“No vamos a improvisar”, bajo esa consigna anunció el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT) la planificación -con cuatro meses de anticipación- de los trabajos de coordinación para el traslado de los ciudadanos a sus lugares de votación, en el marco del próximo plebiscito de salida el 4 de septiembre.
Debido a que por primera vez el proceso electoral se realizará bajo la figura de voto obligatorio y registro automático, se espera un aumento a 4 millones de personas, el doble de movilidad que la ocasión anterior.
“Debemos evitar que se repitan los problemas de coordinación que generaron la falta de transporte público en Santiago y las regiones. Por eso, he instruido a nuestros equipos en todo el país y a las secretarías de Transportes y Telecomunicaciones para que se reúnan y dialogen con gobernadores, delegados presidenciales, alcaldes y operadores de transporte público, con el objetivo de elevar las necesidades de movilidad. que cada territorio tendrá para ese día y diseñar soluciones en conjunto”, dijo el subsecretario de Transporte, Cristóbal Pineda.
En ese contexto, la titular del Directorio de Transporte Público Metropolitano (DTPM), Paola Tapia, invitó a las empresas operadoras del sistema a ser parte de la planificación anticipada: STP, Vule, Metbus, Redbus, Subus y Express fueron parte del desarrollo del plan maestro.
“No queremos repetir las aglomeraciones y la falta de transporte público que se vivió en las últimas elecciones. Si los operadores reciben planes de operación improvisados como la última vez, es claro que no podrán cumplirlos”, criticó Paola Tapia. En ese sentido, el director de la DTPM adelantó que con el tiempo se cambiará el trazado de las rutas, cuyo propósito será pasar por fuera de los centros con mayor afluencia de votos.
Esto está en línea con la campaña del Servicio Nacional Electoral y el MTT para promover la actualización de la dirección, con el fin de reducir las brechas geográficas entre los electores y su lugar de votación. “La convocatoria es informarse con antelación de los servicios disponibles, planificar viajes y fomentar otros modos como la bicicleta o caminar, en la medida de lo posible, una vez que se conozcan los lugares de votación”, añadió el director de Transporte Público.
Según datos del Servel, la afluencia de electores el 19 de diciembre de 2021 de las 34 comunas del Gran Santiago fue de 2.975.972, es decir, 464.587 electores, un 18% más que el 21 de noviembre de 2021 para la primera vuelta presidencial que fue de 2.511.385 electores. .
Si bien en esa ocasión el DTPM decretó un aumento de la oferta para ese día, ajustándolo al perfil de demanda registrado el 21 de noviembre (primera elección presidencial) y los datos registrados a partir de la segunda elección presidencial de 2017, esta programación no fue suficiente y se tradujo en quejas y descontento de la ciudadanía por la evidente falta de transporte público en las calles, remarcó Tapia.
Mayor número de conductores.
El gerente general de Metbus, Héctor Moya, en representación del resto de los operadores del sistema, enfatizó que Se debe trabajar en medidas para fomentar la presencia de conductores en los autobuses. Este problema que, a su juicio, fue la principal piedra en el zapato de la administración anterior.
En ese sentido, la concesionaria dijo que a pesar de que “tenemos la mejor disposición, hay normativa, en este caso el Código de Trabajo que establece reglas que estamos obligados a respetar. Por ejemplo, los trabajadores deben tener dos domingos libres al mes. Además, el séptimo día de trabajo deben tener un día libre. Estas dos reglas complican la operación del fin de semana, por lo que es necesario conciliar los intereses del ministerio y las normas laborales.
Agregó: “Un error que cometimos la última vez es que mantuvimos los servicios exactamente igual que un día hábil. Es posible que en este análisis tengamos que cambiar los planes de operación y creo que algo efectivo es acercar a la gente al Metro”, explicó Moya
El director de DTPM explicó que por la misma razón esta planificación se hace con cuatro meses de anticipación. “Es tiempo suficiente para hacer cambios de turno y ajustes para tener esa posibilidad. Cada empresa tiene que gestionarlo”.
