Un año para reflexionar | Diario Financiero

Yl país inició este año inmerso en una gran incertidumbre que se explica por diversas causas, internas y externas. Más que paliar, esta incertidumbre ha ido “mutando” a lo largo de estos 12 meses, pero en muchos sentidos el panorama que se abre hacia 2023 también está lleno de interrogantes.

En primer lugar, la campaña presidencial del año anterior había sido especialmente polarizadora (y polarizadora), tensionada entre lo que muchos percibieron erróneamente como dos opciones de extrema izquierda y extrema derecha, respectivamente. Si bien esta dicotomía rayaba en la caricatura, lo cierto es que ambas candidaturas en segunda vuelta -José Antonio Kast y Gabriel Boric- representaban lecturas radicalmente diferentes -en muchos sentidos opuestas- de los problemas del país y de las necesarias soluciones.

El próximo será un año para enfatizar la gobernanza responsable y pragmática, en lugar del voluntarismo ideológico; y renovar la confianza en los mecanismos democráticos, en lugar del autoritarismo y el populismo.

La victoria de Boric era indiscutible, pero aún así significaba que el 44% del electorado había votado por un proyecto de país muy diferente al del ganador, lo que inevitablemente abría un escenario político complejo a partir de 2022, más aún considerando que las coaliciones que apoyaban el El presidente electo -una diversidad que de por sí anticipaba dificultad en el consenso oficial- no había obtenido mayorías legislativas. El tipo de reformas que vislumbraba el futuro gobierno -en impuestos, pensiones, trabajo, salud y otras áreas- sugería debates intensos y polarizados, es decir, muy pocas certezas.

El segundo gran factor de incertidumbre fue sin duda el actual proceso constitucional. A principios de año, la Convención Constituyente ya había consumido cerca de la mitad del tiempo asignado a su trabajo, gran parte en discusiones de procedimiento, querellas entre facciones y, en demasiadas ocasiones, acciones que hicieron dudar a muchos chilenos de la calidad del trabajo. que presentarían en un plazo de seis meses, al término de su mandato.

Además, en ese momento ya había razones para suponer que la propuesta constitucional de la Convención sería algo muy alejado de una reforma de la carta vigente, y más bien cercano a un texto de inspiración refundacional, que pondría en entredicho no sólo los fundamentos jurídicos , sino incluso pilares republicanos, como la unidad del Estado, la igualdad ante la ley y el conjunto de derechos y libertades propios de una democracia liberal. En la práctica, lo fue.

Y si a nivel doméstico todo apuntaba a un año complejo y con pocas certezas, a nivel internacional también fue desafiante. Aunque a principios de año la pandemia de la Covid-19 ya parecía estar en declive desde el punto de vista sanitario, ya estaba claro que los efectos económicos continuarían a corto y medio plazo. Principalmente, a través de la alta inflación a nivel mundial como resultado de las disrupciones en los flujos comerciales y en el funcionamiento de las cadenas globales de valor. El cierre prolongado de algunos de los principales puertos del mundo, muchos de ellos en China -debido a la estricta política Covid Zero promovida ferozmente por el gobierno de Xi Jinping- fue un indicador preocupante de problemas económicos para casi todos los países del mundo.

Poco después del inicio del año, en febrero, la invasión rusa de Ucrania introdujo en el panorama internacional variables hasta entonces impensables -tanto económicas como geopolíticas-, que hasta hoy se dejan sentir en todos los análisis no solo de 2022, sino del año. portales de anuncios para comenzar.

Con variaciones, ese conteo de factores que marcaron el inicio de este año se ha mantenido a lo largo de estos 12 meses, y es a partir de ellos que se pueden analizar las perspectivas para el año 2023.

Por un lado, en distintos ámbitos, el nuevo gobierno ha dado la razón a quienes temían que la inexperiencia de muchas de sus principales figuras generara problemas a nivel político y de gobernabilidad. Desde las posiciones erráticas en temas como seguridad, terrorismo y migración -basta recordar la visita del entonces Ministro del Interior a La Araucanía o la llamada telefónica de otro ministro al líder de la CAM-, hasta un conjunto de reformas que, en el transcurso de los meses, se han ido acumulando evidencias de contener propuestas nocivas para el crecimiento, la inversión, el ahorro y el empleo.

Esta opinión no se limita a la oposición, sino a un amplio consenso de expertos que -con datos y argumentos técnicos, no con consignas ideológicas- han recomendado cambios en algunas medidas, y replanteos fundamentales en otras, ya sean tributarias, de seguridad social o laborales. entre otros. Un debate más amplio y abierto a la crítica parece el camino a seguir si lo que se busca es avanzar hacia el bien común.

A nivel constitucional, el rechazo del texto propuesto por la Convención fue un “terremoto” político, y debe dar lecciones sobre lo que aspiran los chilenos para su carta fundamental: la superación, no la refundación. El nuevo proceso que ha iniciado el Congreso debe hacerse cargo de los errores del anterior, y poner en el centro de la discusión la moderación y el juicio constitucional experto.

A nivel internacional, la inesperada prolongación de la guerra en Ucrania exige una actualización del análisis geopolítico y en temas como la inflación general, pero especialmente los precios de la energía, que han obligado a un bienvenido y renovado énfasis en las fuentes alternativas. y más limpio que los hidrocarburos, en los que Chile puede ser un actor relevante, si toma las decisiones adecuadas.

La situación en China, finalmente, plantea nuevos retos, pero sobre todo nuevos motivos de incertidumbre, ya que el esperado fin de la política Covid Zero -que supuso un freno a la segunda economía más grande del mundo- está provocando una nueva ola de contagios. lo cual, para los chinos, es algo desconocido en esta pandemia. Los efectos económicos hacia 2023 están lejos de ser claramente previsibles.

El próximo año será un año complejo en muchas dimensiones. Esta es una razón más para enfatizar la gobernanza responsable y pragmática, en lugar del voluntarismo ideológico; y renovar la confianza en los mecanismos democráticos, y no en el autoritarismo y el populismo, que prometen soluciones fáciles pero invariablemente decepcionan, y que erosionan tanto el estado de derecho como la convivencia democrática.

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