En su tercera cuenta pública, el Presidente Boric se refirió al proyecto Puerto Exterior de San Antonio, asegurando que “hemos demostrado que se puede hacer, preservando el medioambiente”. Una afirmación a lo menos curiosa, considerando que es el Servicio de Evaluación Ambiental el organismo técnico que debe definir si un proyecto es compatible con la preservación del medioambiente, lo que se certifica a través de una Resolución de Calificación Ambiental (RCA).
Hoy, no existe dicha resolución y el procedimiento de evaluación de impacto ambiental se mantiene suspendido mientras el titular levanta estudios para intentar responder un número inédito de observaciones técnicas.
¿Cómo es posible asegurar frente al país que se ha “demostrado” que un proyecto sin RCA es compatible con la preservación de su entorno ambiental? ¿Qué sustento técnico tiene el Ejecutivo para determinar eso?
A la luz de estas declaraciones y el hecho de que el Puerto de San Antonio se esté reuniendo con inversionistas internacionales para financiar parte de la infraestructura antes de ser aprobada, nos preguntamos si para este proyecto existe la voluntad real de evaluar, para avanzar en un desarrollo sostenible en tiempos en que se discute una reforma al SEIA.
Por eso la invitación es a conocer las más de 700 observaciones de organismos técnicos especializados que aún no tienen respuesta. El tiempo del planeta corre en nuestra contra y no tenemos espacio para equivocaciones.
En los últimos años, el negocio de fusiones y adquisiciones (M&A) se ha visto impulsado por las ventas de activos fijos, fuera del core business de las grandes compañías, principalmente de energía, telecomunicaciones y commodities.
Pertenecientes en su mayoría a negocios de infraestructura y con Entel, Telefónica y WOM como principales vendedores, a la fecha se totalizan 12 transacciones por poco más de US$ 8.300 millones desde 2018, según un compilado realizado por DF.
Para el socio líder de M&A de Deloitte, José Campos, estas transacciones han implicado la desinversión en activos que “no forman parte de la estrategia actual o futura de la compañía”, e identificó una concentración de este tipo de operaciones en 2018, 2019 y 2021.
“Entre los factores que explican estas tendencias se encuentran los cambios de Gobierno (que implican muchas veces cambios de objetivos a nivel país), la tendencia al alza del dólar, los todavía presentes efectos de la pandemia y la gestión de la liquidez, así como los cambios geopolíticos de los tiempos más recientes”, explicó.
Con todo, la tendencia se estaría ralentizando en Chile, según la “Encuesta de Expectativas Empresariales” de EY.
“La gran mayoría de los encuestados (75%) no tiene planes de realizar fusiones, adquisiciones o desinversiones en los próximos meses y entre quienes sí las realizarán, menos de un tercio (27%) espera poner foco en actividades principales y venta de activos no esenciales”, apuntó el socio de Estrategia y Adquisiciones de EY, Cristián Sepúlveda.
Data centers y fibra óptica
En detalle, en los actores del sector de las telecomunicaciones, “se ha visto un carve out (separación de un negocio) de sus principales activos fijos, como data centers, torres y fibra óptica”, detalló el gerente de Deals de PwC Chile, Agustín Herrera.
“Hay actores que han migrado su modelo de negocios, enfocándose en el servicio que entregan a sus clientes y externalizando los servicios de red, nube o torres, entre otros, manteniendo balances más livianos, con menos activos, pero también menos pasivos”, explicó.
Por el lado de los data centers, tanto Telefónica (por US$ 600 millones en 2019 a la gestora española Asterion) como Entel (asesorados por Bank of America, por US$ 736 millones en 2022 a la norteamericana Equinix) vendieron sus centros.
La venta de las antenas, en tanto, ha sido una tendencia transversal. En 2019, Entel vendió a la norteamericana American Tower Corporation (ATC) un portafolio de antenas en Chile y Perú por US$ 772 millones.
Más tarde, en 2021, la misma ATC adquirió las torres de Movistar Chile (Telefónica) por cerca de US$ 1.100 millones.
WOM también salió al mercado y en 2022 vendió 3.800 antenas a la estadounidense Phoenix Tower International, en US$ 930 millones. Scotiabank fue asesor financiero de la firma de EEUU.
