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¿La Inteligencia Artificial llegará a ser más inteligente que el ser humano?
A lo largo de la historia, diferentes pensadores han planteado el tema. Marx, Benjamin o Joseph Beuys han abordado cómo el arte, al fin y al cabo, es una manifestación llevada a cabo por el género humano. Cualquiera que sea el período, es el hombre quien está detrás de él junto con sus herramientas. Ahora bien, las dudas surgen cuando los avances tecnológicos conducen a inventos que permiten inteligencia artificial (IA) ser el “autor” de sus propias manifestaciones. Pinturas, imágenes diversas o composición de cantos, y que antes eran exclusivos de nuestra especie. ¿Podría la tecnología, en algún momento, reemplazar al ser humano y volverse más inteligente?
Pero antes que nada, ¿entiende la gente qué es la IA? De acuerdo a “Perspectivas y expectativas globales sobre la inteligencia artificial”, una encuesta de Ipsos Global Advisor realizada en unos 28 países, El 76% de la población chilena tiene un buen conocimiento de lo que es la IA. De hecho, el 70% de los encuestados afirmó que artículos que utilizan este tipo de herramientas les facilitan la vida y el 67% estima que estos productos cambiarán profundamente su vida cotidiana en los próximos 3 a 5 años. Eso sí, solo el 59% sabe qué tipo de servicios utilizan la inteligencia artificial y el 58% dijo que su vida ya cambió profundamente con la implementación de estos dispositivos.
Y es que hoy en día gran parte de los productos que hay en el mercado aseguran tener “inteligencia artificial”, pero pocos especifican a qué se refieren cuando utilizan el término. Sensores de movimiento, sensores de iluminación, o los mismos smartphones. Pero también lo hacen servicios en la nubeQué amazon amazonolas plataformas de comercio electrónicocon el fin de generar búsquedas y ofertas más personalizadas para los usuarios.
Goles de Eric, matemático y Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1993, prefiere no llamarlo “Inteligencia Artificial”, sino mecánica. Cuando se habla de este tipo de tecnología, se apunta principalmente a un tipo de productos o servicios que van equipados con un software muy específico y que están programados para cumplir una determinada tarea. “Un conjunto de instrucciones”, lo resume.
¿Cuántos de estos tipos de inteligencia existen? Eso dependerá, pero están en constante expansión. “Y dependerá del sector del que se esté hablando”, afirma Goles, autor de “Una especie de zumbido en la cabeza, de las matemáticas a la Inteligencia Artificial”. Los hay que reconocen rostros y, según una serie de patrones introducidos previamente, podrán realizar una acción, como abrir una puerta o iniciar sesión en un ordenador. Pero esos son solo algunos, ante un espectro que se amplía día a día.
“El jardín de aplicaciones para estos códigos y programas de aprendizaje es enorme. ¿Por qué nos sorprendemos? En general, como seres humanos, pensábamos que cierta manera de razonar era propia de otros seres orgánicos, hechos de células. Y se ha demostrado que no es así. Por el razonamiento, el ajedrez o cualquier otro juego, las máquinas lo hacen mucho mejor que nosotros”, afirma Goles. Eso sí, añade que a pesar de todos los avances que implican, siempre hay que tener en cuenta al creador. “Obviamente la tecnología, así como puede ayudar, también puede producir cosas dañinas y hay una gran manipulación de las bases de datos… Pero todas esas cosas somos nosotros, los seres humanos son los que lo hacen y no la maquina, no es Matrix independiente y con voluntad”, dice el autor del reciente “Lady Byron: detective artificial”.
Pero la discusión se sitúa en diferentes extremos. Están los diálogos filosóficos, tecnológicos y jurídicos, entre muchos otros. Y, al menos desde los orígenes de la tecnología y la propuesta de la IA, se espera alcanzar el objetivo final de la “Super IA”, como la llaman algunos. michelle azuajeDoctor en Derecho y coordinador del proyecto inteligencia artificial y derecho universidad autonoma (AU)Dice que actualmente las formas de IA que se pueden ver corresponden a un subcampo y tipo específico, y que algunos llaman “Débil” o “Estrecha”. “Se refiere a sistemas que están muy bien programados para hacer una tarea, y por eso también nos sorprendemos de lo que es capaz, porque nos supera en esa particularidad. Pero eso no es inteligencia, en el sentido estricto del término”, asegura.
“Si vamos a llegar o no a esa Súper Inteligencia, o si en algún momento nos va a superar, los mismos expertos en el área lo dudan”, propone el experto. También cita los más recientes “Estudio de cien años sobre inteligencia artificial” (AI100), de la Universidad de Stanford. “Es evidente que existe una tendencia no solo entre la ciudadanía, sino también entre algunos sectores expertos, a sobrestimar lo que el sistema es capaz de hacer y hay una percepción instalada de que es mucho más inteligente de lo que realmente es: lo que hay es una sobre expectativa futurista de lo que podría llegar a ser”, comenta.
Por ejemplo, argumenta, kate crawford, un reconocido investigador de Microsoft y autor del “Atlas de Inteligencia Artificial”, dice que “la IA no es ni tan inteligente ni artificial”. “Es uno de esos pocos en el ecosistema que no sobreestima las capacidades de los sistemas y asume que, en caso de que se alcance este objetivo final, quedan algunas décadas”, dice. Eso sí, afirma que el dictamen pericial, al menos desde el punto de vista tecnológico, plantea que hoy no hay certezas de que eso suceda.
