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Columna de Constanza Hube: A un mes del 4S

Martina E. Galindez

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Hoy se cumple un mes del plebiscito constitucional. Un 4 de septiembre que pasará a la historia como un día marcado por la derrota contundente del octubrismo, del proyecto refundacional de la izquierda radical, de las políticas identitarias y de la idea de perpetuar el programa de gobierno del presidente Boric a través de la Constitución. .

Los partidos políticos han centrado sus conversaciones en el mecanismo para redactar una nueva Constitución, primando lo adjetivo, lo formal, pero sin tener la necesaria reflexión en cuanto al contenido, de aquellas cosas a las que los chilenos dijeron NO. Dijeron no a la división de Chile en varias naciones, a la dependencia de la gente del Estado ya la desconfianza en la gente (esa soberbia de creer que los chilenos son interdictos, incultos y “lentos” solo por no compartir viejas y fracasadas ideas). El pueblo, en cambio, dijo SÍ a las libertades, a la prestación mixta de los servicios de salud, educación y pensiones, a las demandas de Carabineros de Chile, a la igualdad ante la ley y a la sana convivencia entre pueblos diversos pero unidos en un chile solo.

Por otro lado, los chilenos dijeron sí a un tema central, que es devolver la política a sus instituciones democráticas. Este punto es prioritario para las negociaciones que los líderes de los partidos políticos están teniendo estos días. El poder constituyente derivado hoy descansa en el Congreso Nacional, y es esa, la institución que debe llevar la delantera para el texto que se va a redactar. La Convención Constitucional fue un ejemplo perfecto de lo que no se debe hacer. No podemos partir de una página en blanco como base, esto solo generó adrenalina entre los constituyentes convencionales que, febrilmente por el poder, consideraron que podían experimentar con el país. No podemos “meter la mano en la urna”, mediante la reserva de escaños y la paridad. Uno de los grandes logros de la democracia moderna es precisamente la igualdad del voto, todos los votos valen lo mismo, todos los votos tienen el mismo peso. No podemos incorporar falsos independientes, que se llevan los beneficios de las coaliciones políticas, pero no los costos. Los “independientes” demostraron ser aún más irresponsables que los electores convencionales que competían en las listas de los partidos. En definitiva, intentar crear una nueva Convención con las mismas reglas (quizás más atenuadas) es repetir la fórmula del fracaso. El Congreso Nacional ostenta el poder constituyente, y un potencial nuevo texto debe necesariamente ser refrendado y revisado por el Congreso, ya sea a través de un Congreso Constituyente o a través de las comisiones de Constitución, Legislación y Justicia, y que, en ese caso, requiere la aprobación del pleno.

No podemos tropezar dos veces con la misma piedra y repetir los errores del pasado. El compromiso con una buena Constitución está vigente pero sin poner en riesgo la estabilidad institucional y sin descuidar las prioridades de los chilenos.

Constanza Hube, Profesora de Derecho Constitucional

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