La fibra óptica salió poco después al mercado que las antenas, cuando en 2021 Telefónica vendió el 60% de sus activos en el segmento a la gestora de inversiones KKR en unos US$ 600 millones.
La asociación entre Telefónica y KKR pasó a llamarse On Net Fibra, compañía que en 2023 adquirió por US$ 432 millones el negocio de fibra óptica de Entel. Esta última había mandatado al banco BNP Paribas para buscar un comprador para esta red, y lo volvió a fichar este año para vender el remanente de sus activos en este segmento, reveló DF MAS.
Líneas de transmisión
En otras industrias, como la minería y energía, lidera, por lejos, la enajenación de líneas de transmisión y fue el sector que inició la oleada de ventas en los últimos seis años.
El primer deal fue en 2018, cuando Aes Gener, asesorado por BTG Pactual Chile, vendió el 20% de su negocio de transmisión a Chilquinta por unos US$ 220 millones.
Mientras que Minera Centinela (asesorados por Santander CIB, por US$ 117 millones en 2018 a la española Red Eléctrica) y CGE (asesorados por BTG Pactual, por US$ 167 millones en 2019 a la portuguesa REN) también vendieron su negocio transmisor.
En tanto, en 2021 llegó la segunda transacción más grande, cuando Colbún vendió sus líneas de transmisión al fondo de pensiones holandés APG en US$ 1.295 millones. La chilena fue asesorada por los bancos JPMorgan y BTG Pactual.
La mayor venta ocurrió un año después. En 2022, Enel vendió su negocio de transmisión y subestaciones al Grupo Saesa, controlado por dos fondos de pensiones canadienses, por US$ 1.345 millones. El centenario banco de inversión Rothschild & Co actuó como asesor financiero de Enel.
Desde el mercado destacaron que dentro de las ventas que se mantienen activas o “vivas”, se encuentra la enajenación de las líneas de transmisión de CMPC, cuyo mandato posee BTG Pactual Chile.
Las startups chilenas NotCo, Levita Magnetics y Spora han llevado su innovación más allá de las fronteras, logrando patentar sus productos en Estados Unidos, tras navegar el complejo laberinto burocrático.
Este es un mercado apetecido por las empresas locales. Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), solo en 2022 -última cifra disponible- este país recibió 144 solicitudes de patentes de chilenos -directamente en oficina o vía Tratado Internacional de Patentes-, aunque menos que las 157 de 2021.
Para la startup de tecnología médica Levita Magnetics, que desarrolló un robot que permite que las cirugías laparoscópicas san menos invasivas, las patentes son un elemento crítico en su negocio, sobre todo, porque instaló su fábrica de robots en Silicon Valley, California, EEUU.
Su fundador, el médico Alberto Rodríguez-Navarro, explicó que si bien se demuestra que existe un producto detrás de esa patente, este no tiene valor por sí solo, sino que lo adquiere “cuando demuestras que es una tecnología que sirve, que hay un producto comercial”.
Levita tiene un portafolio de 60 patentes, la mitad en tramitación. De ellas, 40% fueron solicitadas en EEUU, 30% Europa y el resto en diferentes países, entre ellos, China. Respecto de los plazos, contó que la primera la pidió en EEUU y tardó unos seis años en obtenerla, poco menos que el promedio chileno que ronda en siete años.
Dijo que para el proceso, es “clave” tener una estrategia bien sofisticada. Por ello, tomaron los servicios de “la mejor abogada de tecnologías médicas de Silicon Valley que nos ayudó a tener toda una estrategia de protección intelectual”, comentó.
El robot de Levita Magnetics (arriba) y los textiles de Spora.
Si bien el precio por estas asesorías varía, dijo que puede llegar hasta los US$ 60 mil. “Más que un proceso engorroso, es bien técnico y por eso buscamos asesores e invertimos muchos recursos”.
Rodríguez-Navarro señaló que Levita es una empresa de Investigación y Desarrollo (I+D), por lo tanto, el plan es seguir desarrollando nuevas innovaciones, donde la protección “es un proceso continuo”, dijo.
