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Bayern Múnich ata a Vincent Kompany tras descender en la Premier

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La temporada 2023-2024 en Europa todavía no finaliza pero ya se está moviendo, de manera incipiente, el mercado de pases de cara a la campaña que viene, post Eurocopa. No solo los movimientos dicen relación con los futbolistas, sino que también con los entrenadores. En ese sentido, el Bayern Múnich es uno de los grandes del Viejo Continente que está en búsqueda de un nuevo técnico, luego del anuncio de Thomas Tuchel de no continuar tras el final de la temporada.

La Bundesliga terminó el pasado fin de semana y el elenco bávaro finalizó en la tercera posición de la tabla, con 72 puntos, detrás del Bayer Leverkusen (campeón invicto) y el Stuttgart, la sorpresa del campeonato germano. Además, quedó eliminado en la semifinales de la Champions League, a manos del Real Madrid. Una batería de nombres han sonado como opciones para el cuadro muniqués, el más ganador de su país. Sin embargo, el que está a punto es el más sorprendente. Uno que pocos proyectaban.

Tanto la prensa alemana como la inglesa dan cuenta de que Vincent Kompany tiene un principio de acuerdo con la tienda bávara para convertirse en el nuevo entrenador del primer equipo. El exdefensa belga, ícono del Manchester City, tendría su desafío más difícil en su incipiente trayectoria como DT, a los 38 años.

La sorpresa radica en que la experiencia más reciente de Kompany como director técnico fue con un descenso en la Premier League. Apenas un año duró el Burnley en la máxima categoría del fútbol británico, luego de lograr el ascenso con The Clarets. Terminó penúltimo con 24 unidades. Pese a los malos resultados, el exdefensa terminó las 38 fechas a cargo del club que tiene en su plantilla al golero chileno Lawrence Vigouroux. Más allá de este principio de acuerdo que se anuncia desde el Viejo Continente, ahora el Bayern Múnich deberá negociar con el equipo inglés porque el DT tiene cuatro años más de contrato.

Luego de no ganar la Bundesliga por primera vez desde 2013, ante la arremetida del Leverkusen (subcampeón de la Europa League), el Bayern empezó la búsqueda de un entrenador luego de que Tuchel anunciara en febrero que dejaría el banquillo al final del curso. Son varios los problemas que ha tenido el cuadro más poderoso de Alemania en poder dar con su sustituto. Intentaron con Xabi Alonso, sin embargo confirmó su permanencia en el cuadro de las Aspirinas (desestimando también el interés del Liverpool).

También sonó Julian Nagelsmann, seleccionador de Alemania, próximo a competir en la Eurocopa, y Ralf Rangnick, ex DT del Manchester United y que ahora está en la selección de Austria. Incluso apareció el nombre de Zinedine Zidane, que tampoco surtió efecto. Ante estas negativas, los directivos se movieron para intentar retener a Tuchel. Pero todos los caminos, al cierre de esta nota, llevan hacia Kompany.

El exdefensa comenzó su carrera en la banca en el Anderlecht, en 2019, ejerciendo como jugador-entrenador. En 2022 asumió en el Burnley y consiguió el título del Championship en la campaña 2022-2023, logrando el ascenso con 101 puntos. Y luego de una temporada en primera división, volvió a la segunda categoría.

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Los resabios de un debut al debe de la Roja en Copa América

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El estreno de la selección chilena en la Copa América 2024 no dejó conforme a nadie. El empate sin goles con Perú, en Arlington, fue un aterrizaje forzoso de las expectativas que había sobre la Roja luego de las buenas sensaciones que había dejado su desempeño desde la llegada de Ricardo Gareca. En la noche del viernes, Chile tuvo su presentación más baja en los cuatro partidos que acumula la etapa del Tigre.

El Equipo de Todos fue de menos a más durante el primer tiempo, en el que paulatinamente fue tomando el control y generó la ocasión de gol más peligrosa, que desperdició Alexis Sánchez debajo del arco de Pedro Gallese. El complemento presentó un encuentro denso y excesivamente cortado, lo que impidió que cualquier atisbo de ida y vuelta pueda fluir en la cancha. A la larga, el Clásico del Pacífico tuvo más faltas (37 en total) que remates a portería (5).