Respecto a dos episodios relacionados con el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental -los casos de Dominga y Fundamenta, con grandes inversiones-, se ha hablado mucho en los últimos días de que necesitamos “más técnica y menos política”. Pero la tensión que muestra nuestra institucionalidad demuestra que hoy es precisamente cuando necesitamos más de esto último. Hay varios ejemplos que lo demuestran. Por mencionar solo tres: Actualmente cuando el “impacto ambiental cero” no es más que una utopía, debemos definir como un país qué impactos y, lo más importante, en qué lugares será aceptado y en cuáles no. Asimismo, se requiere mayor claridad sobre los requisitos impuestos por la autoridad a través de guías, instructivos, criterios y su aplicabilidad a los proyectos en trámite. En resumen, es inaceptable que cada proceso de impugnación, en teoría con solo unos pocos pasos procesales, fácilmente lleve más de tres años. En resumen: debemos modernizar nuestro sistema. Para ello se debe llegar a un acuerdo transversal similar al que existía en 2009 cuando se aprobó la “nueva institucionalidad ambiental”. Hoy entonces. más política. Podemos dejar la técnica para más adelante.
Pablo Méndez Académico, Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado
En Chile, la industria de la tecnología de la información (TI) está dominada en gran medida por hombres. Según el último informe del Servicio Nacional de Formación y Empleo, de las 10.358 personas con perfiles vinculados a este mundo, solo el 16% son mujeres.
Ante este escenario, tres mujeres profesionales vinculadas a esta industria comentaron a DF las principales barreras a las que se han enfrentado, los retos que implica el desempeño de estos trabajos y cómo avanzar hacia una mayor igualdad de género en este ámbito.
Principales barreras
Alejandra Pinto se desempeña como líder del equipo de operaciones de TI de Acid Labs, encargada de brindar servicios de soporte y monitoreo y mantener la continuidad operativa a los clientes.
Describe su experiencia en esta industria como “agradable”, de constante aprendizaje y sin discriminación por su género.
Aunque admite que el porcentaje de mujeres en TI es bajo, y que él mismo lo ha podido comprobar, no cree que eso se deba a menos oportunidades, sino que lo vincula a una “barrera social o cultural, lo cual encasilla que tenemos que trabajar en ciertas áreas y no esto (TI)”, señala.
A pesar de ello, comenta que no hay diferencia en capacidad técnica o profesional entre un hombre y una mujer, y destaca que las mujeres tienen aún mayor habilidad en ciertos aspectos.
“Nos cuestionan más que a los hombres, suponiendo que ellos tengan la verdad y siempre tenemos que demostrar lo que sabemos innecesariamente”. BARBARITA LARA, DIRECTORA EJECUTIVA DE EMERCOM.
“Es difícil que las mujeres se destaquen más, porque se cuestiona nuestra opinión y los resultados. (…) Las barreras están ligadas a diferentes salarios por hacer el mismo trabajo y al cuestionamiento del saber”. SANDRA REYES, RESPONSABLE DE DISEÑO Y UX DE DESTÁCAME.
“No creo que las mujeres tengamos menos oportunidades, pero hay una barrera social o cultural que nos encasilla en tener que trabajar en ciertas áreas y no en esta (TI)”. ALEJANDRA PINTO, LÍDER DE OPERACIONES DE TI EN ACID LABS.
“Siempre digo que tenemos un sexto sentido, para ser más sensoriales y eso nos permite desarrollar habilidades blandas”, dice la experta.
Barbarita Lara, ingeniera de ejecución informática y CEO de Emercom, firma tecnológica de desarrollo de plataformas, va un paso más allá, quien se define como una “inventora e innovadora” que busca articular las startups con la industria.
Lara señala que, aunque ha sido más independiente en su vida laboral, ha notado aspectos negativos en la industria, principalmente relacionados con las diferencias de salario en comparación con los hombres para el mismo trabajo.
También asegura que habría una “doble validación” para las mujeres.
“Nos cuestionan más que a los hombres, asumiendo que ellos tienen la verdad y siempre tenemos que demostrar lo que sabemos innecesariamente”, dice.
Sumado a eso, dice que la barrera más “básica” es la propia presencia de la mujer en la industria, ya que el hecho de no sentirse en comunidad las pondría en desventaja.
Un diagnóstico similar hace Sandra Reyes, jefa de diseño y UX de la fintech Destácame, quien señala que a las mujeres “les cuesta más destacar, porque se cuestiona nuestra opinión y los resultados”, y agrega que las barreras están ligadas al salario. para realizar el mismo trabajo y el cuestionamiento del saber.
Sin embargo, dice que en su vida laboral tomó estos comentarios como un “reto y aprendizaje” más que como un obstáculo para trabajar en la industria de TI, y que asocia estas barreras con la formación de estudiantes de colegios y, más tarde, universidades.
¿Cómo mejorar?
