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Economia

Lo que nos recuerda el TLC Chile-EEUU

Martina E. Galindez

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Jorge Sahd K. Director Centro de Estudios Internacionales UC

Jorge Sahd K.

Este año se cumplen 20 años del tratado de libre comercio (TLC) entre Chile y Estados Unidos, y 200 años de relaciones diplomáticas entre los dos países. Un año en el que, además, Chile firmará la modernización del Acuerdo con la Unión Europea y, al parecer, dejaremos atrás la equivocada política comercial del primer año de gobierno. Cuestiones ideológicas sobre el TPP11, anuncios de consultas de política comercial sin objetivos claros e incluso “frenos de mano” a negociaciones ya concluidas, como la de la UE, van quedando en el olvido.

¿Qué nos recuerda el TLC con Estados Unidos a 20 años de su firma? Que Chile fuera uno de los países predilectos en América Latina para importantes potencias como EE.UU., Canadá, China, Corea del Sur, Japón o la propia Unión Europea, no solo porque es un mercado atractivo, sobre todo para la minería (otros países también lo son rica en recursos naturales), sino por su reputación de país serio, políticamente estable y de derecho.

“Los 20 años del tratado de libre comercio con Estados Unidos confirman que la política comercial ha sido exitosa y que ninguna aventura refundadora, propia de estos tiempos, tiene cabida en una política exterior que se proyecta hacia el futuro”.

Los beneficios concretos del TLC para Chile han sido claros. En cuanto al acceso al mercado, alrededor de 8.000 productos mejoraron su entrada al mercado norteamericano, alcanzando el 100% de artículos libres de impuestos en 2015. La actividad minera, el sector de los productos del mar o el de las frutas son ejemplos de industrias que se han expandido gracias al tratado; en tanto, los chilenos han tenido mayor acceso a productos electrónicos, o medicamentos, y al sector productivo, petróleo y gas, entre otros. Así, entre 2017 y 2022 el crecimiento del comercio bilateral alcanzó una tasa promedio de 10% anual.

El TLC no solo marcó un hito por sus ventajas comerciales, sino también por establecer estándares laborales y ambientales y un estatuto robusto para la protección de inversiones, sirviendo de guía para otras negociaciones comerciales. Hoy no se puede negar que la relación con Estados Unidos es fundamental y que su dimensión va más allá de lo económico: valores compartidos, como la democracia y los derechos humanos; cooperación en seguridad y defensa, y turismo.

Como economía abierta al mundo, una parte importante de la inversión en Chile es generada por empresas extranjeras y la relación con Estados Unidos sigue teniendo un gran potencial, aunque ha sido desplazada por China como principal socio comercial del país.

Por ejemplo, la ley de “Reducción de la Inflación”, aprobada recientemente por el país norteamericano, ha establecido incentivos fiscales para la producción de vehículos eléctricos, manufactura y energías renovables, áreas donde Chile puede tener ventajas comparativas. En litio, por ejemplo, si la producción de vehículos eléctricos incluye insumos de países con los que EE.UU. tiene tratados de libre comercio, estos pueden ser parte del beneficio. Mientras tanto, las startups chilenas, y la industria de capital de riesgo en general, continúan mostrando preferencia por el mercado norteamericano para su desarrollo, lo que demuestra nuevas dimensiones de la relación bilateral.

Los 20 años del TLC con Estados Unidos deben recordarnos que la política comercial ha sido exitosa, que Chile es un país serio y estable en sus relaciones internacionales y que una aventura refundadora, propia de estos tiempos, no tiene cabida en una política exterior. que se proyecta hacia el futuro.

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