Luego del cotejo, Gareca reconoció que el partido no fue el esperado, pero también vio el vaso medio lleno de cara a lo que viene. “Fue un partido muy disputado, mucha fricción. Por lo menos, de parte nuestra, no pudimos hilvanar muchas jugadas, estuvimos un poco imprecisos. Es merecido el empate, por lo hecho por los dos equipos. Quizás las más claras las pudimos tener nosotros. ¿Preocupado? No, esto nos va a ir sirviendo para ir mejorando, analizando. Más allá de que teníamos la ilusión de ganar, lo más importante es sumar en esta instancia y restan dos partidos. Estamos como comenzamos: con posibilidades”, manifestó.

El debut copero, en la tierra donde Chile se convirtió en bicampeón de América hace ocho años, quedó al debe. Es la visión generalizada. El duelo ante la Bicolor de Jorge Fossati dejó una serie de cuestiones que permiten adentrarse en las razones que llevaron a una presentación que no ayuda en el objetivo de pasar a los cuartos de final (avanzan los dos primeros de cada grupo), proyectando lo que será un desafío mayor: Argentina, el campeón continental y del mundo.

En los tres partidos previos, la Roja mostró que no necesita una mayor tenencia para desarrollar el juego que pretende el técnico y generar peligro en el área contraria. De hecho, en ninguno de los encuentros ante Albania, Francia y Paraguay superó el 50% de posesión. Sin embargo, ante Perú le sucedió lo contrario.

Con distancia, fue el encuentro con mayor posesión de balón de la Roja en la era Gareca. Registró el 65% (67% en el primer tiempo). El punto es que aquel factor no se pudo traducir en un control más convincente ni tampoco en una mayor generación de ocasiones.

Dávila intenta librarse de la marca peruana. Foto: José Luis Melgarejo/Mexsport/Photosport.

Revisando los datos que entrega Sofascore, se evidencia que Chile superó los 500 pases ante los peruanos (519), de los cuales 420 fueron precisos, pero con escasa influencia ofensiva (50 fueron en el último tercio), sobre todo en un segundo tiempo interrumpido una y otra vez por el juez brasileño Wilton Sampaio. La escuadra nacional registró 11 remates totales, la mayor cantidad entre los cuatro partidos con Gareca (ante Paraguay fueron 10, el máximo hasta el viernes). ¿Y cuántos fueron al arco? Apenas uno. La eficacia no estuvo del lado de la Roja.

Una de las principales virtudes que se vio en esta nueva etapa de la Selección es recuperar el poder de gol. El dato duro lo refleja. Ante Albania, en el debut del Tigre, Chile remató cuatro veces a portería y anotó tres goles. Luego, contra Francia, también tuvo cuatro disparos al arco y convirtió en dos ocasiones. Mientras que ante Paraguay, fueron tres tantos en cinco tiros.

El empate a cero contra los peruanos también dejó dudas respecto al trabajo del mediocampo (la “sala de máquinas”, como le dicen ahora). Erick Pulgar y Marcelino Núñez no tuvieron su mejor jornada en Arlington. Al estar llamados a ser el equilibrio del equipo y a brindar una salida prolija, cuando no aparecen en plenitud se afecta la mecánica de la Selección.

En el caso del volante del Norwich, quien había destacado ante Francia, registró 12 pérdidas de posesión. Más allá de los números, las constantes imprecisiones de los seleccionados dieron cuenta de que no era la noche.

Los bajos rendimientos individuales atentaron contra los intereses de la Roja. Víctor Dávila no pudo repetir lo que hizo ante Paraguay, en el Estadio Nacional. Diego Valdés, uno que está llamado a ser importante con Gareca, salió lesionado y está prácticamente descartado para enfrentar a Argentina, este martes. Una molestia muscular en el sóleo del gemelo izquierdo sacó de circulación al mediocampista del América. El punto es que su reemplazante, Darío Osorio, no entró en sintonía con lo que pedía el partido. No fue el revulsivo que se esperaba. Se notó su falta de fútbol.