Para Lara, los aspectos a mejorar para acortar las brechas comenzarían por aspectos básicos, como incentivar a las empresas a tener cuidadores de los hijos de los trabajadores, apoyo psicológico y reforzar el teletrabajo, señalando que la industria TI es una de las que se puede desempeñar a distancia sin mayores. . problemas. “Ha servido para que las mujeres puedan empoderarse para la independencia en el ámbito laboral”, añade.
Avanzar hacia la igualdad de género en los consejos de administración y en los puestos de decisión de las organizaciones también aparece como una recomendación de los tres.
Pinto enfatiza que es importante que más mujeres tengan posiciones de liderazgo para convertirse en mentoras de otros trabajadores, apoyarlas con mentorías y seguir animándolas a seguir una carrera en tecnología.
Mientras que Reyes llama a impulsar instancias como talleres dentro de las empresas, con mujeres que den consejos para motivar y ayudar a retener el talento femenino dentro de las empresas, además de que las empresas “salgan a buscar mujeres y no esperar a que lleguen hojas de vida”, dice.
A fines de 2022, el jefe de la inteligencia nacional alemana, Thomas Haldenwang, lo expresó muy bien: “Rusia es la tormenta”, les dijo a los parlamentarios alemanes. “China es el cambio climático”.
El año pasado también fue la primera vez que la administración estadounidense actuó como si realmente creyera en esa distinción. Aunque la mayor parte de la atención del presidente Joe Biden se centró en Rusia después de su invasión de Ucrania en febrero, sus movimientos más importantes en 2022 se dirigieron a China. La incertidumbre ya no es si se producirá el desacoplamiento entre EE. UU. y China, sino hasta dónde llegará. Gran parte de la respuesta quedará clara en 2023.
“Se sospecha que el imperativo competitivo del presidente Biden hacia China superará su imperativo cooperativo”.
Esto plantea dos preguntas apremiantes. ¿Qué entiende Biden por desacoplamiento? ¿Y podrá Estados Unidos convencer a sus aliados y socios para que se unan a él?
En cuanto a lo primero, la administración estadounidense todavía está probando el terreno. Biden heredó una serie de medidas comerciales punitivas “ad hoc” que la presidencia de Donald Trump impuso a China: aranceles a las exportaciones de acero y aluminio, así como diversos controles de exportación por parte de las empresas de telecomunicaciones chinas, en particular Huawei y ZTE. Ninguno de estos ha sido revocado.
En octubre, Biden llevó al mundo un paso más cerca de la bipolaridad económica total. El Departamento de Comercio de EE. UU. emitió órdenes para cerrar el acceso de China a semiconductores avanzados. Esta medida se tomó sobre la base de que el impulso del líder chino Xi Jinping para lograr la “fusión civil-militar” significaba que el desarrollo económico de China ya no podía disociarse de su alcance militar acelerado.
La realidad es que Biden está improvisando sobre la marcha. Su administración incluye librecambistas clásicos, que continúan creyendo en la globalización de suma positiva, y otros que ven la rivalidad entre Estados Unidos y China como una competencia de suma cero en la que solo puede prevalecer una potencia. La sospecha es que, en lo que respecta a China, el imperativo de competencia de Biden tendrá prioridad sobre el de cooperación.
Si ese es el camino que Biden elige tomar, tendrá que traer consigo aliados y socios comerciales clave de Estados Unidos. Oficialmente, se habla de “friendshoring” (favorecer cadenas de suministro de aliados estratégicos). Esto significaría trasladar las cadenas de suministro centradas en China a países de ideas afines como Vietnam, India y México. Algo de esto ya estaba sucediendo debido a la política ahora abandonada de “cero covid” de China. Por ejemplo, Apple planea producir una cuarta parte de sus iPhones en el sur de la India. Pero el grado de dependencia global de China como proveedor de bienes intermedios en la mayoría de las áreas de producción moderna significa que el objetivo implícito de EE. UU. es casi una bifurcación.
Esto desaceleraría el crecimiento global y agudizaría el dilema para los amigos de Estados Unidos que son altamente interdependientes con China, como los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Singapur. Ninguno quiere verse obligado a elegir entre EE. UU. y China, y esa elección podría perjudicar a EE. UU.
China y EE. UU. continúan aumentando sus capacidades militares en el Indo-Pacífico. Cualquiera que sea su ritmo este año, la relación entre Estados Unidos y China se dirige en una dirección inquietante. Las empresas, los países, las regiones y el mundo apenas comienzan a absorber las posibles consecuencias.