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El nuevo florecer del Jardín Botánico de Viña del Mar: empresas y organizaciones ayudan en el plan de reforestación

Martina E. Galindez

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El pasado 2 de febrero se desató el megaincendio de la Región de Valparaíso que se concentró en las comunas de Viña del Mar, Quilpué, Limache y Villa Alemana. Un informe desarrollado por la Pontificia Universidad Católica determinó que fueron un total de 9.215,9 las hectáreas quemadas durante los siniestros.

El informe especifica que en Viña del Mar el incendio quemó el 45% de la cobertura de pastizal-arbustivo- y el 10% del suelo construido, estimándose un total de 9.828 edificaciones afectadas en la comuna. El Jardín Botánico Nacional, fue una de las grandes víctimas de esta tragedia.

El trabajo para recuperar el jardín ha sido duro. Alejandro Peirano, director de la institución, comenta que, inicialmente, se han dedicado a la limpieza de los árboles caídos y estructuras destrozadas. “En esta faena estuvimos alrededor de un mes y medio. De hecho, todavía continuamos, pero ya en forma gradual. Eso fue lo principal, ya que fue necesario para poder habilitar los caminos y circular con facilidad”, dice.

Lo que siguió fue una serie de aportes y proyectos de restauración de este pulmón verde. En abril, las autoridades dieron a conocer siete iniciativas avaluadas en $2.458 millones para recuperar el jardín botánico, las cuales se ejecutarán entre los años 2024 y 2028.

Las colaboraciones han venido de distintos lugares: organismos internacionales, sectores público y privado. Sin embargo, todos coinciden en que el jardín se debe convertir en un sitio más amplio y resiliente frente al aumento de las temperaturas.

Peirano intenta hacer un recuento de todos los actores que se han sumado a este propósito. Así, en este ejercicio de memoria contabiliza, al menos, unas diez empresas, destacando la donación del Consejo Minero y ejecución de Desafío Levantemos Chile, que permitirá la reparación de infraestructura perdida.

También resalta los aportes del Estado, la ciudadanía y de otras instituciones como el Fondo Naturaleza, Asociación de Jardines Botánicos Internacionales y Conaf, que estarán destinados a la reconstrucción de obras como cerco perimetral y la restauración de la flora y fauna.

“Los chilenos han sido muy leales con el jardín. Hay personas que han donado desde $5.000 y hasta millones de pesos. Eso nos ayuda mucho. Asimismo, tenemos empresas relevantes como Mitsui, Gasvalpo, la minera El Soldado (Anglo American), Concha y Toro, entre otras”, subraya.

No todos los aportes destinados a la recuperación son monetarios. Esta semana, el jardín recibió una donación de 2.000 árboles nativos, particularmente quillayes, de parte de Concha y Toro y su marca Gran Reserva para su reforestación. Se trata de una especie que se propaga en los viveros de la compañía. “El quillay constituye nuestro valorado bosque esclerófilo”, explica Peirano.

Estos árboles nativos crecieron en los viveros de Concha y Toro bajo el cuidado de la gerencia agrícola. “Nuestra estrategia corporativa incorpora la sustentabilidad como uno de sus pilares fundamentales. Es en ese contexto que el eje ambiental es muy relevante y en particular el programa de Soluciones Basadas en la Naturaleza, que busca la regeneración de suelos, bosques, flora y fauna”, señala la firma.

Adriana Arancibia, jefa de Horticultura de la institución, indica que los árboles nativos destacan por registrar un mejor comportamiento frente al fuego. “Nuestra meta es que el Jardín Botánico vuelva a ser verde, pero que sea con especies nativas”, precisa.

En ese sentido, Pablo Lagos, ingeniero de proyectos de la Gerencia de Sustentabilidad de Concha y Toro, afirma que uno de los pilares corporativos de esta empresa es la sustentabilidad, dentro de lo cual se enmarca el apoyo a las comunidades, así como también la propagación de árboles nativos para apoyar la biodiversidad. “La producción de especies nativas ha sido incipiente. En los últimos años hemos avanzado en varios compromisos en cuanto a biodiversidad y, cada vez más, ha sido necesario contar con plantas de producción propia”, puntualiza.

La resistencia al cambio climático pasa por la adaptación. A pesar de que se planifica contar con mayor diversidad de especies de plantas, Peirano sostiene que quieren proteger la flora del clima mediterráneo, para que Chile siga siendo “un buen exponente” de este tipo de vegetación.

Este año, el plan de recuperación se centrará en los suelos, específicamente en su contención y también en la protección de los árboles que se salvaron de las llamas o aquellas plantas que están brotando. Ese será el primer foco, porque después empezarán a plantar, lo que dependerá de las precipitaciones.

Desde el Jardín Botánico de Viña del Mar se preparan para adoptar medidas que minimicen el riesgo de incendios. “Tenemos que hacer una franja de exclusión, reforestar con algunas especies que generan aleatoriedad y, entonces, al no ser homogéneo, cualquier incendio correría más lento, porque encontraría distintas texturas o condiciones de vegetación”, asegura Peirano.

Para esto usarán información aportada por universidades, otros jardines botánicos y forestales, para defenderse de incendios que, dado el cambio climático, posiblemente aumentarán su frecuencia en los próximos años.

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