Economia
Gonzalo Cordero: “No me parece claro que la prescindencia del liderazgo político sea el mejor camino para Evelyn Matthei”
La vida de Gonzalo Cordero se transformó en lo que él quería. Lo ayudaron Sebastián Piñera en 2017 y la pandemia a partir del 2020. El exPresidente Piñera lo reclutó como jefe de comunicaciones para su campaña presidencial (2017) y ahí Cordero aprovechó de vender su parte de la sociedad que mantenía con Cristina Bitar en Azerta, empresa de comunicaciones y asuntos públicos. Con el encierro por pandemia, comenzó a trabajar en sus asesorías a empresas privadas desde su casa y es feliz en ese centro de operaciones. Abogado, columnista, integrante del Consejo de Libertad y Desarrollo y miembro del directorio de TVN, es un UDI atípico y cómodamente ajeno al oficialismo del partido.
– ¿Es un doble estándar de la UDI no separar aguas con Cathy Barriga? La exalcaldesa de Maipú (independiente pro UDI) fue formalizada y cumple la medida cautelar de arresto domiciliario. Meses atrás, ustedes pidieron las penas del infierno para Daniel Andrade y Carlos Contreras por el caso Democracia Viva.
– Es difícil hacer comparaciones. El que tiene el problema más grave con estos casos es el Frente Amplio porque se han erigido como referentes morales. Existe un vínculo muy fuerte entre el partido Revolución Democrática y las acciones de corrupción que se están imputando. Existe la posibilidad de que el partido político esté involucrado, a través de sus dirigentes, en los casos de corrupción.
– Esas son meras especulaciones.
– Nadie puede descartar que dirigentes políticos de RD sean citados a declarar como imputados.
– Sin embargo, la actitud de RD fue clara. Expulsó del partido a los dos directos implicados. En cambio, la UDI, no se ha desmarcado de Barriga…
– Hay que aclarar que Cathy Barriga no es militante UDI. No hay presunción de que las irregularidades que pueda haber en la Municipalidad de Maipú se hayan hecho en connivencia o con vinculación de la UDI.
Contrariamente al caso Cathy Barriga, dirigentes de RD aparecen vinculados a casos de fundaciones y esto se ve como una trenza. Eso marca una diferencia respecto de la actitud que ambos partidos políticos (RD y la UDI) deben adoptar.
Hay que equilibrar la razonable distancia que se tiene que tomar para no salir a quemar en la plaza pública a las personas saltándose las normas del debido proceso y de la presunción de inocencia.
La política aún está en un período en el que los candidatos se buscan con criterios de casting. La popularidad importa más que la trayectoria. Es el caso de Cathy Barriga. Nos llenamos de candidatos que son actores, son exdeportistas.
– O exbailarinas…
– Exactamente. No tengo nada contra los actores, los deportistas, o las bailarinas; pero los logros en sus actividades no aplican como precedente para ejercer cargos públicos.
– La UDI sabía cómo era Cathy Barriga ya como candidata en 2016. De hecho, le pusieron un padrino político del partido para asesorarla apenas asumió, pero ella jamás lo atendió. ¿Cuál sería la lección?
– Esto demuestra una falla en la búsqueda de candidatos. Ponen a personas porque son buenos rostros y dan por hecho que, desde atrás, van a poder administrarlos.
Con Cathy Barriga fue súper claro. La UDI aprovechó su popularidad ganada en otra área, para después intentar acompañarla y explicarle cuál era el proyecto, pero no resultó. La elección de candidatos es un fenómeno de la sociedad de masas, de las redes sociales y en el que la elite tiene muy poco que decir.
– Para la UDI no es un buen momento. La alcaldía de Las Condes, liderada por la militante Daniela Peñaloza, está siendo investigada, aún cuando ella no está imputada. ¿Por qué insistir en que ella vaya a la reelección?
– El caso de Daniela Peñaloza es distinto. Es difícil para la directiva de la UDI tomar una decisión porque, como dices, no está imputada, ni es claro que haya hecho algo que falte a la probidad. Una decisión política de este tipo podría resultar como una condena.
– ¿Alguna autocrítica dentro de la UDI?
– Existe un problema sistémico por la forma en que está funcionando la política que lleva a la manera en que se eligen los candidatos. La desideologización de la política tuvo un período muy virtuoso porque veníamos de una intoxicación ideológica. Pero nos fuimos al otro extremo, al pragmatismo sin contenido que está pasando la cuenta más fuertemente a la derecha que a la izquierda porque -por naturaleza- la izquierda es más ideológica.
– ¿La izquierda tiene mejores candidatos?
– La izquierda tiene una cultura de partidos de cuadros y un sistema de administración de sus miembros que no tiene la derecha. Las personas que ejercen los cargos tienen una mayor vinculación y dependencia de sus partidos. En la derecha, las autoridades reivindican su libertad de conciencia, son más autónomas y, como consecuencia, existe un menor control de esas personas por el partido.
¡Viva la diferencia!
– Hablemos del exPresidente Piñera y de su deseo de hacer una alianza que vaya desde Demócratas hasta Republicanos para las elecciones que vienen y para asegurar el próximo Gobierno para la derecha.
