Incendios forestales y la nueva amenaza global

Son voraces, intensos y ocurren con más frecuencia. Los incendios forestales en todo el mundo han experimentado un aumento en el poder que emana de sus llamas. Lidiar con ellos es cada vez más difícil y prevenirlos se ha vuelto aún más complejo. Así lo han demostrado los devastadores efectos del incendio en el sur de Chile, que ya se ha cobrado la vida de 24 personas y ha consumido más de 300.000 hectáreas del territorio nacional. Pero, ¿por qué los incendios forestales tienen un papel cada vez mayor en las zonas de alto riesgo? La bomba de relojería se compone de múltiples factores, pero principalmente el combustible lo aporta el calentamiento global y la chispa de encendido la pone el ser humano. ¿Cómo hacer frente a estos dos componentes que, si no se controlan, tienen carta blanca para ampliar su efecto catastrófico sobre el planeta?

A principios del año pasado, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente emitió el informe, “Expandiéndose como un reguero de pólvora: la amenaza creciente de incendios extraordinarios en el paisaje”, donde la evidencia muestra que el cambio climático y los cambios en el uso del suelo están empeorando los incendios forestales, ya queAdemás, prevé un aumento de los incendios extremos en todo el mundo, incluso en áreas que antes no se habían visto afectadas. Junto a ello, especifica que los incendios del futuro pueden ser incontrolables y devastadores para las personas, la biodiversidad y los ecosistemas.

Cuando se combinan temperaturas cercanas a los 30°C, con una humedad relativa inferior al 30% y con velocidades del viento superiores a 15k/h (30k/h es un mito), se genera una situación explosiva de propagación del fuego.lo que lo hace bastante incontrolable”, explica el experto en cambio climático y académico de la Universidad de Chile, Fernando Santibáñez. El bioclimatólogo detalla que en años como este, donde hubo lluvias primaverales tardías, hay más pasto y vegetación que opera como combustible en estas situaciones. “Desde ahí trepa a los árboles y a los cultivos rápidamente”, explica.

A esto se suma la frecuencia de las olas de calor que ha vivido el país. Según SantibáñezHace una década las alarmas de calor no superaban las 2 o 3 al año, mientras que ahora los frentes de alta temperatura superan la decena cada verano. “El viento también ha aumentado y las previsiones dicen que seguirá aumentando. Yl calentamiento global nos va a hacer repensar la forma en que usamos el suelo“, él añade.

Si aumentan los incendios forestales, la cantidad de dióxido de carbono (CO2) en el ambiente será mayor, lo que contribuiría a la formación de gases de efecto invernadero y, en consecuencia, aumentaría aún más la temperatura de la Tierra. Los veranos cada vez más calurosos y los inviernos más inundados demuestran que estos indicadores incrementarán este fenómeno.

El calentamiento global es un factor innegable, pues, en la proliferación de incendios forestales. Pero no es el único ni el más relevante. Manuel Castillo, Doctor en Recursos Renovables y académico de la U. de Chile destaca que los factores que han incrementado el número de incendios apuntan principalmente a la complejidad de la actividad humana y los procesos extractivos de recursos renovables y no renovables.

“En el contexto de Chile, se ha dado por la complejidad de un territorio en un escenario de cambio climático, y por la competencia por el uso del suelo, así como el suministro de recursos hídricos para una demanda inmobiliaria que también crece. Esto se repite en países mediterráneos de Europa, como España, Italia, Grecia y Francia”, añade el especialista en incendios forestales, y que también colaboró ​​en la elaboración del citado informe de la ONU.

El problema de los incendios forestales es prácticamente transversal, en todos los lugares de clima mediterráneo se está viendo esta misma situación. En países como Australia o Estados Unidos, las causas naturales son responsables de alrededor del 15% de los incendios forestales, debido a la caída de rayos en los árboles y desencadenando la combustión. “En Chile, en cambio, el 99% de los incendios son provocados por personas. A medida que la gente se expande, sigue urbanizando el territorio, de alguna manera favorece la aparición de incendios”, argumenta. Horacio Gilabert, investigador CIGIDEN y académico de la Universidad Católica.

Entonces, si el cambio climático hace que sea cada vez más probable que se produzcan incendios forestales, ¿cómo se pueden prevenir? El principal factor detallado por los expertos apunta a la educación y la mitigación de situaciones de riesgo. Es decir, tomar todas las medidas necesarias para evitar la ignición del fuego. Robinson Talavera, académico en Investigación y Manejo de Emergencias y Desastres de la Universidad Autónoma explica que el riesgo, y su correspondiente gestión, se puede calcular mediante una operación matemática: la multiplicación de amenaza por vulnerabilidad, dividida por las capacidades de respuesta a una emergencia; lo que da un coeficiente para evaluar dicho riesgo en diferentes situaciones.