Alexis Sánchez, el 10 de la Selección, resaltó en el encuentro más por sus discusiones con el árbitro Sampaio y por pecar de individualista, además de fallar la oportunidad más clara que tuvo el equipo. Los números también dan cuenta de aquello. El tocopillano fue, con distancia, quien tuvo más pérdidas de balón en la Roja: 28. Un exceso. El que lo siguió en este ítem fue Víctor Dávila, con 15. Luego aparecen los laterales, Mauricio Isla y Gabriel Suazo, con 14 posesiones perdidas cada uno.

Si la base del 4-2-3-1 de Gareca parecía más bien estable, el 0-0 del viernes abre la puerta hacia las variantes para dotar a la Selección de los matices necesarios para ser competitivo ante Argentina, en Nueva Jersey. Lionel Scaloni, el entrenador de la Albiceleste, es de adaptar su estructura respecto al rival de turno. Lo hizo en la final del Mundial, ante Francia. También lo efectuó contra Canadá, iniciando con Ángel Di María por la derecha, para hacer el duelo con Alphonso Davies.

El Tigre tendrá que mover la pizarra.

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No soy tan esnob: un relato de Jaime Bayly

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Después de pasar el día en la playa, leyendo poesía, bebiendo champaña, atendida por los camareros de un hotel cercano a su casa, Silvia Barclays dejó unas propinas generosas y se retiró manejando su camioneta azul de fabricación alemana, seis años de uso, treinta mil millas recorridas. Al acercarse a la avenida principal, se distrajo, desvió la mirada a su celular, comenzó a escribir un mensaje a su hija adolescente y entonces se salió de la pista, subió a la acera y chocó con una palmera. Como había bebido, no se detuvo ni reportó el incidente y continuó manejando hasta llegar a su casa. De inmediato, le contó a Barclays que había chocado por escribir un mensaje de texto, mientras conducía. Los esposos salieron a ver el daño provocado por el accidente. Barclays la confortó:

-No pasa nada. Hemos tenido suerte. Pudo ser peor. Pudiste atropellar a un peatón o un ciclista. Pudiste chocar a otro carro. Suerte que solo chocaste con una palmera.

La camioneta azul estaba dañada en la parte delantera del piloto: faros rotos, parrilla de aluminio abollada, cables descolgados, piezas sueltas. Era un accidente menor, no una colisión seria, el primer choque en los seis años que Silvia había usado esa camioneta. Los Barclays dudaron si llevar la camioneta a un taller cercano o enviarla a la tienda donde la compraron. Prevaleció no la austeridad, sino la comodidad. Si la enviaban al concesionario donde la habían comprado, un empleado atento vendría a buscarla y se la llevaría manejándola hasta el norte de la ciudad. En cambio, si elegían dejarla en el taller cercano, ellos mismos debían llevarla, y conducirla tras el percance parecía riesgoso, pues el vehículo podía apagarse a medio camino.

Así las cosas, y en vísperas de salir de viaje, Barclays escribió un correo a la tienda de autos, pidiendo que fueran a buscar la camioneta tan pronto como fuese posible, y la reparasen sin demora. Al día siguiente, un empleado de ese concesionario llegó en taxi y se llevó la camioneta. No hizo falta una grúa, lo que confirmó que los daños no eran graves. Como los Barclays habían comprado varios vehículos en aquella tienda, estaban seguros de que sus jefes se ocuparían del asunto con diligencia, planchando la lata ajada y reemplazando las piezas rotas, maltrechas. No imaginaron que cometían un grueso error de cálculo al confiar en la buena fe, la rectitud y la honestidad de los jefes de esa tienda de autos.

Días después, la jefa de la tienda le escribió a Barclays, notificándole que el arreglo total de la camioneta costaría la friolera de treinta y dos mil dólares. Tras leer el correo, Barclays soltó una risotada. Debe de haberse confundido, pensó. Deben ser tres mil doscientos dólares, no treinta y dos mil. Risueño, le escribió a la jefa, corrigiéndole el monto desmesurado, pero ella se reafirmó en que Barclays debía pagar treinta y dos mil dólares por la reforma del siniestro provocado por su esposa.

