Entre noviembre y enero la tasa de desocupación subió por decimoquinta vez consecutiva, llegando a 8,4%. Difícilmente cabría celebrar esa cifra, pero lo cierto es que el indicador subió a menor ritmo que en trimestres anteriores y mientras la ocupación subió de nuevo (2,9%), si bien más lentamente que la fuerza de trabajo.

La lenta reactivación de la economía se suma a otros factores que juegan en contra de un mayor dinamismo del empleo.

Esto abona cierto optimismo de que para el mercado laboral “ha pasado lo peor”, según comentaron analistas a este diario. Y desde luego, ello debe entenderse a la luz del contexto económico reciente, marcado por el violento estallido de 2019 y la posterior pandemia de Covid-19, que sumaron serios problemas coyunturales a los ya considerables desafíos estructurales que viene enfrentando la economía chilena, como la baja productividad, la calidad del capital humano y el cambio demográfico, por nombrar sólo tres.

Con todo, lo cierto es que el número de puestos de trabajo que falta por recuperar respecto de la prepandemia oscila entre 200 mil y 300 mil, dependiendo del cálculo, un déficit que se vuelve muy cuesta arriba compensar si la fuerza de trabajo se expande a mayor ritmo que la creación de empleos. En un escenario de crecimiento del PIB en torno a 2% este año -de ninguna manera asegurado, por lo demás-, eventualmente podrían recuperarse unos 100 mil puestos, dijo a este diario un reputado analista.

Esa lenta reactivación económica se suma a otros factores que juegan en contra de un mayor dinamismo del empleo, como algunas contradicciones en la Ley de 40 horas, regulaciones que entraban ciertos sectores (como el de las aplicaciones de transporte, por ejemplo), y fallos judiciales que detienen grandes proyectos (como el de Google). Además, por cierto, de la inseguridad en alza, que inhibe la inversión en nuevos puestos de trabajo.

Persiste en Chile un ambiente de incertidumbre -en la economía, pero también en la política- que es el principal obstáculo a la recuperación del crecimiento y, por ende, del empleo. Combatir ese clima es prioritario.