La estrategia de NotCo
Desde 2020 la foodtech NotCo, ingresó solicitudes de patentes a EEUU, un mercado que tenían en la mira en su estrategia de expansión, y en el que abrieron operación ese mismo año.
Solo en ese país tienen 19 patentes aprobadas, la primera fue ortorgada en 2021, es decir, el proceso solo tomó un año. Además, tiene otras cuatro patentes en Chile y varias de las solicitadas en EEUU están patentadas en Colombia, México, Brasil y Argentina.
El senior manager de investigación científica, Roberto Contreras, explicó que la estrategia de patentamiento del unicornio chileno -valorado en US$ 1.500 millones- se divide en dos brazos: tecnología e I+D.
El primero busca proteger la inteligencia artificial (IA) desarrollada por la empresa y “cualquier nueva herramienta o aplicación derivada”, en referencia a Giuseppe, el sistema de IA creado por NotCo, que permite elaborar fórmulas en base a plantas que simulen alimentos de origen animal.
En I+D, los principales desarrollos son una boca y un sistema digestivo in vitro dinámico que simula la digestión humana y que permite testear los nuevos productos.
“No todo lo patentamos, depende de la complejidad del descubrimiento y si conviene o no ponerlo a la luz pública. Aunque esté bajo una patente (…) No te garantiza que nadie te copie, sino que te protege ante la copia”, dijo Contreras.
Explicó que contrataron un abogado especialista para “agilizar el proceso” y que este, para las patentes tecnológicas, “puede ser más expedito”, pero la I+D “toma un poco más de tiempo, porque los productos deben ser probados por el consumidor”.
Respecto del impacto de obtener una patente en EEUU, afirmó que permite entrar al mercado “con un nivel de prestigio diferente hacia tu competencia y clientes, te posiciona como una compañía seria”.
Spora y su patente madre
La firma biotecnológica Spora -que crea textiles a partir de micelios de hongos- obtuvo su primera patente en EEUU en 2023.
La protección es para todo el proceso de desarrollo, lo que les permite producir de punta a punta.
La clave para asegurar su patente “madre” en ese mercado, según el fundador y CEO de Spora, Hernán Rebolledo, fue definir una estrategia de propiedad intelectual.
“Lo primero que hicimos fue un estudio comprensivo en el mercado de la biomaterialidad textil para definir cuáles son todos los procesos, ya sea tecnológicos, genéticos o industriales, y ver los espacios en blanco para incorporarnos, donde no hubiese otros actores”, afirmó.
A partir de eso, desarrollaron su primera patente y las próximas que logren serán para “reforzar los argumentos clave de la patente de más arriba y mejorarla a través de patentes de invención o de utilidad”.
Una vez definida esa estrategia, realizaron los experimentos para tener evidencia empírica. “Es súper importante comprobar que la idea funciona”, dijo Rebolledo y agregó sin estrategia o estudio previo en EEUU es “dificilísimo el proceso de patentar”, comentó.
También dijo que la asesoría es “clave” y que trabajaron con el estudio Shay Glenn y que un proceso que toma cinco años “se puede reducir a dos o tres años”.
Spora cuenta con 10 patentes, una ya fue otorgada en EEUU y cuatro en “etapas avanzadas”. Contar con esta última, les posibilita “salir a licenciar y generar un modelo de negocios productivo en cualquier parte del mundo”, afirmó Rebolledo.
El grupo Empack (uno de los principales actores del packaging en Chile, fundado en 1980) acusó un potente ataque informático.
La empresa presentó una querella, en la cual detalló la situación: el episodio tuvo lugar el pasado 21 de mayo en la casa matriz de la compañía y afectó a 25 de 31 servidores.
“Nuestra área de TI fue alertada tempranamente del ataque y, utilizando la solución de antivirus Sophos, detectó el alcance y tipo de ataque efectuado; esto, con la finalidad de minimizar los eventuales problemas operacionales y de servicio que nos ocasionó este ataque”, dijo la compañía. Agregó: “El virus del cual fuimos víctimas por parte de estos ciberdelincuentes, es del tipo ransomware, es decir, que encripta información de los servidores y equipos conectados a la red para luego pedir rescate por ellos, el cual, por política interna, se rechaza pagar por su rescate”.