A los Barclays esa cifra les parecía inverosímil, irreal: no guardaba proporción con el daño apenas menor que el incidente había causado en la camioneta, no tenía sentido alguno. Barclays pensó entonces que sus amigos de la tienda de autos querían timarlo, estafarlo. Pensó: esta camioneta nueva nos costó sesenta y cuatro mil dólares, es decir el doble de lo que quieren cobrarnos ahora por el raspón o el arañazo que le dio mi esposa. Pensó enseguida: esta camioneta usada debe de costar ahora mismo unos treinta y cinco mil dólares, así como está, es decir antes de la reparación, porque el valor de los autos usados ha subido mucho en los últimos años, y en particular los de esa marca alemana.

Sorprendido, Barclays llamó por teléfono a la jefa de la tienda, diciéndole que la cuenta le parecía francamente abusiva.

-No se preocupe, señor Barclays -dijo la jefa, muy servicial-. Usted no pagará nada.

-¿Y entonces quién pagará los treinta y dos mil dólares? -preguntó Barclays.

-El seguro -respondió la jefa-. El seguro pagará todo.

-Pero no corresponde que el seguro pague, porque la culpa fue de mi esposa -dijo Barclays.

-Usted confíe en mí -dijo la jefa-. Yo hablaré con los del seguro. Ya verá que los convenceré.

Barclays se sintió incómodo ante la posibilidad de que la jefa mintiera al seguro:

-¿Qué les vas a decir? -preguntó.

-Que su esposa chocó y ellos tienen que pagar el servicio del taller.

Incrédulo, Barclays le dijo:

-Por favor, diles la verdad, que la culpa fue de mi esposa. No les mientas. Si, a pesar de eso, ellos pagan el arreglo, te daré un buen regalo.

Luego los Barclays viajaron a otro continente, cruzando el océano. Días más tarde, la jefa volvió a reportarse por teléfono:

-Buenas noticias, señor Barclays. Hablé con el seguro, vino el tasador y pagarán pérdida total.

-¿Pérdida total? -preguntó Barclays-. ¿Cómo así, si es un daño menor?

-Pérdida total es cuando el valor de la reparación excede el precio del vehículo -dijo la jefa-. Nosotros estimamos que su camioneta vale ahora unos treinta mil dólares. Y la reparación costará treinta y dos mil. Entonces el seguro pagará treinta dos mil dólares.

-¿A quién? -preguntó Barclays.

-A usted, por supuesto -respondió la jefa.

-¿Y quién se quedará con mi camioneta? -preguntó Barclays.

-Nosotros -dijo la jefa.

Recién entonces Barclays comprendió que la operación era profundamente deshonesta y tramposa. Recibiría un cheque por treinta y dos mil dólares, pero perdería la camioneta de su esposa, y la jefa de la tienda de autos y sus conspiradores asumían con toda probabilidad que Barclays, un esnob, un señorito, un presumido que no conducía coches chocados, compraría una camioneta nueva, un lujo que le costaría poco más de setenta mil dólares.

Barclays razonó: los pícaros del concesionario me engañan dos veces y de paso burlan al seguro. Al seguro lo embaucan porque no correspondía que pagase nada y va a pagar bastante dinero. Y a mí me hacen dos trampas: por un lado, se quedan con mi camioneta usada, la reparan por poco dinero y la venden sin problemas. Y, por otro lado, yo recibo el cheque de treinta y dos mil dólares del seguro, sí, cómo no, pero pierdo la camioneta, y comprar una nueva me costará setenta y dos mil, es decir que la tienda de autos me sacará cuarenta mil dólares de diferencia por venderme una nueva, del mismo modelo. En buena cuenta, el concesionario ganará miles de dólares por vender la camioneta usada y otros miles por venderme una nueva. ¿Y por qué el seguro aprobaría pagar lo que no le corresponde? No queda claro, pensó Barclays, pero sospecho de una colusión entre la jefa de la tienda de autos y el tasador de la aseguradora.

