelación por parte de la industria musical y mediática, con un mensaje implícito: la insolencia merecía castigo.

Paralelamente, encarnaron una bomba de relojería. Formado en 1975, lanzó un solo álbum el 28 de octubre de 1977, el esencial No importa las tonterías, aquí están los Sex Pistols. Apenas dos meses y medio después se desintegraron.

Ganador del Oscar Danny Boyle (65) cuenta esta historia en seis capítulos disponibles en Star+, desde la perspectiva del guitarrista Steve Jonesbasado en la autobiografía Chico solitario: Historias de un Sex Pistol (2016), adaptada por el actor de series de televisión y guionista Craig Pierce, colaborador del director Baz Luhrmann en la voluptuosa Romeo + Julieta (mil novecientos noventa y seis), Moulin Rouge! (2001), El gran Gatsby (2013), y el recientemente publicado Elvis.

Por muy punk rock que sea la historia, Pierce no renuncia a su vocación por el melodrama mientras Boyle se instala sin pronunciar palabra.

Con solo ver el tráiler, el cantante John Lydon, quien demandó sin éxito a sus exparejas por el uso de las canciones en la serie, descartó poco ajuste a los hechos.

“Disney ha robado el pasado”, proclamó en su sitio web, “y creó un cuento de hadas que se parece poco a la verdad”.

Un representante de Lydon -o Johnny Rotten como lo apodaban por su mala dentadura- aseguró que les hicieron creer que la serie era sobre el guitarrista, para luego convertirse en un biopic del cuarteto donde alinearon a Glen Matlock en el bajo, luego reemplazado por el trágico Sid Vicious, y Paul Cook en la batería.

El vocalista parece algo ingenuo en esta mano, luego de calificar a la ex pareja de bribón en su biografía. La ira es una energía: mi vida sin censura (2014). La serie se centra en Jones (Toby Wallace), un delincuente juvenil con un pasado a merced de un padrastro abusivo.medianamente encaminado de la mano del mánager Malcom McLaren (Thomas Brodie-Sangster), con la concomitancia de Vivienne Westwood (Talulah Riley), la influyente diseñadora propietaria de la Sex store donde se reunían los miembros de la banda.

En la esquina opuesta de la calle y el espíritu pillado de Avistamiento de trenes (1996) Danny Boyle se convierte en Pistola en una historia romántica entre Steve Jones y Chrissie Hynde (Sydney Chandler), el futuro líder de The Pretenders, que entonces trabajaba en la tienda de Westwood. Hynde se presenta como una mujer empoderada y una base para el novio intermitente a medida que aumentaba la volátil popularidad del grupo, junto con la enseñanza de acordes a un despistado Jones.

El guitarrista ha reconocido que el elemento del amor es un condimento extra en Pistola. “Hay que hacer un poco de farándula, hay que hacerlo interesante”, declaró, además de revelar que Hynde estaba “conmocionada” por su papel en la miniserie.

El legendario periodista musical Nick Kent (Ferdia Walsh-Peelo), socio de Hynde en ese momento y retratado como una especie de clon de Keith Richards con expresión boba, descarta haber sido engañado por el artista estadounidense. En su opinión, una historia como la de los Sex Pistols es terreno fértil para la concesión de licencias.

De hecho, la serie omite que el reportero, amigo de Malcolm McLaren, ensayó durante tres meses con los Sex Pistols antes de la llegada de Johnny Rotten.

“Lo que aprendí jugando con los Sex Pistols fue que hay una gran diferencia entre un guitarrista de clase media y un guitarrista de clase trabajadora”, explicó a la revista NME. “Para un guitarrista de clase trabajadora, todo se basa en la repetición. Es como eso de Johnny Ramone de tocar los mismos acordes una y otra vez (…). Mi experiencia con los Sex Pistols me enseñó que soy un guitarrista de clase media”.

Steve Jones se ha puesto en guardia señalando que la serie no es un documental, un detalle que suele olvidarse cuando se trata de biopics, siempre proclive a acentuar o atenuar las circunstancias. Danny Boyle, fiel a su implacable estilo de acción, se sumerge Pistola en una estética que recuerda a las campañas de telefonía móvil con jóvenes en actitud rebelde.

Los personajes se mueven en una dimensión. Johnny Rotten (Anson Boon) ofrece los contornos de una caricatura malhumorada con expresión histérica.. El retrato de Malcolm McLaren repite su concepción de la pandilla, “jóvenes asesinos sexys”, como un eslogan.

Con una historia constreñida a la experiencia de Steve Jones en su deseo de convertirse en una estrella de rock, más el aderezo romántico que no era estrictamente hablando, la serie solo enuncia a la ligera tramas fundamentales en la historia del grupo como la lucha de clases expuesta en la gestión de los acomodados McLaren y Westwood, manipular a voluntad a algunos muchachos de clase trabajadora; incumplir el sistema mientras se negocia un contrato discográfico millonario, y las razones del establishment para sacar de circulación al grupo a través de acciones concertadas como el boicot a los trabajadores de EMI, la omisión de la BBC en los rankings y la imposibilidad de obtención de lugares para jugar.

Para la serie, el grupo se explica como un fenómeno aislado del resto del panorama musical juvenil del momento. No había más punk que los Sex Pistols en toda Inglaterra.

cuatro años después rapsodia bohemiabiopics musicales continúan por el camino del empaque apropiado para el consumo familiar. En el caso de los Sex Pistols, cuya trayectoria aún merece análisis como expresión desafiante del rock de los 70 que ya mostraba signos de envejecimiento, la película Sid and Nancy (1986) con Gary Oldman como Sid Vicious, sigue siendo un retrato periférico más cercano y verosímil, sobre el auge y la caída de la banda que llegó a su fin tras sembrar el caos.

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