“El ciclo de emergencia tiene varias etapas. Hay una etapa previa de mitigación; luego hay una etapa de preparación, donde está la alarma y la vigilancia. Luego hay una etapa de respuesta o impacto del desastre, que es donde actuamos. Luego hay una etapa de recuperación y evaluación de lo que hicimos para finalmente realizar nuevamente una fase de mitigación”, detalla el experto.

Aunque, según reconoce, el problema es que cuando se elaboran planes de emergencia se ataca con mayor énfasis la etapa de impacto y se deja de lado la etapa de mitigación. “Estamos en el ‘durante’ de la emergencia, que es un poco tarde. La teoría dice que por cada peso gastado en mitigación y prevención, se ahorran entre 7 y 15 pesos de lo que se habría gastado en operaciones de recuperación y control.”, admite Talavera.

Entonces, según esto, el problema en este tipo de situaciones no debe apuntar solamente a una mayor inversión en preparación de brigadas, compra de aeronaves de última generación para apagar incendios, sino a invertir en prevenir incendios como el que azota el sur de Chile. Pese a que existen sistemas tecnológicos muy avanzados, como sensores de humo o cámaras infrarrojas, el esfuerzo debe ponerse en una fase anterior, según explican analistas de este y anteriores incendios forestales que han afectado al país.

“Las medidas de respuesta son buenas, pero las de mitigación son medidas que reducen el riesgo. Por ejemplo, construir cortafuegos. Si tenemos más educación, medidas judiciales correctas para desalentar ciertas prácticas, estos incendios no se producirán. Y vamos a gastar mucho menos con todos los aviones que hay ahora”, dice Talavera.

Además, Gilabert destaca que hay una parte a tratar que tiene que ver con la educación, con la concienciación de la población para evitar este tipo de incendios, “que no ha sido abordado en su totalidad. El avance en poner recursos en aviones y brigadas ha sido bastante efectivo, pero en prevención no hemos avanzado lo suficiente”, comenta.

Otra cosa que extraña el académico y experto en la materia es una red de estaciones que permitan conocer más sobre el estado de la vegetación, el corte y humedad del combustible fino y la humedad relativa del aire. “Estos datos son escasos, Conaf los tiene disponibles pero no los hace públicos”, declara Gilabert. Según su visión, es necesario contar con más y mejor información meteorológica, con mayor cobertura. Esto ayudaría a disparar alarmas más rápidamente que permitan una mejor planificación de los recursos. “En casos como estos, hay que priorizar su ubicación”, subraya.

Además, Gilabert destaca la importancia de saber qué hacer para las comunidades que viven en contacto con vegetación de alto riesgo. “La única forma de prevenir esto es educar a la gente para que no suceda”. Pero además de educar, gente como Santibáñez también dice que hay que revisar la legislación. Todo ello, para perseguir y desalentar a quienes inician este tipo de incendios, ya sea por negligencia, accidente o acción deliberada.

“Habrá que regular los cortafuegos, ya sea como espacio o con especies no combustibles”, postula el académico. Al mismo tiempo, el catedrático propone regular los días de alerta, en los que se prohíba la actividad que pueda ser fuente potencial de incendio, o el uso de vehículos cerca de zonas peligrosas. Actualmente se regulan tres tipos de alertas sobre el riesgo potencial de incendios forestales: preventiva temprana, amarilla y roja. “Deberían estar sujetos a ciertas restricciones, y con sanciones asociadas a quienes las incumplan. No solo con consejos”, concluye Santibáñez.

Nunca se puede decir que las medidas tomadas sean suficientes, sino que depende de la oferta y demanda de dicho contexto, como explica el profesor Castillo. “En este caso la demanda es exponencial con respecto a la fértil, y la oferta son las medidas preventivas y los medios de represión, control y combate. Se han hecho todos los esfuerzos, pero aún no son suficientes.”. Para él, uno de los grandes problemas que se presentan son también las múltiples ocurrencias de incendios forestales.

Las políticas y medidas tecnológicas se aplican desde hace mucho tiempo, pero para el especialista de la Universidad de Chile lo que falta es integración. “Modernizar la Ley de incendios forestales, gravar más la negligencia y pasarla a una connotación de delito, ya que no tiene proceso penal, ni prisión”, protesta el académico.

Las principales lecciones de este incendio que azota el sur de Chile es seguir trabajando y mejorando las medidas de prevención y alerta temprana. Mejorar las tareas de mitigación ante un escenario de cambio climático que hará que las condiciones sean cada vez más favorables para desatar una catástrofe de incalculables consecuencias para las personas, los animales, la producción forestal y para el ecosistema constantemente amenazado por sus propios habitantes.

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