Furioso, Barclays pateó el tablero y exigió que le devolviesen su camioneta chocada. No quería engañar al seguro. No quería pagar una fortuna por la reparación de un percance menor. Quería recuperar su camioneta, llevarla a un taller confiable y pagar lo justo por su arreglo.

Sin embargo, la jefa de la tienda de autos le informó a Barclays de que, para llevarle la camioneta siniestrada a su casa, con ayuda de una grúa, debía pagar por los días en que el vehículo estuvo internado en el taller. Usó esa palabra: “internado”. Barclays pensó: es un taller, no un hospital, no ha estado en cuidados intensivos, cómo van a cobrarme, si no han arreglado nada. Pues, mal que le pese, tuvo que pagar tres mil y tantos dólares para liberar su camioneta de pronto secuestrada por el concesionario. Una vez que pagó, recuperó al día siguiente el vehículo, maldijo a la jefa y sus secuaces y se prometió nunca más comprarles nada.

Son unos ladrones, unos tramposos, unos estafadores, pensó. Creen que porque salgo en televisión soy muy rico. Creen que, si mi esposa sufre un accidente menor, entonces soy tan esnob que le compraré una camioneta nueva, aunque la gracia me cueste cuarenta mil dólares. Son unos cabrones. Han abusado de mi buena fe. No los enjuiciaré. Los denunciaré públicamente.

Tan pronto como la camioneta llegó a casa de los Barclays, estos llamaron a una grúa y la mandaron al taller cercano a su casa. La han dejado allí. Barclays ha llamado al seguro y le ha dicho que no corresponde que ellos paguen nada. La culpa del choque fue de su esposa y por tanto él pagará, les ha informado.

Soy una persona honesta, piensa Barclays. No soy un tramposo más, como los de la tienda de autos. No es una cuestión de plata, se dice a sí mismo. Tengo el dinero para comprar una camioneta nueva. Es una cuestión de respeto y honor, de hacer lo correcto y no abusar de la buena fe del otro. Me han metido la mano, piensa Barclays, y contrariamente a la fama que tengo, no me ha gustado nada.

#soy #tan #esnob #relato #Jaime #Bayly
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Violencia en el deporte – La Tercera

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SEÑOR DIRECTOR:

Lo hemos señalado en reiteradas ocasiones y levantado en todas las mesas de trabajo y con todas las autoridades, pero parece que la urgencia por abordar las violencias en el deporte no es tal para la Federación de Fútbol de Chile ni para muchas autoridades.

Las denuncias se hacen, pero los protocolos no se siguen y la historia se repite una y otra vez; se intenta callar a las víctimas, desacreditarlas y barrer todo bajo la alfombra, hacer lo imposible para salvarse y “no manchar” al club, mientras se cuidan sus propias espaldas. Pero, ¿quién cuida las nuestras?

La violencia en el deporte es una urgencia y aun así parece que la aguja se mueve lento. Tenemos un sistema podrido por dentro, con personas en cargos de poder que no están a la altura ni capacitadas para tomar los roles que la ley exige, y a quienes no se les ha fiscalizado ni exigido eficientemente el cumplimiento de las normativas contra la violencia. Lo doloroso es que quienes sufren las consecuencias no son solo las víctimas, somos todos quienes amamos el deporte, que creemos que es más que un negocio y que debe ser un espacio seguro y accesible, un lugar de trabajo, desarrollo y recreación. Es donde se deben tener los más altos estándares de ética, probidad y cuidado.

Es desolador pensar que, aún en estos tiempos, autoridades eviten asistir a los espacios en los que podría moverse el cerco legislativo para ayudar a transparentar, prevenir y erradicar todas las violencias, como ocurrió esta semana con la ANFP, que nuevamente se excusó de asistir a una citación a la comisión investigadora de agresiones sexuales en el deporte de la Cámara de Diputados. El deporte es un reflejo de la sociedad y hoy refleja la profundidad de cuánto se han trastornado sus valores por cuidar los intereses de unos pocos.

Iona Rothfeld

Presidenta de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino

#Violencia #deporte #Tercera
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