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Pero desde las leyes ya hay quienes han cuestionado el tema. “Lo que se dice es que las decisiones, en caso de que esto suceda, se tendrían que tomar hoy, porque si permitimos que estas entidades se instalen en nuestro día a día, afectando áreas tan sensibles como la salud, la seguridad, la productividad, tenemos que anticipar qué tipo de legislación queremos y por qué”, explica Crawford. En ese sentido, asegura que es posible seguir teniendo una legislación que ponga al ser humano en el centro, y en ese sentido quizás haya que poner cuotas. En el campo laboral, cuántos robots se van a contratar, cómo se va a compensar a aquellas personas que no fueron contratadas y eso podría ser una regulación desde el punto de vista laboral.
Con respecto a los seres humanos que ya no fueron contratados, habrá que ver cómo protegerlos, darles seguridad social, entre otros puntos. Pero todo eso siguen siendo suposiciones. “La ley tiene que prever cómo preparamos a las personas para esa sociedad, hipotética en este momento, pero que podría implicar, por ejemplo, desde lo más civil, que esa persona inteligente tenga la categoría jurídica de persona y pueda contraer derechos y obligaciones, ” el Propone. Azuaje. También menciona cómo la ley podría determinar si ese sistema inteligente puede y debe responder por los daños que causa. Y recuerda una discusión que comenzó en el Parlamento Europeo en 2016, sobre si se debía o no otorgar personalidad jurídica a los robots.
Otro punto que se ha discutido, esta vez más cerca del camino de la filosofía, es que si no se concedieran derechos a la IA, una nueva forma de esclavitud. “Pero esa discusión es un poco más avanzada”, dice. “En la medida en que esta tecnología invada el transporte, la salud y diferentes áreas como el trabajo, y en la medida en que existan todas esas mismas ramas del derecho, habrá que repensar todas… Sobre todo en el escenario que tenemos una sujeto con capacidades superiores a las nuestras, y le corresponde a la derecha definir qué sociedad queremos: ¿una enfocada a proteger al ser humano, o al ser humano en sus interacciones con otros sujetos, como el ente superinteligente?”, desarrolla. .
En cuanto a la IA, la parte artificial, según Álvaro Soto, co-fundador de la startup Zippedi, es fácil de entender porque está hecho por el humano. Pero la parte difícil es la inteligencia. “Y hay algo paradójico, en el sentido de que para el ser humano la inteligencia es como uno de sus grandes poderes secretos, pero no ha sido fácil entender dónde están los secretos de esa inteligencia”, propone el también director del Centro Nacional de Inteligencia Artificial.
“La inteligencia artificial, en su estado actual, nos ayuda en diferentes áreas y abre una puerta enorme para crear nuevos proyectos en varios sectores, como biología, astronomía, salud y otros”, dice Soto, también jefe del programa de diplomado Inteligencia Artificial de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Con respecto a los problemas del posible reemplazo de la fuerza laboral, dice que es importante entender que la tecnología actual no permite eso. “Hay estudios que lo refieren y lo plantean, pero ignoran uno de los factores más relevantes: los trabajos humanos no son monotareas, sino que van de lo más simple a lo más complicado, con múltiples deberes y eso es algo que no se puede hacer. suministrar una máquina”, dice.
Y ejemplifica. Alguien que trabaja en una biblioteca o en una tienda tiene la capacidad de adaptarse si viene un usuario, si está lloviendo o nevando y otras situaciones. “La tecnología nos permite automatizar algunas de estas tareas en ese contexto, y entonces es evidente, más que un reemplazo, una mejora”, dice. Y pone el caso en sí Zippedi. “Hacemos robots para retail, que recorren como 1,2 km todas las noches y revisan unos veinte mil productos, y eso es algo imposible para el ser humano, y es esa parte de la colaboración que cobra relevancia, en la que la máquina hace lo que nosotros tener ahora más productivos”, añade.
“La expectativa de la gente es que la IA, cuando interactúas con ella, se sienta tan inteligente como esperarías de un ser humano, y eso no se podría hacer con un sistema de IA hoy en día. No es algo que se vaya a ver en los próximos años. La expectativa está muy motivada por las películas y, si uno realmente mira hacia el futuro, uno entiende que ese nivel de tecnología no está ahí”, dice Soto. Entonces, ¿llegará el momento en que la tecnología supere al hombre? “Esto hay que verlo como el desarrollo de muchas tecnologías, y por eso hay que estar seguros… Ojo que esta tecnología tenga acceso masivo, que no sea cosa de unos pocos; y lo segundo es que también se puede usar de manera maliciosa, y en eso hay que capacitar a la población”, agrega.
Para Eric Goles, “Superar” es un término relativo. “Podría ser… o podría ser que nunca lo desarrollamos. Toda inteligencia animal, en muchos casos, es consciente de sí misma, pero eso llevó millones de años a través de la evolución natural. La emanación de la mente, con propósito y voluntad, es un trabajo que no solo involucra un sustrato biológico, sino un sustrato que se ha hecho en una larguísima historia de éxitos y fracasos, y no es como vaticinar que mañana tendremos una inteligencia peor o mejor a nuestro lado. Es un largo camino en el que todo lo que hemos hecho, aunque es un progreso, es como escalar una montaña muy alta”, dice el matemático.
Dado el avance de la tecnología, ¿cuál es la característica del hombre? Propósito y voluntad, que es lo que no tiene ninguna máquina. “¿Cuándo nos va a sorprender la máquina? Cuando, en medio de una partida de ajedrez o de go, decide levantarse, deja de hacer eso y dedícate a otra cosa. ‘Me dedicaré a meditar y escribir poesía’. Tenemos propósitos y voluntad cambiantes. No lo hacen”, cierra Goals.
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