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¿Por qué no deberíamos dejar de escribir a mano?
Como muchos escritores, la chilena Nayareth Pino Luna volcaba sus ideas a través de las teclas: la pantalla de la computadora fue su primer destinatario de relatos, cartas de amor y diarios de vida y escritura.
Pero a fines de 2017 una depresión la obligó a parar por dos meses, y en esa pausa se dio cuenta que había algo raro en sus letras. “No lo entendía y me parecía absurdo seguir sosteniendo una carta imposible. Ese fue mi primer ejercicio: cambiar mi letra”, dice. Comenzó un diario de vida y lo que más tarde sería su primer libro publicado suyo: Mientras dormías, cantabas (Los libros de la mujer rota).
Y en la búsqueda por recuperar su caligrafía nació un proceso creativo que hoy defiende. “Creo firmemente que escribir a mano me permite escribir mejor, más tranquilo, más consciente del proceso”, dice.
Entre celulares, computadoras, tabletas y correos electrónicos, cada día escribimos menos a mano. Incluso se ha cuestionado la importancia de la escritura manual en las escuelas. Pero en un mundo cada vez más virtual, especialmente después de que el tiempo de uso de las pantallas se disparara durante la pandemia, los expertos defienden los beneficios de empuñar un lápiz.
Silvia Duarte, terapeuta ocupacional y directora de Bienestar de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, ha estudiado los beneficios de escribir a mano en tiempos de virtualidad. Asegura que la escritura a mano tiene múltiples beneficios, incluso si se quiere estimular la creatividad. Ya sea para escribir un libro, recoger ideas sueltas, resolver un problema o simplemente expresar sentimientos.
“El acto de escribir a mano permite a las personas reflexionar sobre sus pensamientos, sentimientos y acciones. No es lo mismo cuando escribes en una computadora. En la parte creativa se permite trascender mucho más porque te conecta con lo que estás pensando”, explica.
Según el experto, al escribir manualmente se procesa mejor la información sensorial, lo que genera una mayor atención. También lo considera un excelente recurso para tratar los trastornos de ansiedad. “El manejo de la ansiedad, la angustia y en este momento que las crisis de depresión han aumentado tanto, una de las técnicas que usamos los terapeutas es escribir a mano, tener un diario donde se van registrando los hechos y los sentimientos”, dice.
Pino Luna también ve en la escritura a mano un proceso cargado de menos presión que el uso de la computadora, donde las ideas se pueden recibir a medida que se van formando. De una forma más natural, sin “camisas de fuerza”.
“Escribiendo en una computadora parece que todo tiene que tener un nombre, ir a una carpeta específica, cada palabra parece ser definitiva. Escribir a mano, en papel, es entender la escritura como una composición, donde podemos ser libres, donde las ideas, nuestras creaciones, se fraguan en la relación material de nuestra escritura. Quienes escribimos no lo hacemos con el fin de producir documentos para la gran nube de la información, lo hacemos porque usamos la escritura para entender el enredo de no saber qué decir, muchas veces el enredo de existir y querer crear a partir de la palabra”, dice.
El tema se sigue de cerca desde hace varios años, sobre todo en la búsqueda de mejores aprendizajes en medio de tantas distracciones.
Un estudio de 2017 publicado en la revista científica Frontiers Frontiers in Psychology encontró que las regiones del cerebro asociadas con el aprendizaje estaban más activadas en aquellos que realizaban una tarea a mano en lugar de un teclado.
Otra investigación, de 2014, comparó a estudiantes que tomaban apuntes a mano con quienes lo hacían en computadoras. Estos últimos tendían a escribir lo que decía el profesor palabra por palabra. Pero aquellos que escribieron a mano tenían más probabilidades de escuchar lo que se decía y luego analizar la información y procesarla con sus propias palabras. Cuando se les hicieron preguntas conceptuales sobre lo que se enseñó, los estudiantes que escribieron a mano respondieron mejor que los que escribieron en una computadora.
Según Daniel Oppenheimer, uno de los coautores del estudio, lo más molesto de escribir a mano es también lo que lo hace tan efectivo para el aprendizaje.
“Cuando las personas escriben a mano, no pueden escribir lo suficientemente rápido como para escribir el contenido palabra por palabra. Por lo tanto, tienen que reformular lo que dice el hablante con sus propias palabras, lo que los obliga a comprender los conceptos y pensar en el contenido lo suficientemente profundo como para llegar a un resumen de lo que se dice”, explica.
Este tipo de escucha activa “es realmente eficaz para aprender, mucho más que escribir pasivamente lo que dice el hablante. Entonces, escribir a mano nos ralentiza al tomar notas, de una manera que puede ayudarnos a aprender”, agrega.
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