– Me gusta imaginar grupos distintos que tienen la capacidad de articularse en pos de objetivos mayores. El mantener la identidad de cada partido es razonable y viable. Por supuesto que Republicanos es diferente a Demócratas, a Evópoli, a Renovación Nacional y a la UDI. La derechaAh no valora la diferencia como una fortaleza.
– José Antonio Kast no irá a la primaria del sector. En diciembre anunció que sería candidato presidencial. ¿Es una clara señal de que Republicanos seguirá funcionando por su cuenta?
– La principal responsabilidad que tiene la oposición es ocupar el rol lo suficientemente claro para que la gente la busque como alternativa. Toda esta cuestión de si hay pacto o no, si hay primarias o no, finalmente es accesoria. Si vamos a dirimir que el candidato del sector va a surgir de una primaria o ya en la primera vuelta, no es relevante. No creo que en Chile sea posible que pasen dos candidatos de un mismo sector a la segunda vuelta.
Cuestiones de liderazgo
– ¿La precandidata a la presidencia más popular, Evelyn Matthei, debería ir a la reelección como alcaldesa de Providencia en octubre? ¿O la gente podría sentirse estafada si, a poco tiempo de asumir, renuncia para ir a la presidencial?
– Es una decisión meramente táctica. La transparencia está resuelta. Si ella es candidata a la reelección por Providencia, lo va a hacer de una manera en que nadie tenga dudas de que será candidata presidencial. Nadie podrá alegar engaño. La pregunta es si, en esas condiciones, a ella le conviene enfrentar una elección municipal como precandidata presidencial. Eso no lo sé.
– ¿Cuáles son los pros y los contras de Evelyn Matthei?
– El ciclo de los candidatos despolitizados y que tienen una aproximación a eso que llaman “lo ciudadano” está terminando. El péndulo fue desde la excesiva ideologización hasta la completa desideologización. Ahora existe una demanda de la sociedad por posiciones políticas, ya no es el momento de candidatos cosistas.
– Y cómo se relaciona eso con Matthei ¿Es ella cosista?
– En gran medida sí. ¿Qué tanto liderazgo ejerce ella en fijar materias políticas? ¿Tiene Matthei un liderazgo en lo ideológico? Parece que bien poco. A ella la veo más como una candidata que está aún en el ciclo de la despolitización.
– Los alcaldes son eso. Se preocupan de asuntos muy concretos de los vecinos.
– Yo no estoy haciendo un juicio de valor. El perfil de Matthei calza bien en una época que está terminando. Si uno la compara con Kast, él es más ideológico que Matthei. La pregunta que uno se tiene que hacer es si Matthei llegó tarde.
– ¿Y está tarde?
– Esto podría considerarse un “contra” de Evelyn Matthei. No tengo duda que hay gente que le dice que no haga tal de ejercer un liderazgo político. O de fijar posiciones sobre dónde debiera situarse ella, por ejemplo, apoyando o no cierto proyecto de ley. Se ve que no lo hace porque es riesgoso porque puede tener un alto costo. Pero eso era verdad hace 10 años. Si estuviésemos en esa época, yo estaría diciéndole exactamente lo mismo, pero hoy no me parece tan claro que esa prescindencia del liderazgo político sea el mejor camino.
– Sigamos con los pros y los contra de Matthei.
– Nadie podría dudar de que es una política con carácter, con experiencia, con conocimiento, lo que contrasta con el Presidente de la República actual y es una ventaja. El que sea mujer, además, ayuda con la captura del voto femenino. Y Kast ahí tiene una debilidad.
– Lo que preocupa de Matthei son sus habilidades blandas. Rodolfo Carter, en una entrevista que dio en octubre para DF, dijo: “Es una de las mujeres más brillantes en la política, pero siempre la he visto asociada al conflicto”.
– Carter marca un punto. El problema es cuando tienes conflictos que no tienen que ver con diferencias ideológicas o de proyecto de país. Si ella entrase en peleas por cuestiones personales sería una debilidad.
– Problemas por cuestiones personales ha tenido Evelyn Matthei a lo largo de toda su vida política. ¿Podría esto llevarla a tener dificultades internas a nivel de gabinete, o incluso en su liderazgo?
– Ese es el problema. Matthei tiene una historia pública prolongada y esas historias suelen ser más una carga que un activo. Pero lo que en realidad a mí me genera muchas dudas es si es una decisión correcta de Evelyn Matthei la ausencia de un liderazgo político.
– Ha sido parlamentaria y ministra del Trabajo, entre otros cargos, pero usted dice que ¿ella no ejerció un liderazgo político?
– Yo me refiero a cosas que tienen que ver con una visión del orden social más que a los instrumentos que permiten resolver problemas concretos, que es lo que Matthei sabe hacer. Admito que es difícil que la gente conecte con ese tipo de liderazgo más ideológico que con un liderazgo más cosista. Pero creo necesario que ella entre en la discusión propiamente política del orden social que queremos, de qué es justo y de qué es injusto. Hoy, gobierna una alianza que cuestiona las bases de la sociedad que habíamos construido. El país que discutía sobre las políticas públicas concretas que convenía aplicar, se terminó en el segundo Gobierno de Bachelet.
– Si se analiza la derecha dentro del liderazgo más político versus el cosista, ¿este último la desvalorizó?
– Su problema principal fue que se acomodó a que su mandato se redujera a realizar políticas públicas y dejó de defender la legitimidad de su visión del orden social.
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