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Review | Avatar: Frontiers of Pandora, una aventura de acción para recorrer la pachamama biolumínica
Avatar: Frontiers of Pandora no es un videojuego que busque explorar nuevos terrenos ni quiera reinventar la rueda. En su condición de juego de disparos en primera persona, cuenta con todo lo que pueden esperar de un videojuego de acción y aventuras de este tipo.
Es decir, en su progresión nos encontramos con enfrentamientos con armas de largo alcance, tanto de metal como aquellas de los aborígenes Na’vi, así como la inclusión de múltiples secuencias interactivas para evadir a los enemigos mecánicos que caracterizan a las amenazas humanas de la franquicia de James Cameron. En paralelo, también están todos los componentes de personalización que caracterizan a este tipo de videojuegos de disparos, ya sea para mejorar la apariencia y características de nuestro personaje, incluidas obviamente las armas que son el foco de toda la acción.
De ahí que la propuesta de Avatar: Frontiers of Pandora, el segundo videojuego de la saga tras uno lanzado en 2009, en realidad va más apegada a su otra gran característica: su componente de mundo abierto. Conocer múltiples nuevas zonas de Pandora, recorrer la desconocida Frontera Occidental de la luna, maravillarse con la fauna y apreciar la posibilidad de surcar los cielos para desplazarse a través del mapa son parte del encanto que el videojuego inevitablemente tiene como primer público objetivo a los fans de Avatar.
Y es justo lo anterior lo que vuelve a esta experiencia de juego en algo ideal para todos los que disfrutaron a las películas, esos mismos que la han instalado entre las más exitosas de la historia y que aquí encuentran una posibilidad de recorrer a Pandora desde un nuevo lugar: de forma interactiva.
En ese ámbito, Avatar: Frontiers of Pandora logra instalarse como una experiencia llamativa al presentar a un nuevo Na’vi que se ubica lejos de los rincones recorridos por Jake Sully en las películas. También gana puntos al hacer uso del foco de exploración para sumar varias novedades de mitología, y expandir el canon, a la hora de rastrear, recorrer los terrenos y enfrentar a las amenazas que se van cruzando en nuestro camino.
Lo anterior se lleva a cabo a partir de una premisa que avanza, primero, con sucesos situados ocho años antes de la primera película. La historia se enfoca así en un programa de la RDA – la empresa privada humana que busca explotar los recursos naturales de Pandora – que entrenó a cinco niños Na’vi para convertirlos en una especie de embajadores que limpien su imagen pública. Sin embargo, como los jóvenes recuerdan que fueron secuestrados por la codicia, el grupo de Na’vi terminan insertos en un conflicto que los lleva a iniciar la revolución.
Dando un salto temporal de más de una década, ya que su introducción involucra a una tragedia en la que no todos sobreviven, y dichos embajadores Na’vi son despertados tras pasar largo tiempo en criogenía, todo se pone cuesta arriba una vez que el villano humano del videojuego retorna al mundo biolumínico para reiniciar un conflicto en el que debemos salvar a nuestros amigos, atacar a las fuerzas humanas y conocer a varios clanes Na’vi que se enfrentarán a invasores con una fuerza tecnológica superior.
Esa es la historia base de un videojuego que no busca sostenerse en los eventos de las películas, pues crea personajes completamente nuevos, pero no se aleja del canon y busca explotar toda la rica mitología y el escenario de enfrentamiento entre aborígenes e invasores. De ahí que en el camino hay sangre, muerte, traiciones e inclusive resentimiento, pero siempre teniendo en alto los elementos heroicos de la batalla contra la opresión de un poder superior. Es ahí en donde la historia está plagada de giros que van sumándose a la propia exploración de un mundo que da cuenta de nuevas áreas que tienen sus propias características y que entregan nuevos escenarios de batalla.
Ante todo lo anterior, el diseño del mundo, con todo y efectos de luz así como la propia vegetación, inevitablemente es lo que más destaca a la hora de enfrentar la experiencia de Avatar: Frontiers of Pandora. Al mismo tiempo, considerando que este es un videojuego de Ubisoft, inevitablemente el mapa también está plagado de misiones secundarias para desbloquear tantos elementos extra como se nos ocurra, mientras que el sistema de árbol de habilidades también está a la orden del dí. No solo nuestro personaje puede tener diversas variedades de combate y otras técnicas ancestrales – que incluyen un doble salto que se vuelven trascendentales tanto en las peleas como en la exploración -, sino que también las criaturas aladas tienen sus propias características para ir desbloqueando.
En ese mismo recorrido, que generalmente apunta a que avancemos con sigilo ante los peligros del plomo humano, el videojuego implementa una especie de sentido Na’vi para ir guiándonos por el mapa y podamos ir acumulando exponencialmente el tiempo de juego a medida que llevamos a cabo las tareas adicionales que nos ayudan a mejorar a nuestro Na’vi para afrontar las misiones principales.
Aunque está la posibilidad de centrarse principalmente en los objetivos centrales, el videojuego tiende a remarcarnos que es mejor gastar tiempo en las tareas que podrían darnos una ayuda. O, como también suele suceder, solo son una pérdida de tiempo. Por eso es importante destacar que en este título existe una mecánica que sí o sí apunta a que pasemos más tiempo de lo habitual a la hora de desbloquear ítems, acumular puntos de mejora y obtener nuevas habilidades para avanzar en la historia.
En ese progreso, la dificultad del videojuego se apega directamente a las tareas que vayamos realizando, por lo que no es raro toparse con enemigos en maquinarias mecha que se vuelven en una complicación mayor cuando disparan, nos rastrean y, solo por que pueden, nos llenan de granadas para hacernos pasar un mal rato. En todo caso, el camino de avance con las habilidades Na’vi se ve compensada con la variedad de armas que tenemos a mano para intentar sortear las misiones que nos llevan a recorrer asentamientos enemigos, bases o escuadrones que nos topamos en medio de la nada. Y obviamente, considerando su foco, también hay una cantidad ridícula de recolección de artículos, ya sea para cocinar platos que nos permitan mejorar nuestra salud, ganar características temporales u, obviamente, mejorar las armas.
Con todo lo anterior en cuenta, Avatar: Frontiers of Pandora es una aventura que no reinventa nada, y quizás queda a la sombra si empezamos a compararlo con videojuegos similares, pero el propio encanto de la mitología creada por James Cameron le ayudan a tener la identidad propia suficiente como para lograr salir bien parada. Claro, siempre considerando si han disfrutado de un mundo al que todavía le quedan al menos tres películas más.
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